Por: Andrés Gómez Vela*, Publicado en La Prensa, La Paz
La Ley Mosaica dice: “Honrarás padre y madre”। Las constituciones políticas obligan a los hijos a respetar a sus progenitores y los códigos penales del mundo tipifican el delito de parricidio. En suma, la sociedad y el Estado tienen la obligación de hacer respetar el tronco común o el árbol genealógico. Pues, no es ético hablar mal o renegar de nuestros genes. He ahí la razón por la cual debemos respetar a los macacos, que son los primates padres de Rubén Costas, Hugo Chávez, Evo Morales, Nelson Mandela, usted, él, ella, nosotros y yo.
La ciencia, tras estudiar el ácido desoxirribonucleico (ADN) del ser humano, concluyó que los macacos son nuestros parientes। Algo más, la misma ciencia dice que las ratas son también familiares porque su composición genética es casi idéntica, en un 99 por ciento, a los genes de Rubén Costas, Hugo Chávez, Evo Morales, Nelson Mandela, usted, él, ella, nosotros e incluso yo.
Por ello no es coherente renegar de los macacos ni de las ratas, como lo hace Rubén Costas। Hacerlo significa desconocer el origen científico del ser humano y eclipsar la inteligencia con cuentos de cigüeña. Es posible que el “patrón” Rubén siga creyendo que el origen de la vida está en Adán y Eva. Si fuera así, la falta moral es doble y tan grave como el delito cometido por Caín contra su hermano Abel. Todos descendemos de Adán, por tanto, Rubén, Hugo, Evo, Nelson, tú, ella, él, nosotros, ustedes y yo somos hermanos, así no me caigan bien algunos de esa fila. Ni modo.
Como bien se estudia en las clases de tercero básico, el ser humano evoluciona cada día। Cada hora es menos macaco y más humano. Pero hay excepciones. Algunos, en su afán de despreciar su origen “macaqueño”, vuelven a sus raíces y son cada vez menos humanos y más macacos. Es el caso de nuestro pariente Rubén. He ahí el motivo por el cual se cree el único mandamás y con tanto poder como para derogar la ley del conocimiento y reponer las leyes de la gravedad y del más fuerte.
En fin, así es el pariente Rubén Costas, tatara tatara tatara tataranieto de un macaco que llegó desde el África hace miles de años por el estrecho de Bering, hizo una escala en algún lugar de Chuquisaca y, posteriormente, aterrizó en el aeropuerto internacional de Viru Viru। No, en realidad, en El Trompillo, por entonces todavía no había sido construido aquel aeropuerto.
Rubén, de vez en cuando dialogá con la ciencia, aspirá a ser más humano, no cometas afrentas públicas contra nuestros padres: los macacos. No olvides que el conocimiento es la mejor vía para ser buena persona. De vez en cuando hojea un librito de ciencia, si no tienes biblioteca, entra a google, te ayudará a rastrear tu árbol genealógico y te sorprenderás de que no eres lo que te hicieron creer que eres; quizás descubras que genéticamente te pareces más a una rata que a un macaco. Si no te gusta la ciencia, busca consuelo en La Biblia. Escuchá la palabra de Dios y serás salvo y compartirás el cielo con personas como Ghandi, Martin Luther King, la madre Teresa de Calcuta; de otro modo compartirás el espacio que hoy se disputan Hitler, Mussolini, Franco, Banzer. Finalmente, Rubén, visitá este fin de semana el zoológico y llévales algo de comida a los macacos, pídeles perdón y cuando vuelvas a casa escucha las hermosas canciones del grupo musical español: Macaco. Te dedico, el álbum El Mono en el ojo del tigre. Chau pariente, saludos a “mona lisa”.
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