Guillaume Long
glong@telegrafo.com.ec
El Telégrafo. Ecuador.
Tomada de la edición impresa del 28 de agosto del 2008
http://www.telegrafo.com.ec/opinion/columnista/archive/opinion/columnistas/2008/08/28/La-culpa-de-Evo_2E002E002E00_.aspx
Ni la invención forzada de la “nación camba” por parte de elites cruzeñas “nada cambas”, ni el financiamiento de USAID (y de todas las filiales de siempre de la CIA) a un sinnúmero de fundaciones que se autoproclaman de la “sociedad civil”, ni todo el dinero captado por los que buscan “profundizar la cultura democrática”, o sea, los nuevos movimientos oligárquicos que se proponen remplazar a los viejos partidos moribundos, pudieron con Evo. Triunfó con el 67%.
Numerosos expertos, sin embargo, nos seguirán repitiendo que el problema es que Evo –creo que la frase que emplean es– “ha agudizado las contradicciones étnicas y raciales en Bolivia”. Claro, Mandela, cuando luchaba contra el régimen Apartheid, cometió el mismo error, agudizando el racismo boer en África del Sur. Ni hablar de Martin Luther King, quien al defender los derechos civiles de los negros, exacerbó los odios raciales en EE.UU.
“Es mucho más fácil oponerse a Evo que apoyarlo a través de sus aciertos y sus errores…”
Causalidad invertida y lógica absurda de analistas que se identifican con el centro político... aunque a menudo olvidan que son “centristas” en un sistema neo-feudal; algo revelador de su progresismo. Otro olvido o confusión es que a los “centristas” criollos les gusta el centrismo europeo, hasta que se les explica que conlleva la universalización de la salud y educación, y cosas feas como el proteccionismo, el estatismo, etc.
Es verdad que todo proceso político, cuando uno se acerca, apesta. Huele mal porque “ese tal y cual, ese corrupto, y este otro incapaz, están en el gobierno”. Apesta además porque la política, aparte de una lucha de ideas, conlleva una lucha de poder, notoriamente mal oliente. Es por eso que apoyar el momento emancipador que vive América Latina requiere de valor. Es mucho más fácil oponerse a Evo que apoyarlo a través de sus aciertos y errores.
Los “centristas” por supuesto verán detrás de este apoyo una incitación a la no-crítica, al culto a la persona, por poco a la dictadura. Usarán el argumento del “populismo”, notorio fetiche de liberales “centristas” que rara vez entienden peor definen el término. Eso sí, hacen constante uso de los significadores flotantes de típicas construcciones populistas como “libertad”, “centralismo”, “chavismo”... Las campañas electorales de los “centristas” que buscan asustar a los electores diciéndoles que el Gobierno les va a quitar la casita, o que el alza de los precios se debe al estatismo del Gobierno y no a factores exógenos, son evidentemente populistas. Pero lo grave de esas campañas, no es lo populista sino lo mentiroso.
No se trata por supuesto de abandonar la crítica, peor aún de aceptar, en el nombre del cambio, el Gulag o la tortura. Se trata simplemente, de darnos cuenta que con el tiempo, los olores de la política se disipan. Quedan las luzes y sombras de la Historia. ¿Cuántos pobres, cuántos muertos, cuántos encarcelados? ¿Cambio real o cosmético? ¿Con o sin fanatismo?
Algún día, el consenso colectivo sobre el pasado imaginado de la nación hará que los “centristas” reconozcan con hipocresía a “Evo, el indio Presidente que cambió a Bolivia”. Se opondrán, no obstante, al proyecto emancipatorio del momento. La historia, a la vez cíclica y lineal, seguirá su curso.
10 de septiembre de 2008
La culpa de Evo...
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