Mario Iván Paredes Mallea
La ciudad de La Paz, capital política de la republica de Bolivia es, sin duda alguna, una de las más singulares del mundo por su estratégica ubicación geográfica, por sus accidentadas características topográficas, por su casi desordenado pero bello diseño urbanístico, por las formas de sus viviendas; pero es, sobre todo, singular por su hermosa gente, por su idiosincrasia, por la inagotable imaginación de sus habitantes, por la gran creatividad social (sociológica) que poseen los que en ella viven.
Esta ciudad es, tal vez, la ciudad de Latinoamérica que está más cargada de historia; cada una de sus calles y sus avenidas han sido testigos de algún, o varios, o muchos hechos históricos; en cada una de sus calles se respira un aire de acontecimiento decisivo para la historia de Bolivia; cientos o miles de sus edificaciones han cobijado alguna vez alguna página de la historia de Bolivia.
Y esta singular ciudad, una vez más, va a ser testigo de otro hecho: del recibimiento a miles y miles de esforzados marchistas que se desplazan a partir del día 13 de octubre desde la localidad de Caracollo, distante a unos 200 km de La Paz.
La Paz, su nombre por ahora, como lo fue otras tantas veces, será entendido en su tan expresivo doble sentido: la paz y La Paz. Quienes marchan hacia la ciudad de La Paz están apostando decididamente por la paz; para demostrar que se ha de poder aprobar la Nueva Constitución Política del Estado de Bolivia mediante procedimientos pacíficos, y no como quiso oponerse a las políticas del gobierno del MAS toda la derecha coaligada mediante formas violentas e incluso con la guerra civil.
Los movimientos sociales, los campesinos, originarios, pequeños comerciantes, artesanos, estudiantes, pueblo todo de Bolivia tuvo la gran oportunidad histórica de aplastar por la fuerza a las fuerzas de la derecha política, de las oligarquías de nuestro país, a partir del cerco a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra realizada hace menos de un mes en las principales carreteras del departamento de Santa Cruz.
Pero, una vez más, la sabia decisión de los productores de la riqueza de este país, así como de cualquier otro país, decidió apostar por la paz; y así los trabajadores de la ciudad y del campo dejarán por unos días sus instrumentos y herramientas de trabajo; y sólo tendrán un destino: la paz, guiada por sus nobles sentimientos y por su clara razón, y conducidos incansablemente por su caminar de siglos.
Una vez más, los cuerpos y las mentes de los despreciados por los de arriba, harán temblar la tierra por sus miles y miles de pies en actitud de marcha; harán temblar de emoción todos nuestros corazones; y estarán escribiendo, una vez más, una hermosa página de nuestra historia.
¡Adelante hermanos marchistas!, ¡que nuestra caminata nos conduce a una nueva victoria!
Y esa victoria no será otra más que la aprobación de una de las constituciones políticas del Estado más democráticas de América Latina.
Santa Cruz, 15 de octubre de 2008
La ciudad de La Paz, capital política de la republica de Bolivia es, sin duda alguna, una de las más singulares del mundo por su estratégica ubicación geográfica, por sus accidentadas características topográficas, por su casi desordenado pero bello diseño urbanístico, por las formas de sus viviendas; pero es, sobre todo, singular por su hermosa gente, por su idiosincrasia, por la inagotable imaginación de sus habitantes, por la gran creatividad social (sociológica) que poseen los que en ella viven.
Esta ciudad es, tal vez, la ciudad de Latinoamérica que está más cargada de historia; cada una de sus calles y sus avenidas han sido testigos de algún, o varios, o muchos hechos históricos; en cada una de sus calles se respira un aire de acontecimiento decisivo para la historia de Bolivia; cientos o miles de sus edificaciones han cobijado alguna vez alguna página de la historia de Bolivia.
Y esta singular ciudad, una vez más, va a ser testigo de otro hecho: del recibimiento a miles y miles de esforzados marchistas que se desplazan a partir del día 13 de octubre desde la localidad de Caracollo, distante a unos 200 km de La Paz.
La Paz, su nombre por ahora, como lo fue otras tantas veces, será entendido en su tan expresivo doble sentido: la paz y La Paz. Quienes marchan hacia la ciudad de La Paz están apostando decididamente por la paz; para demostrar que se ha de poder aprobar la Nueva Constitución Política del Estado de Bolivia mediante procedimientos pacíficos, y no como quiso oponerse a las políticas del gobierno del MAS toda la derecha coaligada mediante formas violentas e incluso con la guerra civil.
Los movimientos sociales, los campesinos, originarios, pequeños comerciantes, artesanos, estudiantes, pueblo todo de Bolivia tuvo la gran oportunidad histórica de aplastar por la fuerza a las fuerzas de la derecha política, de las oligarquías de nuestro país, a partir del cerco a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra realizada hace menos de un mes en las principales carreteras del departamento de Santa Cruz.
Pero, una vez más, la sabia decisión de los productores de la riqueza de este país, así como de cualquier otro país, decidió apostar por la paz; y así los trabajadores de la ciudad y del campo dejarán por unos días sus instrumentos y herramientas de trabajo; y sólo tendrán un destino: la paz, guiada por sus nobles sentimientos y por su clara razón, y conducidos incansablemente por su caminar de siglos.
Una vez más, los cuerpos y las mentes de los despreciados por los de arriba, harán temblar la tierra por sus miles y miles de pies en actitud de marcha; harán temblar de emoción todos nuestros corazones; y estarán escribiendo, una vez más, una hermosa página de nuestra historia.
¡Adelante hermanos marchistas!, ¡que nuestra caminata nos conduce a una nueva victoria!
Y esa victoria no será otra más que la aprobación de una de las constituciones políticas del Estado más democráticas de América Latina.
Santa Cruz, 15 de octubre de 2008
1 comentario:
Mario, haces vibrar todas mis fibras chukutas!!!! Qué marcha más maravillosa ha sido esa...Qué ciudad tan solidaria que los cobija. Allá quisiera estar para sentir las convicciones de la gente. Ya estoy vacía en este contienente europeo huérfano de valores abandonado por los dioses. Ahí, a mi Chuquiago volveré pronto porque sus ajayos me hacen una falta terrible porque quiero volver a sentir la protección de la cordillera, el frío viento que sopla helado y transparente en agosto. Quiero rencontrarme otra vez con la gente, quiero viajar en minibus y perderme en los pueblos donde puedo reír y bailar.
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