16 de junio de 2020

¿Evo Morales legalizó los transgénicos en Bolivia?

¿Evo Morales legalizó los transgénicos en Bolivia?

La delicada situación sanitaria causada por el COVID-19 y la consecuente crisis socioeconómica que se avecina es utilizada una vez más para favorecer a sectores poderosos como los agroindustriales que parecen ser los titiriteros del “Gobierno de transición”.
El Decreto Supremo (DS) 4232 del 7 de mayo de 2020 “autoriza al Comité Nacional de Bioseguridad establecer procedimientos abreviados para la evaluación del maíz, caña de azúcar, algodón, trigo y soya, genéticamente modificados (GM), en sus diferentes eventos destinados al abastecimiento del consumo interno y comercialización externa”.
Como muchas personas, organizaciones y colectivos lo han denunciado, este DS incumple un marco normativo amplio y, por tanto, es completamente ilegal. El impacto de este decreto ha calado de tal forma que incluso Comunidad Ciudadana, el partido de Carlos Mesa, sacó un pronunciamiento en contra. Sin embargo, esto representa una contradicción con su programa de gobierno, que en el punto 54 de “Transformación Agropecuaria” promueve abiertamente la aplicación de la biotecnología a la agricultura considerando las evaluaciones de impactos, pero sin proponer ninguna restricción de principio.
Por otro lado, es necesario recordar que el único transgénico autorizado en Bolivia actualmente fue aprobado durante el gobierno de Mesa en 2005 (Resolución Multiministerial 1, del 7 de abril de 2005) y se elevó a rango de DS por Eduardo Rodriguez Veltzé (DS 28225, del 1 de julio de 2005).
Este hecho recibió también respuesta del expresidente Evo Morales, quien expresó su indignación mediante Twitter. Dicha opinión fue atacada por medios de comunicación, incluyendo Página Siete y El Diario, afirmando que fue él quien legalizó los transgénicos en 2011. Estas desinformadas y desinformadoras noticias hacen referencia explícita a la Ley 144 de Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria.
Dicha norma establece textualmente en su artículo 15: “No se introducirán en el país paquetes tecnológicos agrícolas que involucren semillas genéticamente modificadas de especies de las que Bolivia es centro de origen o diversidad, ni aquellos que atenten contra el patrimonio genético, la biodiversidad, la salud de los sistemas de vida y la salud humana”.
Es decir, la Ley 144 que estos medios afirman “legalizó el uso de transgénicos en el país” es justamente una de las principales normas que representan una barrera a los transgénicos de las especies de las que somos centro de origen o diversidad, y que está siendo abiertamente violada con el DS 4232 al incluir el maíz, del cual tenemos 77 variedades. Esta ley no solamente refuerza el régimen de seguridad de la tecnología moderna vigente desde 1994 (Ley 2274 y DS 24676), sino que obliga a que se cumplan requisitos adicionales como el etiquetado.
Ante las presiones de la agroindustria, el año pasado el gobierno del MAS cedió al autorizar al Comité Nacional de Bioseguridad el establecimiento de procedimientos abreviados para la evaluación de la Soya HB4 y la Soya Intacta, destinados a la producción de Aditivos de Origen Vegetal Biodiésel (DS 3874, del 18 de abril de 2019). En la práctica estos procedimientos no fueron aprobados ni aplicados.
Si bien existe este antecedente, también es honesto y necesario reconocer que el marco normativo que ahora nos permite oponernos y rechazar el decreto promulgado por Jeanine Áñez fue elaborado y aprobado durante el gobierno del MAS. Este marco incluye principalmente los artículos 255 y 409 de la Constitución Política, la Ley 71, la Ley 300, la Ley 144, y el DS 2452
Si periodistas fueran más serios y fieles a la verdad, empezarían señalando que el marco normativo que muchas organizaciones y colectivos ambientalistas están citando, con plena razón, para rechazar el decreto reciente, fue aprobado durante el gobierno del MAS y que es gracias a lo avanzado en dicho periodo que existe una regulación más sólida al respecto.
También sería coherente informar y contrastar la práctica y el discurso de Carlos Mesa respecto a la introducción de la soya transgénica al país, y mejor aún, sería útil dejar de tratar la gestión de un gobierno como el actuar de una sola persona, ya que esta visión reduccionista solo logra invisibilizar los procesos más complejos, profundos y a veces confusos del pueblo boliviano.
Rafaela Molina Vargas
es bióloga graduada de la Universidad Mayor de San Andrés y estudiante de Maestría en la Universidad de La Sorbona

10 de junio de 2020

Un coronavirus, dos realidades, nos tocó la peor

Santa Cruz, 07 de junio de 2020.
ARTÍCULO Nº 2 
Un coronavirus, dos realidades, nos tocó la peor

Leila Cortez Pérez

Es cierto que ningún gobierno o país ha demostrado estar preparado para atender la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus SARC-COV-2. Todos, desde los más avanzados y equipados con sistemas de salud eficientes hasta los menos, han sido rebasados. El mundo científico aún estudia tratamientos y vacunas, entre tanto, se desarrollan protocolos aproximados y cada tanto aparecen mejores respuestas, mientras siguen investigando.

En Bolivia, la población está cansada, angustiada, temerosa y una buena parte se aferra a la fe religiosa esperando por el día de las buenas noticias. 

Cómo no estar indignadas y angustiadas con la atención y reacción de las autoridades respecto a la protección de la población ante el avance implacable del Covid-19. No haré referencia a los casos de corrupción de los recursos destinados a combatir la pandemia, ni a la falta de transparencia para conocer cuánto, cómo y en qué se están invirtiendo dichos recursos. Aunque, por ejemplo, sería tranquilizador saber que una buena parte de ese dinero se está yendo a comprar cientos de miles de pruebas de laboratorio (PCR).

A continuación, una comparación entre dos países con cantidad de población similar Cuba (11, 34 millones de habitantes, según datos al 2018) y Bolivia (11, 35 millones de habitantes, datos del mismo año); dos países latinoamericanos y dos países que no pertenecen al “primer mundo”, en todo caso, Cuba tiene una economía más precaria que la nuestra por el limitante contexto político-económico que vive por más de medio siglo. Le invito a encontrar las diferencias.

Cuba reportó sus dos primeros casos de Covid-19 el 11 de marzo de este año. Según el informe del Dr. Francisco Durán, Director Nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública de ese país, del 5 de junio -difundido por Telesur, último reporte encontrado en internet- registraron el sexto día sin fallecidos por Covid 19; ese día tuvieron apenas 200 pacientes ingresados en algún centro médico; y en atención primaria, o sea vigilancia por personal de salud, a 2.036 personas en algún estadio de la enfermedad o con cierto riesgo; también el mismo día, se procesaron 2.015 muestras. En total, en Cuba se aplicaron 114.464 pruebas, de las cuales dieron positivo 2.133, el 1.9%. Pudieron establecer que el 90.6% de los contagiados fueron contactos de casos confirmados. A la mencionada fecha, de los pacientes internados, sólo 3 estuvieron en estado grave. Desde el inicio de la pandemia hasta el 5 de junio, Cuba ha logrado recuperar a 1.848 pacientes, lo que ronda el 85%. Su pico más alto fue el 3 de mayo con 74 casos confirmados, mientras que el 26 de mayo reportó su pico más bajo con 6 casos, y el 5 de este mes, registraron 12 casos. Los fallecidos, son 83 en total.

¿Qué está pasando en Bolivia? Los dos primeros casos fueron reportados el 10 de marzo, un día antes que los primeros casos de Cuba. A efectos de comparación, tomemos datos de la misma fecha, 5 de junio. Según el Ministerio de Salud, se reportaron 483 casos, frente a los 12 de Cuba; no se tiene reporte de la cantidad de internados en los centros de salud ni cuántas muestras se procesaron. Indagando en algunas páginas oficiales y publicaciones de prensa, se puede hacer una aproximación de que en el país se estarían haciendo alrededor de 300 pruebas diarias de PCR, la publicación del diario La Razón del 25 de abril da cuenta de que en Bolivia “se hacen 117 pruebas diarias, la más baja de la región por cada millón de personas” (lamentablemente no se publicaron datos más actualizados sobre las pruebas); por tanto, es difícil saber cuántas pruebas se tomaron hasta el 5 de junio, lo que sí sabemos es que el acumulado de casos positivos hasta esa fecha es de 12.728, frente a los 2.200 de Cuba (redondeando). Efectivamente, no se puede tener el porcentaje de positivos respecto a la cantidad de pruebas aplicadas. A decir de las propias autoridades y otros voceros médicos y especialistas, hace semanas que en Bolivia ya se perdió la cadena de los contagios y no se sabe dónde están los sospechosos o los contactos de los positivos (salvo en las ciudades menos pobladas y con menos casos), información valiosa para ejecutar planes de contención del contagio, mientras que, como vimos, Cuba sabe de más del 90% de las personas infectadas cuál ha sido la cadena de contagio. Quizás ésta sea una de las razones de su éxito en el manejo de la pandemia. Tampoco tenemos el detalle del total de pacientes en estado grave. El dato del total de recuperados felizmente sí se lo tiene, 1.793 personas, esto hace poco más del 14%, frente al 85% de Cuba. El pico más alto tuvimos el 30 de mayo con 861 casos. No hubo un pico descendente importante, pues desde que empezó la pandemia, hemos tenido una curva ascendente que se fue pronunciando en las dos últimas semanas aproximadamente. Finalmente, se registraron 427 decesos, lejos de los 83 de Cuba, tomando en cuenta que lleva más de 6 días sin registrar personas fallecidas. 

La comparación tiene la intención de mostrar que no hace falta ser país del primer mundo para actuar con responsabilidad y eficacia en una emergencia sanitaria como la que nos está tocando vivir globalmente. Hace falta compromiso, desprendimiento, ciencia para la humanidad y no para el negocio.

Lamento las circunstancias en que Bolivia asume la pandemia, lamento ver un pueblo que soporta la adversidad como puede y como viene. Acongoja ver que los menos favorecidos, que son los más, aquellos que viven del día, que no tienen ningún seguro de salud, que el “quédate en casa” no reviste ninguna garantía sobre todo porque no tienen lleno el refrigerador, si asoma el virus en sus vidas deberán tener “el número de la suerte” para poder acceder a una prueba PCR y a un centro de salud que les alivie su mal.

7 de junio de 2020

Un análisis necesario de las elecciones nacionales 2019

No hubo fraude electoral

Por: Omar Quiroga Antelo
Consultor Independiente

Han transcurrido más de 7 meses de la realización de la elecciones nacionales 2019 en Bolivia y todas las evidencias llevan a concluir que “no hubo fraude electoral” o un “monumental fraude electoral”, como fue catalogado por algún candidato. 

Para reforzar esta afirmación, es importante conocer los resultados electorales conseguidos a diferentes niveles, es decir, los resultados de la elección para presidente y vicepresidente (incluido senadores y diputados plurinominales), para diputaciones uninominales y para diputaciones especiales.

Es importante conocer la composición de la Asamblea Legislativa Plurinacional y los escaños en disputa para seguir con el análisis.

Cuadro 1: Composición de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia
 
He sistematizado la información oficial del OEP y organizado de tal manera que podamos visualizar los resultados de las votaciones a esos niveles ya anunciados.

En la elección para presidente y vicepresidente, el MAS-IPSP (Evo Morales) gana las elecciones con el 47,08% de la votación, seguido de Comunidad Ciudadana (Carlos Mesa) con el 36,51% de los votos. Además el MAS-IPSP gana en 6 de los 9 departamentos, que significa el 66,7% de departamentos ganados. Un dato interesante es que no logra ganar en ninguna de las ciudades capitales.

Si verificamos los resultados de las elecciones en cada uno de los municipios, el MAS-IPSP logra la victoria en 291 de 339 municipios, es decir, en el 85,6% de todos los municipios del país. Le sigue muy de lejos Comunidad Ciudadana con 45 (13,3%) municipios ganados y Bolivia dice No (BDN) con apenas 3 (0,9%) municipios ganados.
Gráfico 1: Municipios ganados por partido político
Fuente: Elaboración propia en base a datos del OEP.

Con estos resultados el MAS-IPSP consigue 21 de 36 senaturías, es decir, el control del 58,3% de la Cámara de Senadores. Comunidad Ciudadana obtiene 14 senaturías y BDN solamente 1 senaturía.

Ahora veamos los resultados de las 63 circunscripciones uninominales y las 7 circunscripciones especiales (indígenas). El MAS-IPSP logra la victoria en 42 (66,7%) de 63 circunscripciones uninominales y en las 7 (100%) de 7 circunscripciones especiales. Es decir, logra 49 (70%) de 70 circunscripciones para diputaciones que se eligen por voto. Comunidad Ciudadana logra 17  (24,3%) diputaciones y BDN solamente 4 (5,7%).

Gráfico 2: Circunscripciones uninominales y especiales ganadas por partido político
 
Fuente: Elaboración propia en base a datos del OEP.

El MAS-IPSP consigue un total de 67 de 130 diputaciones (42 uninominales, 7 especiales y 18 plurinominales). Tendría el control del 51,5% de la Cámara de Diputados. Comunidad Ciudadana consigue 50 diputaciones (17 uninominales, ninguna especial y 33 plurinominales). BDN obtiene las 4 diputaciones uninominales (3 en Santa Cruz ciudad y 1 en Beni en provincia), no consigue ninguna plurinominal ni especial.

Ahora miremos los resultados en resumen. El MAS-IPSP ganó el 67,7% de los departamentos, el 85,6% de los municipios, el 70% de las circunscripciones uninominales y especiales, y obtuvo la victoria general con 47,08%, con más de 10% por encima de su inmediato.

¿Cómo es posible que se haya arrebatado este triunfo contundente si no se han presentado pruebas serias de fraudes que pongan en duda estos resultados?. Si la OEA en su informe hizo referencia a “irregularidades” en el proceso ¿en qué momento nos engañaron con el supuesto fraude electoral?. ¿Por qué no existe una sola denuncia de los delegados de partidos de algún fraude realizado en el mismo día de las elecciones?. ¿Por qué a pesar de que se demostró que las observaciones que se habían realizado no tenían sustento, nos hicieron dudar de los resultados?. ¿Acaso las encuestas (todas) no daban por ganador al MAS-IPSP?. Las posteriores publicaciones de expertos internacionales y el periódico The Washington Post afirma que “no hubo fraude electoral”. Es más, hoy se ha dado a conocer que otro periódico americano (New York Times), en un estudio independiente sobre las elecciones de octubre en Bolivia, sugiere que la auditoría realizada por la OEA fue defectuosa, ineficiente, se basó en datos incorrectos y técnicas estadísticas inapropiadas, por lo que no hay evidencia estadística de fraude.

Como pueden apreciar, existen preguntas que si las respondemos responsablemente, inducen a concluir que en Bolivia se realizaron elecciones limpias y transparentes y que la derecha apoyada por los intereses imperialistas, robaron el triunfo al MAS-IPSP. Los resultados son evidentes y contundentes. Juzgue usted lector.

Santa Cruz de la Sierra, 07 de junio de 2020.