Esta es una novela de Juan Carlos Salas Acarapi titulada "Valentina y la Naturaleza", ganadora del premio "cuentos cortos relacionados con la Naturaleza", promocionado por ABDES y financiado por LIDEMA
Capitulo I
EL REENCUENTRO
EL REENCUENTRO
Tula y su esposo fueron los únicos que quedaron en el desierto, los demás se fueron o algunos habían muerto, pero ellos ya estaban muy viejos para también irse, así que decidieron aguantar hasta donde la providencia los acompañe, su vida y sus raíces estaban allí, no resistirían mucho, todo a su alrededor se había convertido en desierto, solo quedaba esperar, aun albergaban una esperanza.
La mañana siguiente Tula amaneció inerte, no respiraba ni se movía, no daba señales de vida, el viejo intuyó que era el final de ambos, solo él sabía cuánto Tula había resistido, aunque el dolor le embargaba no pudo llorar, ya no tenía lagrimas en su ser. Sintió que se desvanecía y se dejo dormir en un profundo sueño del cual no quiso despertar.
Valentina recorría presurosamente aquellos parajes que tiempo atrás eran parte de su mundo, cuando vio al viejo una mezcla de pena y alegría invadió su corazón, ella lo había conocido cuando era una niña, no lo recordaba bien pero sintió algo familiar al tocarlo, fue un milagro encontrarlo todavía vivo. Al ver a Tula muerta, Valentina sintió que se le partía el alma, pero tuvo que ser valiente, si no se apresuraba en salvar al viejo probablemente él también moriría.
Valentina y su equipo estuvieron buscando por semanas algún rastro de vida en aquel desierto, al parecer ya nadie ni nada vivía allí, ni siquiera las hormigas y lagartijas, todo estaba devastado, todo había sido invadido por la arena, desde Saucari hasta Sabaya y desde Ucumasi a Salinas, todo era desierto, la arena avanzaba a paso lento y no dejaba lugar a vida alguna, ni siquiera la paja tenía lugar en este mundo desolado.
Con suerte en todo ese tiempo, el equipo de Valentina había encontrado enterradas en la arena algunas semillas de plantas propias del altiplano, eran los únicos vestigios de vida por allí. Tal vez por eso mismo la sorpresa de Valentina al encontrar al viejo y a Tula fue cual si hubiese realizado uno de los mayores descubrimientos, el tiempo le diría que en efecto esto era así.
Cuando Valentina tenía recién ocho años, sufrió un accidente, ella y su familia emigraban hacia Oruro desde Ucumasi, pueblito pintoresco donde Valentina había nacido y vivido hasta esa edad, debido a la falta de transporte habían decidido viajar en un camión de carga, éste por el peso de la carga y las malas condiciones del camino, había volcado. Tal accidente ocasionó muchos heridos, por suerte, Valentina y su familia salieron solo con algunas contusiones menores. El viejo y Tula, que estaban por ahí en el momento justo que sucedió este accidente, lograron amortiguar la caída de Valentina del camión y la rescataron.
Ahora, era Valentina la que rescataba al viejo y a Tula de la muerte, tal vez la edad de Valentina cuando ocurrió el accidente era muy corta para que pueda algún día recordarlos, pero en el instante que vio al viejo sintió una cercanía muy familiar que hizo que recuerde el suceso pasado। La radio de onda corta no tenía suficiente alcance como para que sus compañeros la escuchen, Valentina subió a la loma de arena más alta que vio y desde allí dio la señal de alarma, era necesario llevar al viejo y a Tula cuanto antes a Oruro para tratar de salvarlos.
Capítulo II
VALENTINA
José, el padre de Valentina, había nacido en un pueblito ubicado entre Salinas de Garci Mendoza y Ucumasi। Por la falta de escuela en aquel lugar, desde niño lo llevaron a vivir en Ucumasi donde había una escuela que no solo ofrecía el nivel de primaria sino también el de secundaria। Felicia, la madre de Valentina, sí era natural de Ucumasi, se distinguió por ser la muchacha más alegre de entre sus amigas, Felicia pensaba que el mejor lugar para vivir era su pueblo y por ella no lo habría cambiado por nada. Cuando Felicia y José se conocieron nunca habrían pensado en que un día sus vidas se unirían, sus caracteres definitivamente eran muy distintos. Ya en secundaría, a la edad en que el amor empieza a nacer en los adolescentes, estando en el mismo curso, fue inevitable que el amor les llegara.
Al cursar el segundo medio de educación colegial, José y Felicia se enamoraron, y su enamoramiento fue tan fuerte que decidieron juntar sus vidas para siempre, dejaron sus estudios y vivieron juntos. Producto de este amor, nació Valentina, una niña inteligente que lograba altas notas en la escuela, había aprendido a ser feliz en su pueblo natal, ayudando a su mamá en los quehaceres de la casa y algunas veces saliendo con su papa a cuidar las llamas en la pampa. Al igual que su mamá, Valentina se habría quedado por siempre en este pueblito tan acogedor, pero las personas fueron yéndose poco a poco de allí, aunque la comida no faltaba, la mayor parte de las personas pensaban que saliendo a la ciudad su situación mejoraría.
Ucumasi fue quedando con muy poca población, y José decidió que lo mejor para su familia también era salir a la ciudad, Valentina no entendía el por qué de que aquel viaje, a ella no le faltaba nada, pero su papá se había obstinado con esta idea.
A sus ocho años de edad, para Valentina aquel viaje no era uno más de los viajes que habían hecho antes para proveerse de lo necesario en la ciudad, ella sabía que no volvería allí en mucho tiempo, a sus arenales, a sus pampas, sus suris y vicuñas y tanta belleza natural de esos paisajes. Pese a la decisión tomada, a momento de marchar una pena profunda invadía los corazones de los padres de Valentina, dejaban el pueblito en el que habían vivido toda su vida.
José no pudo conseguir nada mas apropiado que un camión leñero, después de haber recolectado cuanta thola pudieron, los dueños de este camión anunciaron su partida a Oruro, la thola acomodada en fardos atados tan ordenadamente serviría como colchón para transportar a los pasajeros. Felicia y José cargaron sus pocas pertenencias, que se reducían a dos atados de ropa, una bicicleta, una radio, víveres suficientes para una semana y tres ollas de aluminio, además de tres llamas recién carneadas que las venderían en Oruro, el resto de sus posesiones las habían vendido una semana antes y lograron reunir un dinero que pensaban les sería suficiente para vivir por lo menos durante tres meses hasta que consiguieran trabajo.
El viaje fue placentero, el buen clima los acompañaba y las únicas molestias eran las sacudidas en los desniveles del camino y la sensación de desequilibrio en las curvas, con escolta de vicuñas y suris prosiguió el periplo hacia Oruro। A la mitad del camino, el viejo camión tropezó con un hueco que hizo que su eje trasero se rompiera y que suceda un accidente, Tula y su esposo estaban cerca al camino cuando este accidente sucedió, el peso de la carga hizo que el camión diera un vuelco de lado tan repentino y súbito que nadie tuvo tiempo de ponerse a buen resguardo, en menos de cinco segundo varios de los pasajeros yacían desparramados cerca al camino, algunos con huesos fracturados otros con cortaduras o golpes de gravedad y unos pocos ilesos, entre los afortunados se contaban José y Valentina, Felicia había sufrido una contusión en su espalda que le provocó una herida interna cuyo dolor la acompañaría el resto de su vida. Valentina fue salvada de un duro impacto, la casualidad o un milagro había hecho que Valentina fuera lanzada justamente a los brazos de Tula y su esposo, entre ambos habían juntado fuerzas para aminorar el impacto y luego depositar a Valentina suavemente en el piso. Sea por la confusa situación, o la preocupación por los heridos, nadie le dio mucha importancia a este acto heroico, José, asustado al ver a la niña en el suelo, la levantó inmediatamente y la alejó de allí sin siquiera agradecer. Valentina, en cambio, nunca olvidaría aquella situación.
(Cada semana haremos entrega de dos capítulos de esta novela)
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