26 de agosto de 2008

Estamos como estamos, será que es un sintoma de crisis...

Marcelo Arandia Alarcón
La crisis actual del modelo neoliberal …

La presente reflexión surge a partir de la sintomatología de la crisis del neoliberalismo como modelo económico. Sin duda, luego de una prolongada hegemonía, las ideas y políticas neoliberales se encuentran hoy en día a la defensiva, tanto por fuerzas internas crecientemente movilizadas como por una fricción de actores globales. Y al hablar de "crisis del desarrollo" no nos referimos sólo de fenómenos y procesos gravísimos de la economía internacional como el deterioro del "estado de bienestar", la crisis financiera y el endeudamiento, la crisis del empleo, o la evolución zigzagueante que manifiesta en las últimas décadas una economía internacional en proceso de globalización, en que suceden desajustes y recesiones que se prolongan más de lo esperado. La "crisis del desarrollo" que hablamos es algo muchísimo más critico y serio que todo ello.
Este análisis lo podemos expresar, como hipótesis, en términos concretos: mientras la economía mundial continúa su proceso de expansión y crecimiento global, una visión de conjunto del mundo permite prever que estamos avanzando hacia un colapso de la misma civilización que se está expandiendo y creciendo. La Crisis del desarrollo no significa, pues que, lo que hemos entendido como desarrollo esté dejando de verificarse, sino al contrario, que mientras más avanzamos por el camino de ése desarrollo, más se agudizan los problemas y contradicciones de la sociedad y más nos acercamos al punto de que continuar por dicha senda resultará imposible.
No se puede negar, que el principal interés del modelo neoliberal es mantener y acrecentar la posición ventajosa o de poder de los países desarrollados sobre el resto de países del planeta, que por cierto, varias corrientes de opinión denominan a este proceso como globalización y se constituye en la «nueva estrategia de hegemonía del capital en el ámbito mundial» .
Es así que la globalización económica en el actual periodo histórico, más allá de los intercambios económicos entre países desemboca con frecuencia a excluir a los pobres de los beneficios del crecimiento económico, es decir, que los supuestos beneficios del neoliberalismo son para unos pocos países y, sólo para algunos sectores dentro de los países en vías de desarrollo.
En este sentido, el discurso del neoliberalismo y globalización oculta profundas asimetrías entre las economías de los países en desarrollo y los países del primer mundo. Tal discurso menciona la complementariedad económica y no las desigualdades, que pregona el liberalismo económico dentro del proteccionismo practicado por los países ricos.
Por ello, se puede afirmar que el enfoque de Desarrollo, ha sido más bien un pretexto para imponer una nueva clase de dependencia y valores, una forma de enriquecer al mundo ya rico, una estrategia para moldear las sociedades pobres y satisfacer a través de ellas las necesidades comerciales y políticas de las sociedades ricas, y es así que estos valores propiciados por esta visión de desarrollo han sido asumidas como verdades absolutas y naturales, por ello ahora se las ve como una aplicación normal dentro de la sociedad boliviana.
Emergen nuevas corrientes sociales y paradigmas políticos en el nuevo milenio…?
Producto de la crisis del modelo neoliberal, da lugar al surgimiento de grandes movimientos sociales que surgen en la última década del siglo pasado a partir de las pioneras revueltas de los zapatistas en los años 90, de la aparición de los piqueteros argentinos y el movimiento indígena campesino de nuestra país, que liderizan grandes huelgas ciudadanas, que sin duda reconfiguran el escenario político de la región, logrando como resultado la expulsión de gobernantes como Sánchez de Lozada en Bolivia, de la Rua en Argentina y Gutiérrez en el Ecuador, fieles exponentes del modelo que entran en decadencia en el siglo XXI.
Consecuentemente, nuevas fuerzas políticas pasan a ocupar espacios de gobierno en países sudamericanos caso Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela, estos gobiernos se plantean la necesidad de abandonar las políticas que, en el pasado, causaran estragos como la explotación desmedida de nuestros recursos naturales, privatización de los servicios básicos y la perdida del poder de Estado consecuencias conocidas por todos, como lo demuestra el caso boliviano. No obstante, es preciso aclarar que en la generalidad de los casos los cambios más importantes se produjeron en el terreno más blando del discurso y la retórica, y no en el más duro y áspero de las políticas económicas.
Es así, que el proceso de crisis del modelo en Bolivia, ha dado origen a varias transformaciones que se traducen en la aparición de nuevas formas de protesta social y organización política antagónicas al proyecto neoliberal producto del debilitamiento del paradigma neoliberal en los ámbitos de la economía, la conciencia pública y la política, por lo que las manifestaciones de esta crisis se expresan en un sin número de manifestaciones (mayor pobreza y marginalidad, desempleo, deterioro de los RRNN, etc.) hechos ejemplificadores que nos han enseñado a la sociedad boliviana de lo que son capaces de generar la aplicabilidad de las políticas neoliberales en la coyuntura actual

Es por ello, que la ciudadanía boliviana ha propiciado cambios en el actual sistema político desgastado y caduco, aunque todavía es evidente que hacen falta otros cambios más profundos, pues, los desafíos del país son de mucha envergadura y quienes en principio tenían que afrontarlos eran los componentes del sistema político. Es decir, las iniciativas que provienen de la sociedad y de otras instancias para responder a los problemas estructurales del país tienen que tener su correlato en el sistema político y sus instituciones, y son ellos quienes tienen que conducir o mostrar voluntad política para introducir soluciones y encarar los problemas estructurales del país, en el marco de la transparencia, eficiencia y eficacia, caso del gobierno actual.

No obstante, los esfuerzos que la administración gubernamental actual hace, por generar cambios estructurales en procura de desmontar la estructura neoliberal del conjunto de instituciones estatales, lamentablemente hasta la fecha no han logrado mayores resultados y peor responder a las verdaderas exigencias que la ciudadanía boliviana demanda, posiblemente por que la iniciativa de sus reformas, se orientan más a la figura de cambiar para que no cambie nada, tal como sucede en la política hidrocarburifera donde el rol de las transnacionales siguen direccionando y condicionando el rumbo del sector.
Por lo que, en estos últimos años, asisten un conjunto de transformaciones que dan paso a nuevas iniciativas de sectores marginados, sectores de la sociedad organizada y la comunidad internacional, para introducir modificaciones e ir perfeccionado el sistema político y desterrar la corrupción que se constituye una amenaza a las reformas estructurales que afronta todo el país. Y esas son tareas pendientes para los miembros y componentes del sistema político recuperen el sentido de ética.
Es en ese contexto que, la democracia representativa ha funcionado en muchas ocasiones como un espejismo, en el que se esconde la profunda ausencia de una verdadera democracia social; por otro lado, podemos ver que la ciudadanía en el último acto eleccionario (referéndum Revocatorio) se ha evidenciado una creciente participación social en el ejercicio del derecho ciudadano a decidir sobre el rumbo que debe seguir el país en materia de enfoque político, dado el agotamiento del enfoque neoliberal, demostrando así que las organizaciones sociales apuntan a un cambio estructural, aunque sabemos que la Administración actual hasta este momento no visualiza una verdadera toma del poder e instauración de un estado que defina y articule las medidas efectivas para generar un verdadero cambio estructural en el país. Esta debilidad queda de manifiesta en la falta de institucionalidad por parte del Estado en diferentes regiones del país, donde actualmente ciertos grupos minúsculos se oponen a la operativización de normas que permitan esa transformación del estado en temáticas aún no resueltas como es el referido al tema tierra – territorio.

La necesidad de un cambio en la visión política para encarar el siglo XXI

Para nadie es un secreto que la administración gubernamental vigente en los más de 24 meses de ejercicio estatal no logra superar o revertir las visiones limitadas del desarrollo, que el modelo neoliberal estaba ejerciendo durante estos 25 años de vida democrática.

De hecho, en el período actual, podemos apreciar como las políticas públicas de carácter sectorial no han conseguido superar los problemas estructurales del subdesarrollo nacional, a pesar de haberse aplicado a nivel macroeconómico, políticas de lo más diversas, desde las más estatistas hasta las más liberales y a nivel macroeconómico y social, ejecutando una amplia diversidad de proyectos y programas que han ensayado variadas metodologías, orientadas a lograr un cambio estructural en materia socioeconómica del país.

En la actualidad existen un conjunto de regiones emergentes como es el caso del Chaco y la Amazonía que requieren de la implementación de políticas públicas diferenciadas según el contexto, partiendo desde el enfoque territorial, en la perspectiva de generar un proceso de desarrollo integral, procurando movilizar a sus actores hasta hoy rezagados en la canalización de inversiones publicas nacionales y departamentales, que propenda a equilibrar el desarrollo nacional, de manera que paulatinamente se vaya reduciendo las brechas entre, los territorios y actores del eje central, frente a otros espacios territoriales y conjunto de actores del resto del país, por ejemplo.

Es inevitable, que un cambio en las estrategias de desarrollo en el escenario actual, requiere de una verdadera voluntad política del gobierno central, así como también de algunos actores públicos locales, para implementar políticas diferenciadas en función de una meta de cohesión territorial nacional; y de cohesión social intra-territorial central, todo este accionar bajo la premisa de encarar un verdadero cambio estructural que permitan contribuir a la construcción de un país más justo, democrático y solidario.

Este cambio en la visión política del país se debe orientar a procurar desplazar el eje articulador de las estrategias de desarrollo al ámbito del territorio. Se busca, entonces, pasar de la formulación de políticas que privilegian una visión parcelada (sectorial) de la realidad a políticas que se centran en el lugar y que privilegian la figura multidimensional (económica, social, política, ambiental y cultural) del espacio territorial.

Es a la luz de esta perspectiva territorial, que las políticas públicas deben apuntar a proporcionar orientaciones estratégicas que potencien los instrumentos tradicionales del desarrollo; por ejemplo, en lo relativo a su impacto redistributivo, de crecimiento económico, de preservación de las riquezas sociales y naturales, y de integración social y territorial. Lo que se busca es que la agenda política de desarrollo genere una única economía en un único territorio superando las brechas entre grupos sociales y entre regiones o territorios. Por ejemplo, se deben dar cambios fundamentales en los criterios de focalización de las inversiones en base a programas integrales y en los procesos de planificación, gestión y evaluación, por ello la propuesta de una nueva división política de este país, podría ser un mecanismo que ayude a dinamizar e impulsar las estrategias de desarrollo de regiones como el Chaco, lo cual permitiría un desarrollo armónico en el espacio territorial del país incorporando criterios de interculturalidad, sostenibilidad y un nuevo concepto de gestión pública más eficiente.

Es importante destacar que el cambio en el enfoque de la política actual, priviligeando lo territorial, nos conduce a un nuevo modelo de gestión que favorezca la construcción de espacios políticos y democráticos sobre los cuales se apoya el desarrollo social, económico, cultural y ambiental. Por esta razón, el Estado debe asumir estrategias que protejan y fomenten la participación y el ejercicio de una ciudadanía activa, por ello se hace imprescindible la aplicación de políticas públicas desde una perspectiva territorial donde dinamice la participación de los actores en los espacios más locales y territoriales, espacios, en el que generalmente no existen estructuras institucionales bien definidas. El establecimiento de escenarios institucionales bajo una nueva división política es un reto que debe afrontar el Estado, para asumir un verdadero cambio estructural en este país.
Particularmente, considero que el horizonte sigue siendo la efectiva voluntad política de cambio que este país requiere; sin duda, para encarar los nuevos desafíos, hay necesidad de cambiar las lógicas del poder, y para ello es necesario una redefinición de la nueva división política de Bolivia, lo que permitirá aplicar un verdadero cambio de enfoque en la gestión pública desterrando el modelo de país actualmente anacrónico y anquilosado en falsos regionalismos chauvinistas que no hacen otra cosa que ahondar nuestra pobreza estructural.

Finalmente podemos decir que esta propuesta generada desde la región chaqueña, tiene un profundo sentido de Integración Nacional a partir de una redefinición de la estructura político territorial del país. En una visión de cara al siglo XXI orientada a promover un verdadero desarrollo a escala humana, social, técnico y científico que el boliviano debe alcanzar para combatir la pobreza. Esto se puede lograr solo administrando mejor y rápidamente el capital económico y social que disponemos, podremos alcanzar nuestro desarrollo nacional.

Es una propuesta que apunta a la Concertación Nacional no concebimos ni admitimos los discursos de "oriente y occidente", el surgimiento de la región chaqueña esta orientada a "completar verdaderamente" el mapa de la nacionalidad boliviana incorporando "como algo real", en el ámbito humano y espacial a la región chaqueña.

No hay comentarios: