Por Gisela López Rivas *
Hace un par de años, cuando se realizaba la Asamblea Constituyente, escribí un artículo titulado “La Asamblea tiene cuatro invisibles” en alusión a los únicos cuatro indígenas que representaron a solamente tres culturas de las 34 que hay en las tierras bajas de Bolivia.
El moxeño, los dos chiquitanos y el guaraní que fueron constituyentes tuvieron que “colgarse” del MAS para llegar a Sucre en agosto de 2006 cuando se instaló el cónclave más importante de la historia de nuestro país. Era imposible que llegasen a la Asamblea a través de “un ciudadano un voto”, debido a que estas culturas son de población minoritaria y, con el sistema democrático “nuestro”, nunca accederían a tener una representación política en la Asamblea Constituyente.
Previamente, los 34 pueblos del oriente y la amazonia habían demandado tener representación directa en la Constituyente precisamente para ser partícipes del proceso por el que lucharon desde la década de los 80, desde las marchas de los 90 y que prosiguieron en este nuevo siglo. Estaban cansados de ser “representados” por los no indígenas y por eso exigieron “representación directa”, para representarse ellos mismos (valga la redundancia), sin intermediarios. Pero no lo lograron.
Qué ironía. Fue el mismo MAS, el partido “indigenista” que enarbola ahora el “Estado Plurinacional”, el que se encargó de negociar con la oposición la posibilidad de que los indígenas de tierras bajas, donde está realmente la diversidad de culturas -pero con población minoritaria- lleguen a la Asamblea Constituyente a través de la representación directa de sus pueblos.
La “representación directa” de los pueblos originarios en la Asamblea Constituyente fue, precisamente, el mejor paquete de negociación del masismo con la oposición. Y los indígenas lo aceptaron, lo perdonaron y lo dejaron pasar a pesar de que ello disminuyó la representación de 34 pueblos a tan solo tres en el histórico cónclave desarrollado en Sucre entre 2006 y 2007.
Ahora la historia se repite. Otra vez el masismo tuvo bajo la manga la carta de la negociación con la oposición: las “circunscripciones especiales” que, estoy convencida, las negoció sin importarle el verdadero significado de la plurinacionalidad dentro de la Asamblea Legislativa y del nuevo Estado, también plurinacional –supuestamente.
Es que la política es matemática pura, donde los revolucionarios conceptos de la plurinacionalidad, inclusión de culturas y demás banderas que se han estado flameando falsamente son solo eso…conceptos, teorías, slogans para venderle al mundo la mentira más grande: Que Bolivia tendrá un Estado Plurinacional.
Al MAS no le interesó nunca luchar por ese Estado descrito en la nueva Constitución Política del Estado. Eso lo comprobamos en aquel entonces, cuando el partido de gobierno negoció con la oposición suprimir de la Ley de Convocatoria de la Asamblea Constituyente la representación directa de los pueblos indígenas. Hoy lo volvemos a comprobar.
¿De qué le sirven ahora los 34 pueblos indígenas de tierras bajas al masismo? De nada, porque no suman (votos). Son 34 etnias disminuidas y la mayoría en vías de extinción. Por eso se repite la historia. Por eso las lágrimas de Adolfo Chávez en el mismo Congreso Nacional al que considera un traidor, porque el traidor de los indígenas no es Evo, ni es solo el MAS, sino todo el sistema político que antes y hoy marginan a las minorías étnicas de este diverso país.
* Periodista
14 de abril de 2009
¿Adiós a la plurinacionalidad?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario