Fernando Prado Salmon
Los últimos acontecimientos en el parlamento han sido solo corolario de un histórico proceso en el que el proyecto político de la dirigencia cruceña, ha mostrado todas las limitaciones y falencias que desde hace tiempo se le señalaban.
Lo sucedido está ratificando las limitaciones estructurales del poder cruceño, un poder de base estrecha (aunque formalmente seamos un millón), cerrado y con sistemas oscuros de generación de líderes, basados casi exclusivamente en una estrategia de copamiento institucional sin contenidos, salvo el uso de los sentimientos regionales genuinos del cruceño.
Esta estructura de poder lamentablemente ha mostrado tener escasas capacidades de inclusión, no obstante los esfuerzos de algunos de sus mas destacados miembros, quienes lamentablemente no son escuchados.
La polarización a la que han llevado al país ha mostrado otra de sus características: una marcada intolerancia hacia fuera que se traduce en una incapacidad de negociar, y una intolerancia hacia adentro que se traduce en el silenciamiento de toda voz que no coincida con sus objetivos y sus métodos, con el pretexto de que “hay que presentar un frente sólido al enemigo”
Este movimiento regional, que pudo ser el aporte mas novedoso y moderno en la vida política del país, por sus tantos potenciales méritos, valores y atractivos, se está hundiendo porque, innecesariamente, lo han cargado de concepciones ideológicas conservadoras, con “olor a pujusó”, de rechazo a todo cambio, de desconfianza hacia todo lo que huela a popular o a indígena, y por lo tanto en los hechos, es un rechazo a la Bolivia indígena y popular que pide cambios. Su mensaje no ha calado ni en las élites de los otros departamentos. Así las cosas, ¿cómo puede sorprendernos su fracaso?
Esta dirigencia ha mostrado al pais y al mundo una Santa Cruz conservadora y violenta que no es real, que en los hechos no existe. Esa Santa Cruz instrumentalizada hoy exige a sus clases dirigentes que se abran al conjunto de la sociedad, que escuchen otras voces y se trabaje en un verdadero proyecto cruceño y nacional, que entre otras cosas, le dé contenido y humanidad a la tan manoseada autonomía, y le proporcione éxitos reales y no fracasos.
Se pretenderá atribuir la culpa de los fracasos a temas secundarios e instrumentales como las fallas de organización, falta de coordinación, la debilidad de los lideres, la presencia de “traidores” y otros parecidos, pero todos sabemos que las limitaciones han sido ideológicas y culturales.
Terminó el tiempo de la desconfianza, de mirar para atrás, de pensar en pequeño, la fuerza de la sociedad cruceña no está sólo en los empresarios y sus élites, está en su extensa clase media, en las decenas de miles de empleados, en los obreros, en los trabajadores por cuenta propia, en los productores del agro y en los campesinos e indígenas. El día que se elabore un proyecto político que además de valorizar nuestra identidad, sea para todos, ese proyecto será imparable. Y será apoyado por todo el país.
*Se autoriza su diffusion mencionando la Fuente.
Los últimos acontecimientos en el parlamento han sido solo corolario de un histórico proceso en el que el proyecto político de la dirigencia cruceña, ha mostrado todas las limitaciones y falencias que desde hace tiempo se le señalaban.
Lo sucedido está ratificando las limitaciones estructurales del poder cruceño, un poder de base estrecha (aunque formalmente seamos un millón), cerrado y con sistemas oscuros de generación de líderes, basados casi exclusivamente en una estrategia de copamiento institucional sin contenidos, salvo el uso de los sentimientos regionales genuinos del cruceño.
Esta estructura de poder lamentablemente ha mostrado tener escasas capacidades de inclusión, no obstante los esfuerzos de algunos de sus mas destacados miembros, quienes lamentablemente no son escuchados.
La polarización a la que han llevado al país ha mostrado otra de sus características: una marcada intolerancia hacia fuera que se traduce en una incapacidad de negociar, y una intolerancia hacia adentro que se traduce en el silenciamiento de toda voz que no coincida con sus objetivos y sus métodos, con el pretexto de que “hay que presentar un frente sólido al enemigo”
Este movimiento regional, que pudo ser el aporte mas novedoso y moderno en la vida política del país, por sus tantos potenciales méritos, valores y atractivos, se está hundiendo porque, innecesariamente, lo han cargado de concepciones ideológicas conservadoras, con “olor a pujusó”, de rechazo a todo cambio, de desconfianza hacia todo lo que huela a popular o a indígena, y por lo tanto en los hechos, es un rechazo a la Bolivia indígena y popular que pide cambios. Su mensaje no ha calado ni en las élites de los otros departamentos. Así las cosas, ¿cómo puede sorprendernos su fracaso?
Esta dirigencia ha mostrado al pais y al mundo una Santa Cruz conservadora y violenta que no es real, que en los hechos no existe. Esa Santa Cruz instrumentalizada hoy exige a sus clases dirigentes que se abran al conjunto de la sociedad, que escuchen otras voces y se trabaje en un verdadero proyecto cruceño y nacional, que entre otras cosas, le dé contenido y humanidad a la tan manoseada autonomía, y le proporcione éxitos reales y no fracasos.
Se pretenderá atribuir la culpa de los fracasos a temas secundarios e instrumentales como las fallas de organización, falta de coordinación, la debilidad de los lideres, la presencia de “traidores” y otros parecidos, pero todos sabemos que las limitaciones han sido ideológicas y culturales.
Terminó el tiempo de la desconfianza, de mirar para atrás, de pensar en pequeño, la fuerza de la sociedad cruceña no está sólo en los empresarios y sus élites, está en su extensa clase media, en las decenas de miles de empleados, en los obreros, en los trabajadores por cuenta propia, en los productores del agro y en los campesinos e indígenas. El día que se elabore un proyecto político que además de valorizar nuestra identidad, sea para todos, ese proyecto será imparable. Y será apoyado por todo el país.
*Se autoriza su diffusion mencionando la Fuente.
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