20 de agosto de 2008

¡Qué jodido es el pueblo!

Por: Gisela López Rivas*

Después de haber escuchado fragmentos del discurso del prefecto Rubén Costas del pasado sábado, no sería correcto quedarse “callada” para quien, a pesar de ser crítica del liderazgo cívico empresarial, reconoce su representatividad regional (de al menos un 60% de los cruceños, el resto ahora es adverso).
No se le puede mentir al mismo prefecto diciéndole a la “opinión pública” que, “probablemente su ´euforia´ fue producto de su ´deteriorado estado de salud consecuencia de la huelga de hambre´”. Esa mentira daña el mismo liderazgo de Costas. Es necesario ser sinceros y honestos y convocar, no solo al prefecto, también al tan cuestionado (porque se encerró una laguna pública en su propiedad, por las denuncias sobre la propiedad de las tierras que ostenta, etc.) presidente del Comité pro Santa Cruz, al mismo alcalde Percy Fernández, a los fraternos, a los comparseros, a los unionistas, a los medios de comunicación y hasta a los opinadores famosos de la televisión y del periódico, a reflexionar.
El veneno que destiló el prefecto el sábado pasado evidenció lo derrotado que se siente a pesar de su envidiable 66% que obtuvo en el Referéndum. Ese mismo veneno han estado destilando desde la noche del 10 de agosto todos aquellos que apostaron a la revocatoria de Evo Morales.
Ese mismo veneno se sintió la tarde y la noche del viernes pasado por el segundo anillo cuando, de la forma más evidente, metió su mano negra la Unión Juvenil Cruceñista para soliviantar a los minusválidos. Con la causa de estos últimos, siempre voy a estar identificada, no por lástima, sino porque todo Estado debiera encarar políticas que beneficien a ciudadanos que tienen estas dificultades, más allá de las promesas de Evo Morales. Estado también son las prefecturas y los municipios.
¡Qué ironía! Me dije el viernes cuando miré la televisión. ¿Cuándo los “jóvenes” unionistas se han interesado por los minusválidos o por la niñez, o por los pobres, o por mendigos, o por los drogadictos que pululan en los canales de drenaje? ¿Cuándo un congresista de la derecha se enfrentó a los palos y las metralletas que policías y militares usaron contra campesinos y campesinas durante años en Chapare para “luchar” contra las drogas?
En este país nos hemos pasado la vida espectando violaciones de derechos humanos flagrantes. Y quienes las miramos con el corazón, terminamos identificándonos con las víctimas y nos sumamos a sus luchas. En ese terreno estuvieron ausentes los y las parlamentarias de partidos y organizaciones de derecha. En ese terreno no estuvo nunca el Comité pro Santa Cruz y menos la Unión juvenil Cruceñista.
Cómo será de maquiavélico el proceder que, desde mi óptica, la lucha de los minusválidos ha sido deslegitimada con la intervención de la Unión, el Comité y el Prefecto.
Después de lo visto el viernes y el sábado, después del “encendido” discurso del prefecto Costas y del “militante, voluntario y pacífico” paro cívico del martes, no me queda la menor duda de que la decisión, de despecho, es radicalizar posiciones en la media luna.
Esa decisión es como un manazo a la gente que fue a las urnas el domingo 10 de agosto. ¿Cómo se les ocurre a los bolivianos votar por el Presidente en esa proporción y, al mismo tiempo, votar en igual y en mayor proporción por los prefectos de la media luna?
¡Qué jodido es el pueblo! Pero mucho cuidado con las lecciones que da. El día del Revocatorio la lección fue democrática, demostrando por enésima vez que lo que quiere es paz. Sin embargo, la lección de octubre de 2003, fue muy dura…

*Periodista.

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