17 de octubre de 2008

Bolivia y sus tristes medios

Martín Suso
La mayor parte de los medios de comunicación bolivianos pertenecen y por tanto responden a intereses de grandes empresas. A cualquier investigador se le haría agua la boca si tuviera la posibilidad de realizar un análisis de los noticieros televisivos vernáculos. Como se dice popularmente, sus pautas "son de manual". Casi todos funcionan siguiendo un libreto general que parte de la crítica contumaz, constante y amarga de cualquier medida gubernamental, llegando a extremos desopilantes. He escuchado decir a personas responsables que en realidad dichos medios han sido los mejores propagandistas de la gestión de Evo Morales, ya que es imposible engañar a todo el pueblo todo el tiempo.
Lo anterior sería para un anecdotario vergonzoso si no fuera porque en los últimos meses los grupos de poder han desatado una campaña desesperada y violenta con el fin de defender sus privilegios. En tal situación, una noticia falseada puede derivar con facilidad en excusa o arenga para la discriminación, la sedición e incluso el crimen. Así sucedió en el mes de septiembre, con la toma y saqueo de instituciones públicas, persecución y golpiza a opositores (o incluso simples paseantes con características étnicas diferentes) colocación de bombas, sabotajes que ocasionaron pérdidas millonarias, etc. Todas y cada una de esas acciones fueron alentadas, avaladas, justificadas y aplaudidas por la casi totalidad de los medios televisivos, a tal punto que por primera vez en la historia contemporánea del país se advirtieron agresiones físicas en contra de ciertos periodistas por parte de vecinos de barrios populares, como protesta frente a aquellas campañas mediáticas criminales.
Como es de esperar, ante cualquier opinión o acción en contra, esa prensa orgánica a los intereses de las élites reacciona corporativamente y clama por el derecho a la libertad de expresión (que en la práctica es sólo una excusa para la sedición lisa y llana).
Se les perdió una perla
En estos días autoridades del gobierno apresaron a un individuo que era responsable de un programa televisivo en la localidad de Riberalta, en el amazónico departamento del Beni. Resulta interesante observar el tratamiento que le han dado al caso los medios, en particular la súbita categorización profesional del hombre. Lo graduaron como periodista y comunicador social, para así poder explotar el supuesto avasallamiento gubernamental al derecho a la libre expresión (en realidad es maestro rural, con antecedentes penales por violación y desfalco). También lo calificaron como dirigente político y "cívico". En este sentido, es bueno subrayar que los medios aplican este vocablo exclusivamente a miembros de la oposición, afianzando en el imaginario popular la idea de que la única civilidad corresponde a los que están en contra del gobierno.
Sin embargo, con la mediocridad que los caracteriza, perdieron una perla. Podrían haberle otorgado también categoría de biblista, teólogo y predicador, y eso les hubiera servido para sumar argumentos como el de persecución religiosa, que siempre impacta y conmueve a la opinión pública.
En una de las emisiones televisivas de su programa Camila y Macarena este singular personaje comienza a citar la Biblia, y dice textualmente: "...en la Santa Biblia está...el diablo, satanás, la bestia está sobre Bolivia...los israelitas estuvieron en cautiverio siglos pero al final de cuentas el Padre todopoderoso, Jehová, condujo a su pueblo a un lugar donde vivieron con plena autonomía...ahí nace la palabra autonomía, cuando el pueblo de Dios buscaba su liberación, su autonomía...igual está sucediendo con Bolivia...".
Es conveniente recordar que el concepto autonomía es hasta el día de hoy una de las principales banderas de grupos antipopulares e incluso separatistas, pero el individuo no se queda ahí, e hila de inmediato con otra idea más extravagante: "...en Rusia ¿saben qué hacían con los viejos y las viejas? los mataban y los hacían jabón, en China comunista igual, en Cuba también. ¿Por qué los mataban a los viejos y a las viejas? ¡Porque eran una carga para el Estado! ¡Ese es el destino de nuestros abuelitos y abuelitas!...Un odio de quinientos años que esta raza maldita del occidente, aymaras y quechuas han guardado en su corazón y en la sangre por generaciones; un odio hacia nosotros los cambas, los mestizos, y ahora pretenden destruirnos matándonos...".
Esas expresiones pudieran parecer pintorescas, si no fuera porque atizaron graves situaciones de violencia. El sujeto, además de emitir adjetivos irreproducibles contra collas e indios, amenazándolos con plazos perentorios para que salieran de la zona de Riberalta, indicó que contaba con fuerzas extranjeras que se encontraban aguardando el momento oportuno para poder socorrer y auxiliar a los movimientos autonomistas, e indicó sobre la conveniencia de fusilar al presidente Evo Morales, su vice Alvaro García, y varios ministros.
Consecuente con su prédica, participó además en diferentes acciones terroristas como la toma de un aeropuerto, el secuestro y robo de materiales de un avión Hércules, el saqueo de entidades públicas, etc. En suma, un auténtico delincuente, esta vez camuflado como periodista para colaborar con el golpe de estado en marcha hace menos de un mes, y que hoy llora su inocencia y es apañado por buena parte de la prensa.
¿Qué dinámicas se desatarán en el país frente a este tipo de fenómenos? No hace falta ser adivino para advertir que, de seguir el mismo rumbo, algunos medios de comunicación se enfrentarán más temprano que tarde con la ira de un pueblo harto de manipulación y falsedades.

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