24 de julio de 2008

Justicia en Bolivia: Templo de mercaderes

Por: Max Murillo Mendoza

La justicia boliviana es de ciencia ficción; pero real y cotidiana. Personalmente vivo de cerca un proceso con los famosos FONVIS, que fue una de las instituciones prostituidas y saqueadas por todos los gobiernos anteriores (era un botín de guerra política), donde mi padre está lidiando desde hace 8 años con abogados y funcionarios corruptos de dicha institución, y ni este gobierno puede hacer nada al respecto, ya que ahora los funcionarios se han transformado de la noche a la mañana en “masistas”. Y este cuento es cotidiano. Cualquier ciudadano boliviano sabe que, si sucede el caso, tiene que enfrentar con la corrupción legal y sinverguenza. Tenemos que tener más dinero extra, para aceitear y corromper a los abogados, haber si tenemos suerte con ello, si es que el oponente no pone más dinero, para ganar el caso. De lo contrario, como en el caso de mi padre, el proceso puede durar hasta las calendas griegas.
Entonces no me extraña la actitud de la “magistrada” Salame. En este Templo de Mercaderes todo es posible, menos la administración de la justicia, que es una buena excusa para corromperse hasta la alabanza de los demás: “está aprovechando su oportunidad”: que fue la consigna de la moda neoliberal en Bolivia. Salame por supuesto ha recibido cheques por su acto, su riesgo y desprestigio ha tenido algún precio, no creo político porque sería nada; pero sí metálico. Esa es nuestra justicia. Lo demás es pajarear y algo de insumos para que tengan pega “los analistas políticos”.
La justicia, es cierto, es una mierda. Pero cuáles son los pasos que este gobierno ha dado para también empezar a cambiar eso? Ninguno. Complejo sí; pero a veces nos cobijamos bien en nuestra inutilidad bajo las palabras “complejo y difícil”. Para mí se debe intervenir las universidades por lo menos del Estado, donde todas las facultades de derecho son nidos de la ultraderecha, porque saben que es un instrumento clave en la manipulación de la constitución y su estructura legal. Se debe obligar a la jubilación a todos esos viejos corruptos, y maestros además, que pululan por los centros universitarios contaminando el ambiente hacia los jóvenes. Se debe también cambiar las reglas de juego para democratizar la enseñanza, sobre todo para que tengan oportunidad los más capaces y no los compadres o cuates del partido y lo metálico. En definitiva hay que cambiar, obligar a cambiar, los centros de enseñanza de dónde están saliendo ya prostituidos los que después son los responsables de la “administración de la justicia”. Existen también otros caminos; pero como en todos los procesos este también requiere de una actitud política decisiva, clara y concreta.
El colegio de abogados si bien es una instancia privada, no tiene sentido. Son los que cobijan el funcionamiento de la corrupción. Son los que justifican todos los procedimientos de los más corruptos. De hecho, la otra tareita que se daban los partidos tradicionales era la de apropiarse de todos los colegios de profesionales posibles, de los tinterillos, médicos, ingenieros, etc. De parte del gobierno y los movimientos sociales, existen estructuras de abogados por el cambio? Hasta hora no han aparecido.
La ultraderecha sabe que tiene un aliado incondicional en la “justicia boliviana”, por eso sus actitudes de confrontación directa y boicot abierto contra el gobierno. En su desesperación política tuvieron que pagar a la magistrada Salame, para seguir con sus recetas de boicot y confrontación. En este sentido es preciso desmontar esta estructura absolutamente política y prebendal que es lo legal. Los ciudadanos de a pie no estamos percibiendo cambios en la justicia, no ha cambiado nada. Los trámites legales son los mismos procedimientos corruptos de antes, por lo que a veces nos preguntamos: qué realmente está cambiando en Bolivia?
Cochabamba, 24 de julio de 2008.

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