Texto: Rolando Carvajal
La Paz, 16 Abr (Erbol).- Sin adversario de proporciones a la vista pero como un Gulliver atrapado en sus propias miasmas, el gobierno boliviano parece condenado a librar hasta el 6 de diciembre partidas simultáneas con los cabecillas de cada región, en un escenario estrecho donde, entre otras cosas, los cocales asfixian, el anhelo de mar soberano “está más lejos que nunca” y la derecha recupera turgencias gracias a los abscesos de corrupción y nepotismo que el gigantón no puede arrancar de sí.
En paralelo, la reciente ampliación de la brecha cambiaria del dólar en beneficio de los banqueros y el virtual asalto vía declaraciones de impuestos a los ahorros de las familias de ingresos medios, son sólo dos de los ejemplos contradictorios con que el oficialismo ha emprendido en las últimas semanas la anticipada “batalla” por el voto de las volubles clases medias.
En sus diversas fracciones, la clase media puede determinar que el fiel de la balanza afecte, según previsiones electorales de uno y otro bando, no tanto la continuidad del presidente Evo Morales, sino, sobre todo el accionar de los movimientos sociales en la futura Asamblea Plurinacional (AP) y el destino de las transformaciones de Estado.
La batalla es fundamental para el desarrollo del proyecto masista, comenta la corresponsal de El País de España, Soledad Gallego: “para poner en marcha los cambios institucionales que prevé el nuevo texto, Morales necesita ganar un nuevo periodo presidencial”.
“Es la pelea por el poder mayor, ya no sólo por el gobierno”, insiste Jorge Lazarte, el ex jerarca de pasadas cortes electorales.
Adicionalmente, los escuálidos resultados de la estrategia marítima oficial que no ha desmentido un posible canje de enclaves (salida chilena al Atlántico a través del Pantanal boliviano en el río Paraguay, por un acceso boliviano no soberano en territorios cautivos al norte de Antogafasta); junto a una misérrima compensación no retroactiva de 25 millones de dólares por los manantiales cordilleranos del Silala (olvidando el usufructo que Chile hizo de esas aguas desde 1884, valorado en casi 950 millones de dólares)[1], muestran por otra parte que los equívocos no pueden atribuirse sólo a las jugarretas de la derecha y sus medios masivos.
“Bolivia más lejos del mar a 130 años de la Guerra del Pacífico”, tituló Bolpress el pasado 23 de marzo, día emblemático de los infortunios bolivianos.
Los saldos de la reciente disputa de Semana Santa por un puñado de curules de indígenas y el 6 % de los migrantes, muestran también, cómo el oficialismo (al igual que en las capitulaciones de octubre pasado, incluidas las bravatas masivas de rigor) no tarda en ceder posiciones inicialmente defendidas a rajatabla, y cómo los cálculos oficiales se hallan tan por debajo del triunfalista 70 %, que es necesario enzarzarse con uñas y dientes para alcanzar los 110 votos que harán los dos tercios en el futuro Legislativo de 166 escaños.
En medio de los regalos, las facciones de derecha, unidas en el fondo pese a sus matices, ya no precisan tanto sabotear a la economía con el arma del terrorismo inflacionario y desestabilizar la nación con una latente estructura paralela (”un país, dos visiones”: estado federal binacional), sino simplemente cosechar los frutos de una administración deteriorada en varios ámbitos y contradictoria, por lo demás, con el supuesto estratégico de consolidar la presencia popular apoyándose en las reducidas pero indispensables clases medias, visto está que las masas no pueden, por sí solas, imponerse sobre los adversarios sempiternos.
Por si los problemas fueran pocos, la evolutiva incautación de droga refleja dificultades para obstruir el paso (inducido por la CIA o no) de droga proveniente del Perú (35 t., de cocaína y 1.800 de marihuana desde el 2008)[2] y, lo que es peor, serios problemas para frenar la producción en alza de cocales ilegales que están saturando los mercados locales (casi 500 t. estocados) y creando rencillas entre los mismos cocaleros.
¿EL FIEL DE LA BALANZA?
En medio del vendaval y los ríos revueltos, el combate por el fiel de las clases medias presenta, quizá no inesperadamente, a un alcalde y a un partido aliado del MAS (el MSM), como uno de los factores clave para evitar que el voto de la clase media se escurra hacia la derecha, sobre todo en ciudad de La Paz.
Tan sólo en los seis meses transcurridos entre el referéndum revocatorio del 2008 y la consulta del 2009 para la Constituyente, el rechazo al MAS en el Departamento creció de 177 mil a 248 mil sufragios. Concretamente, en la ciudad sede de gobierno el voto contra el Presidente saltó de 133 mil (33%) a 173 mil (40 %), según datos oficiales de la Corte Electoral.
Así, pese al desdén y la resistencia que pudieran generar entre la dirigencia populista allegada al tumulto prebendal y otros tintes extremos, el alcalde Del Granado y los “sin miedo” están a punto de convertirse en los centavos esenciales del peso que necesita el gobierno para reproducirse, aunque ahora sin las ventajas que facilitaron el 2005 ganar la Presidencia con el 54 %, constituir el 2006 una efímera y tormentosa Asamblea Constituyente con menos del 66%), confirmarse el 2008 en el mandato con 67 % y volver triunfar hace tres meses con la nueva CPE pese al 42 % en contra.
Morales terminó marzo con una aprobación actual del 39 % a, pese a que una mayoría de los bolivianos cree que el Presidente será reelegido con el 49 % de los sufragios.
Tal vez por esas razones, Morales ha pedido el auxilio anticorrupción del MSM, que gobierna La Paz desde hace diez años y ha visto pasar a siete gestiones presidenciales.
“En tres años todavía no puedo fácilmente erradicarla; y señor Alcalde, con todo su equipo, funcionarios honestos, ayudarme es un gran deseo que tenemos todos para acabar con la corrupción”, dijo el mandatario, sin que se sepa si el oficialismo aceptará también sugerencias para erradicar el nepotismo que se descuelga desde la “casa de Gobierno” hacia el subsistente sistema superintendencial.
MESES PELIGROSOS
En lo que quizá resulte la hora más aciaga de la era masista, aunque no la peor ni fatal, la estructura gubernamental atraviesa uno de sus periodos más riesgosos para su estancia en el poder, que el Presidente ya ha reducido a sólo 10 años, según sus declaraciones de marzo pasado.
Desacreditado también el “cerco” a la derecha en el Legislativo —que más que amedrentar a los opositores hubiera obligado al Presidente a taponar, como hace seis meses, el ingreso de los movimientos sociales al Parlamento mientras se pactaban las nuevas capitulaciones—, la suma de adversidades sólo es atenuada en parte por el regular manejo de la economía, que al menos no ha cedido a las presiones inflacionarias de la oposición.
Un recuento no exhaustivo de algunos contrasentidos en que se debate un gobierno golpeado por sus propios equívocos, muestra, por un lado, que la virtual supresión del seguro especializado; SuSalud, por otro limitado a la atención mínima, casi enfermeril, ya prestado por las asistencias públicas y la Cruz Roja, junto con el ataque de Impuestos Internos al ahorro de la clase media, a propósito de la presentación de facturas por ingresos que sobrepasan los mil dólares, puede producir efectos adversos en una coyuntura donde las expectativas eleccionarias ya fueron minadas por el autogolpe de la corrupción.
Por otra parte, la oposición y la prensa reaccionarias ya no necesitan rebuscar o manipular los datos de la realidad, aunque no dejen de hacerlo: simplemente se nutren con más intensidad del maltrecho accionar gubernamental que, paralelamente ha decidido anular los brotes de crítica o disidencia [3], prefiriendo a título de disciplina y compromiso una obsecuencia que a su vez es denunciada por los mismos medios de la derecha, acentuándose un innecesario y arriesgado doble frente.
Y aunque se observa que la derecha crece, pero no lo suficiente como para disputar en serio el gobierno[4], la apuesta por lograr la diferencia del 10 % sobre el segundo, conlleva el riesgo de no contar con los 2/3 en la futura AP, calcando, para mal de males, las trabas que sepultaron a la Asamblea Constituyente.
MENUDA TAREA
Por lo visto, aparte de lidiar con Tuto Quiroga y algún otro en el nivel nacional, a la manera de las partidas simultáneas de ajedrez el presidente-candidato deberá afrontar varias batallas contra diversos rivales regionales, cada uno con baja fuerza nacional, pero con alta fortaleza departamental.
Estando por verse si los agroempresarios y sus asesores diplomáticos logran cubrir con un barniz nacional el liderazgo separatista de Branko Marinkovic en Santa Cruz[5], en La Paz los principales candidatos para desplazar al empresario Samuel Doria Medina son Carlos Mesa y Víctor H. Cárdenas, ex allegados de Sánchez de Lozada.
En Potosí nada opaca la figura de René Joaquino, alcalde desde 1997, mientras que en el valle el retorno del ex prefecto Reyes Villa reagrupa a la derecha cochabambina que usa hábilmente la figura de Alejo Veliz, y entre la débil oposición orureña puede abrirse paso Fernando Untoja, el ex katarista aliado del difunto ex dictador Banzer.
En el Beni, la mancebía rampante del prefecto Suárez puede ser cuestionada por la astucia del senador Walter Guiteras; y en Pando, casi reconquistado por Leopoldo Fernández desde la cárcel, están listos para la candidatura figuras como su heredero, Paulo Bravo, y el viscoso Roger Pinto; mientras que en Tarija y Sucre sólo aparecen las figuras del prefecto Mario Cossío, si es que elude un juicio en ciernes, y de Sabina Cuéllar, si acaso el apoyo cruceño le alcanza para enfrentar su propio cuestionamiento interno.
PRECIO Y GANANCIA
Salvado el escollo planteado por la nueva ley electoral, el voto de los migrantes y las circunscripciones indígenas, la economía conducida por el gobierno no está del todo bien pero sobre todo no parece ir mal, teniendo en cuenta que podría estar peor por efectos de la crisis financiera internacional, sobresaliendo los esfuerzos para mantener estable el dólar, sin elevarlo como desean los exportadores, lo que daría paso a una espiral inflacionaria que fascinaría a la oposición.
No obstante, desde las maestrías o las fundaciones, los economistas neoliberales se estiran los pelos por temas como la reducción de la renta petrolera o el contrabando de ropa usada (dedicando columnas a los calzones viejos de Victoria’s Secret”, por ejemplo, o el desempleo en Potosí), pero algunos organismos empresariales cruceños no tienen más que admitir que muchos de los precios se ha volcado a la baja por la devaluación de las monedas circunvecinas.
“Me sumo a la protesta contra los que quieren que suba el dólar a Bs 10, que aspiran que la inflación llegue al 25% y que sueñan con un crecimiento económico menor al 3 por ciento anual —ironiza desde Santa Cruz Hilda Corzo en el portal Execlub.
“Háganles llegar las malas noticias: que la harina, el aceite, el azúcar, la manteca y las frutas y verduras han bajado de precio en marzo” añade Corzo incluyendo un ácido “jo, jo, jo”.
Tan mimados como los militares, por su parte, los banqueros no ocultan su entusiasmo por los resultados de sus utilidades consecutivamente ascendentes en los últimos tres años. Juan Carlos Salaues, ejecutivo Asoban proclama que la compraventa de divisas es parte del exitoso negocio operativo del sistema y que la brecha cambiaria vigente “da nomás un margen de utilidad”, incrementada en 20 % desde que a comienzos de abril el BCB aumentó un punto en ambas bandas (entre 7.08 y 6,96). Curiosamente, México, Brasil y Argentina, (según cotizaciones al 09-04-09) no conceden semejantes grietas de utilidad.
Menos visible, el regocijo se extiende entre la oligarquía y los mil cubanos anticastristas desplazados a Santa Cruz, según Indymedia: después de todo, Morales y sus ministros terminaron concediendo parte del ansiado reconocimiento a los estatutos autonómicos separatistas, con lo que alistan vestiduras para copar las asambleas legislativas departamentales.
24 de abril de 2009
La batalla por las clases medias y los 110 escaños claves de la Asamblea Plurinacional
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