Sobre los movimientos sociales

Por Gisela López Rivas *

Con mucha preocupación estoy leyendo algunas voces de opinadores, de analistas que demostrando un completo desconocimiento de lo que son las organizaciones sociales de campesinos e indígenas migrantes en Santa Cruz y, además, con un irrespeto hacia estas voces, casi como negándolas o mostrándolas como si fuesen títeres y el gobierno los ventrílocuos, se llenan la boca diciendo que “el MASismo está movilizando al mundo colla en el oriente boliviano caldeando el enfrentamiento racial” en estas regiones del país.

Desde aquí, desde el mismo oriente, les quiero decir a aquellos que desde allá emiten ese tipo de criterio irresponsable e irrespetuoso con actores sociales, que sí tienen voz y que sí son autónomos en sus decisiones, que si se acercaran un poquito a este pueblo de migrantes y si lo miraran un poquito por dentro, se darían cuenta del gran valor que tienen.

Puedo no estar de acuerdo con los métodos de lucha de estos sectores sociales que, además, son mayoritarios y, aunque no lo crean, también en Santa Cruz lo son, sin embargo admiro y respeto ese ímpetu que tienen en sus luchas y esa valentía con la que enfrentan cualquier ventarrón que incluya palazos, pedradas, azotes o cualquier agresión física.

La vida ha sido tan dura para estos hombres y mujeres que, hasta hace poco nomás, parecían invisibles y solamente contaban para los censos o para “acarrearlos” a las urnas a punta de engaños y hasta de amenazas, que aquellas pateaduras a mujeres, esos chicotazos con látigos, esas expresiones de “raza maldita”, etc. son un piojo tuerto en comparación a la ingratitud social que han vivido en sus comunidades. Por eso soportan con tanto ímpetu, estoicamente este proceso, esta coyuntura brutal, porque ésta es su lucha, este es su momento, porque para ellos es vencer o vencer.

Es importante que quienes financian los grupos de choque para agredir a los collas migrantes, campesinos e indígena, en Santa Cruz sepan que en el frente adversario no van a encontrar a un enemigo financiado también, sino a militantes firmes y decididos a pelear por sus reivindicaciones, por sus derechos que toda la vida estuvieron postergados.

Hace poco nomás, una voz que parecía no aguantar más para responderme en un espacio de análisis de coyuntura política, exclamó: “¡No existen movimientos sociales en Bolivia! Lo que existen son organizaciones corporativas”, dijo un conocido y renombrado analista político que en el pasado inmediato se identificó ideológicamente con la izquierda. Yo acababa de hacer referencia a la emergencia de los movimientos sociales como actores protagónicos del proceso político que vive el país y, la reacción del aludido, sobrevino a propósito de mi intervención en una sesión de análisis de coyuntura para un grupo de expertos en procesos electorales de América Latina.

No sé si será una “corriente” política, pero no me queda la menor duda de que existe una explícita intención de parte de los famosos opinadores públicos, sobre todo los “mediáticos”, de no solamente invisibilizar el rol de incidencia política que han tenido los movimientos sociales, o las organizaciones sociales, o como quiera llamárselas, sino también de negar ese protagonismo que han tenido, que tienen y que, según los augurios seguirán teniendo.

Desde mi punto de vista ya no se trata de dos polos enfrentados. El tercer polo, los movimientos sociales rurales y urbanos que hasta hace poco nomás se los invisibilizaba diciendo que eran MASistas, han decidido visibilizarse con un denominativo que, parece, pretende emular al Conalde: Conalcam.

Creo que esta forma de emular el Conalde es también una forma de visibilización de los movimientos sociales que durante todo el proceso de realización de sesiones de la Asamblea Constituyente se denominaron Pacto de Unidad, pero siempre, siempre, los rotularon -o mejor dicho- de “masistas”. Es probable que algunos miembros de esta alianza de organizaciones sociales sean masistas. Aunque, según conozco es, más bien, de ahí, del seno de algunas de estas organizaciones de donde ha salido el MAS, el MAS sale del seno de los campesinos cocaleros, sale de las organizaciones campesinas del país. O sea, ellos crean un partido político, lo que denominan, si no me equivoco, el instrumento político. Entonces, no es que el MAS sea el que maneje a los movimientos sociales campesinos e indígenas, sino al revés.

Sería muy aconsejable que quienes opinan sobre estas organizaciones de ciudadanos y sus formas de expresión conozcan un poco más de quiénes están comentando para que sus criterios aterricen sobre la realidad y no sobre la fantasía.

* Periodista (giselalopezrivas@yahoo.es)