Por: Germán Huanca Luna(*)
Lo que esta pasando en Bolivia es un proceso de emancipación campesino-indígena, que nace de aquellos que fueron ignorados, marginados y desplazados socialmente durante siglos y que hoy exigen a viva voz ser reconocidos como miembros natos y activos de la sociedad boliviana. Los actos de violencia perpetrados en Sucre el pasado 24 de mayo y lo sucedido en Santa cruz en el plan 3000 el pasado 4 de mayo es un acto de rechazo a este proceso de inclusión y reconocimiento, es la negación al ser "indio".
En 1952, campesinos y mineros recuperaron el poder político, que en esa oportunidad fue otorgada a los intelectuales de la época con demandas claras como la nacionalización de las minas, el voto universal, la educación gratuita, sin embargo el poder político continuó en manos de la oligarquía mezquina y dejando a los movimientos sociales fuera del escenario político y económico. En diciembre del 2005 a través de las urnas se elige al presidente Evo Morales, quien inicia un nuevo ciclo de la historia política boliviana donde campesinos e indígenas interpelan al estado colonial la incorporación y el reconocimiento de una mayoría ignorada, marginada y desplazada y lo hacen a través de una Nueva Constitucion Política del Estado con muchas falencias, pero eso si con una participación de representantes acorde a la estructura social del país.
Que la nueva Constitución no es favorable para quienes siempre tuvieron en el poder, es de suponer que fuese así, no se puede volver a cometer los mismos errores del pasado. Que existen otros medios para hacer justicia en el tema de la tierra como son los impuestos, sin duda. Que la nueva Constitución da más privilegios a los campesinos e indígenas, también es un tema sensible. No puede haber ciudadanos con más privilegios que otros en una Constitucion. Que el actual gobierno no tiene un horizonte en cuanto a la visión de país especialmente en el tema económico, eso tampoco hay que negarlo. Que el estado necesita una transformación de fondo y es necesario profundizar la descentralización incluso con sistemas autonómicos, no quedan dudas. Que después de las pasadas elecciones Bolivia cuenta con partidos minoritarios que hacen una oposición destructiva sin un proyecto político y con la complicidad de medios, eso es más que evidente. Por favor, ninguno de los vacios arriba mencionados es razón justificable para los actos de barbarie suscitados en Sucre.
Así como el gobierno se equivoca en no tener una política económica de crecimiento a largo plazo y caer en los mismos errores de los partidos tradicionales en cuanto al nombramiento de funcionarios públicos incapaces de hacer cambios efectivos, nada nuevo en comparación a los anteriores gobiernos; el comité cívico de Santa Cruz y el comité interinstitucional de Chuquisaca se equivocan en promover los actos de violencia, especialmente contra quienes reclaman a gritos una transformación del país. No se dan cuenta que la presencia del presidente Evo Morales en el gobierno es un inicio sin retroceso, es decir que de aquí en adelante tendremos que convivir nos guste o no con campesinos e indígenas ejerciendo el poder político en los municipios, en las prefecturas departamentales y en el gobierno central. La humillación que mis hermanos campesinos han recibido en Sucre no tiene nombre. Todavía es tiempo cambiar y de deponer actitudes racistas.
(*) Economista. Escribe desde Estados Unidos
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