Por: Max Murillo Mendoza
Todos los nacionalismos se han alimentado de sus raíces culturales. Los alemanes, judíos, chinos, rusos, cubanos y en general las corrientes europeas se fortalecieron sobre la base de la recuperación cultural y moral de sus habitantes. La debilidad de los bolivianos es evidente: no tenemos estado ni nación. Ni siquiera se sabe qué es lo boliviano, o qué significa ese término, ya que las clases altas medias tienen vergüenza de lo quechua, aymara y guaraní. El intento del MNR ha sido una caricatura mestizo-blancoide, que terminó como toda “la izquierda” del MIR y el MBL: entregando sus ideales al neoliberalismo. “Haciendo negocios” democráticos.
Lo poco que quedó de la izquierda, destruida y en desbandada, después de 1.985, se coló, para sobrevivir, al MAS. Hicieron un entrismo exitoso. Pero que no confundan el camino, la lectura exacta es que los movimientos indígenas nada tienen que hacer con las corrientes de izquierda tradicionales, sino son corrientes genuinas, propias y nuevas en Bolivia. Algunos teóricos llaman a este fenómeno etno-nacionalismo, lo que me parece volver a encasillar en los moldes clásicos a los movimientos campesinos e indígenas. Sin embargo, sobre esta corriente importante se debe organizar y pensar, para generar, un nacionalismo boliviano puro, genuino y real. Que por primera vez involucre a los ciudadanos a sus derechos legítimos del nuevo estado boliviano. El estado actual a imagen y semejanza de las colonias croatas, alemanes, árabes y norteamericanas, no beneficia en nada a los millones de bolivianos de la Bolivia profunda: barrios marginales de todas las ciudades, quechuas, aymaras, guaraníes y otras naciones indígenas. Esas colonias están al interior de las derechas e izquierdas (Troskistas, MBL, MIR y otras corrientes dizque izquierdistas) de Bolivia.
Estos pasos se debe dar hoy mismo. En esta coyuntura importante de toma de conciencia nacional, citadina y rural, el gobierno debe nacionalizar los bienes de esas colonias anti-nacionales. La Revolución del 52 nacionalizó los bienes de la gran minería privada, que pertenecía a la oligarquía minero-feudal (terrateniente). No hubo otra alternativa para construir otra institución que el MNR llamó Estado. A estas alturas en que las colonias del oriente boliviano no respetan las mínimas cartas legales del país, no le queda más alternativa al gobierno del MAS, si existe coherencia con las exigencias del país, que nacionalizar los bienes mal acaparados de las oligarquías gamonales y terratenientes. Se debe sentar precedente jurídico legal para lanzar un mensaje claro a los colonialistas, y eso pasa por una actitud política concreta: la tierra nos pertenece. Lo contrario significaría seguir parchando y parchando al viejo Estado actual.
Necesitamos apuntar más allá de las ideologías coyunturales y débiles. Y eso es que generemos un nacionalismo boliviano. Las instituciones deben ser llenadas por profesionales quechuas, aymaras y guaraníes. Eficientes y eficaces, que conozcan mejor la realidad de este país. Existen profesionales de las clases medias muy capaces, ellos, ojala, tienen que ser la base de este despegue nuevo. Muchos de las clases medias están sirviendo en estos momentos en los ministerios; pero no es suficiente y se nota la lentitud de sus acciones, al ritmo del estado del 52. Es urgente pensar en este nuevo proceso, con actos inmediatos, teóricos y prácticos. Superando las debilidades (teóricas y epistemológicas) de la izquierda tradicional y las dubitaciones de los activistas del gobierno actual. Sólo un nuevo Estado nos permitirá diseñar con más objetividad y realismo las aspiraciones de la Bolivia profunda. Sólo ese Estado nos permitirá mejorar la educación, para convertirla en competitiva y productiva. Sólo ese Estado nos permitirá reordenar nuestras universidades, hoy nidos de la ultraderecha y la ineficiencia de las “izquierdas moderadas”. Sólo ese Estado nos permitirá estrategias de desarrollo y competitividad: becar a los mejores alumnos de las provincias a las mejores universidades del mundo, generar centros de talentos para todos los mejores profesionales, etc. Sino damos este paso, señores pasaremos a la historia junto al MAS, como los mejores parchadores de la viejísima llanta que se llama hoy Estado Boliviano.
Cochabamba, 18 de agosto de 2008.
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