28 de abril de 2008

La carga animal vuelve a la carga

Por Omar Quiroga Antelo

¿Ustedes saben cuál será el tema que aparecerá pronto en la guerra de baja intensidad por la tierra en el oriente?. Nada más ni nada menos que la famosa “carga animal”.

La carga animal es la relación que existe entre la capacidad que tiene un espacio de tierra para producir alimento y el número de animales que puede alimentarse. Así, según la ley de reforma agraria de 1953, se tiene determinado que esta relación es de 5 hectáreas por cabeza de ganado mayor (bovinos, equinos, mayores de 2 años), parámetro vigente para considerar en la Ley 1715 la Función Económico Social en propiedades ganaderas.

Sin embargo, en el Reglamento de la Ley INRA (DS 25763) del 5 de mayo de 2000, en el Art. 238 parágrafo III inciso c) se establecía que “…el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, en coordinación con el INRA, en el plazo de sesenta (60) días hábiles, a partir de la publicación del presente reglamento, emitirá una norma técnica que regule la carga animal por hectárea, con conocimiento de la Comisión Agraria Nacional”.

Ese mismo año, el Ministerio de Agricultura propició junto con la CAO y FEGASACRUZ, un estudio sobre el tema, para ello contrataron al Dr. A. Egüez quien en términos resumidos establecía que hay una relación directa entre la producción de forraje de una hectárea (ha) y la cantidad de lluvias. Así por ejemplo, si en un lugar llueve 400 milímetros (mm) (llanura del chaco boliviano), se produce 400 kilogramos de materia seca (kg.ms) por hectárea y si se considera que sólo se aprovecha el 50% de la producción, se tendría disponibilidad de 200 kg.ms/ha. Ahora bien, si un animal con 400 kilogramos (Unidad Animal) consume 10 kg.ms por día, en 365 días que tiene un año, necesitará 3.650 kg.ms.para alimentarse y por tanto se necesitarían 18,25 ha para producir esa cantidad de alimento. Además, si se prevee un 30% de riesgo y crecimiento del hato, esta superficie aumenta a 23,73 ha/UA. Ahora veamos otro ejemplo, si llueve 1.200 milímetros (norte integrado de Santa Cruz), produce 1.200 kg ms/ha, de los cuales son aprovechables 600 kg.ms/ha, entonces con los ajustes se necesitarán 7,91 ha/UA. Donde llueve 2.000 mm (campos de Moxos), se requieren 4,75 ha/UA y en el otro extremo, si llueve 200 mm se requieren 47,5 ha/UA.

La Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB) por su lado, en respuesta a este estudio, a principios del 2001 realizó otro en el que en términos generales planteaba que si se quiere hacer ganadería en nuestro país, se debe partir del principio de que se tiene que desarrollar la actividad bajo manejo semi-intensivo buscando la sostenibilidad del sistema y para ello hay que invertir en agua, alimentación, manejo y genética. Además, se demostró que en el chaco boliviano hay experiencias de Estaciones Experimentales, comunidades indígenas y propiedades ganaderas que tienen carga animal con promedios de 1,25, 4,50 y 6,00 ha/UA respectivamente que derivarían en un promedio general de 3,92 ha/UA. Muy lejos de los datos que maneja el anterior estudio.

Que los ganaderos del chaco en un 80% son pequeños ganaderos, pues tienen menos de 300 cabezas como promedio y que por tanto, se estaría perjudicando a este grueso sector al aplicar solo 5 hectáreas por cabeza de ganado mayor, es uno de los argumentos más recurrentes empleados por este sector. Sin embargo, no quieren decir que si bien la gran mayoría puede considerarse pequeño (que boliviano como yo, no quisiera tener la mitad de las 300 cabezas para considerarse pequeño ganadero!!!), lo cierto es que tienen en su poder extensas cantidades de tierras, las mismas que no pueden justificar con las pocas vacas que poseen y buscan con el aumento de este parámetro de la carga animal, justificarlas.

¿Se imaginan ustedes lo que significa el planteamiento de los ganaderos de que en el chaco boliviano se establezcan 23,73 ha/UA?, si sabemos que hay familias cautivas que dentro de la hacienda no tienen ni donde caer muertos. Un testimonio desgarrador es el de un guaraní cautivo que decía “cuando vino el saneamiento del INRA, si yo supiera que se reconocían 5 hectáreas a cada vaca, junto con mi familia que sumamos 7 personas, nos hubiéramos declarado vacas y así nos hubieran correspondido 35 hectáreas y no las 1,7 hectáreas que tenemos hoy…”.

Por eso en la introducción de este artículo, considero que en un tiempo no muy lejano, el tema nuevamente estará en el tapete y estos argumentos nuevamente saldrán a relucir y tendremos oportunidad de ampliar la información.

La Paz, 28 de abril de 2008

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