SER DE IZQUIERDA HOY EN AMÉRICA LATINA ES ESTAR COMPROMETIDO CON LA CRÍTICA RADICAL AL CAPITALISMO
Por Fernando Arellano Ortiz
Entrevista con Atilio Boron : A Lula lo votaron para hacer una cosa y está haciendo otra; lo que querían en Argentina no es lo que está haciendo Kirchner; lo que querían en Uruguay no es lo que está haciendo Tabaré ¿Tiene sentido seguir llamando "democracias" a los regímenes oligárquicos de América Latina?, es la pregunta que se hace el sociólogo y científico social argentino Atilio Boron, tras analizar los indicadores de opinión que evidencian un desencanto generalizado por el sistema político en que viven los latinoamericanos.
"Si Aristóteles renaciera y visitara nuestros países, ¿qué diría el padre fundador de la ciencia política ante la visión que ofrecen las democracias latinoamericanas? Seguramente diría que estas no son democracias sino oligarquías o plutocracias, porque según su definición, surgida de la observación de la vida política griega hace 2.500 años, la democracia es un régimen en donde las mayorías gobiernan y lo hacen en beneficio de los pobres. Pero en América Latina las llamadas 'democracias' gobiernan en beneficio de los más ricos, y han demostrado, en los últimos 25 años, una escasa o nula sensibilidad ante los reclamos de justicia social. Prueba de ello es que con el paso del tiempo y la institucionalización de la política "democrática" nuestros países lejos de revertir las inequidades prevalecientes acentuaron la injusticia. Y sin justicia social no hay democracia", explica Boron.
Para este sesudo analista con una amplia trayectoria académica, "el problema con las llamadas democracias en América Latina es que han sido vaciadas de todo contenido y secuestradas por los mercados, como sostiene el escritor y dramaturgo norteamericano Gore Vidal. Son democracias formales, rituales donde se convoca al pueblo simplemente a participar en unos comicios donde su resultado no tiene ninguna importancia, porque de todas maneras van a gobernar la burguesía y sus aliados, nacionales e internacionales, a través de su control sobre los dispositivos de formación de la opinión pública y sus mecanismos de coerción e imposición. En este sentido, son democracias sin ciudadanos, porque el ciudadano es sujeto de derechos imprescriptibles. Y en América Latina esos derechos (a la salud, la educación, la vivienda digna, la recreación, la previsión social, etcétera) brillan por su ausencia".
Ante la crisis política originada en buena medida por la aplicación del modelo neoliberal, Boron es un convencido de que el socialismo no solo es la alternativa sino que sus fundamentos están más vigentes, incluso, que en los tiempos de Marx.
A su paso por Bogotá para cumplir compromisos académicos, cronicon.net conversó con él sobre el acontecer sociopolítico de Latinoamérica.
Su condición de acucioso investigador social, catedrático universitario y analista de la realidad política de América Latina le permite tener una visión muy certera de los fenómenos sociales que vienen suscitándose en el continente. Ph. D. en Ciencia Política de la Universidad de Harvard, Magister en Ciencia Política de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) de Santiago de Chile, y Licenciado en Sociología con diploma de honor de la Universidad Católica Argentina de Buenos Aires, Boron cuenta además con una amplia experiencia como docente.
Desde 1986 está vinculado con la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), de la cual fue su vicerrector, es investigador principal del Consejo Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de Argentina (CONICET). Entre 1997 y 2006 se desempeñó como secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), ha sido profesor visitante de varias universidades del mundo (entre ellas, Columbia, MIT, UCLA) y actualmente se desempeña como director del PLED, el Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Autor de varios libros, entre los cuales se destaca "Imperio e Imperialismo", que obtuvo en 2004 el Premio honorífico de ensayo Ezequiel Martínez Estrada de Casa de las Américas.
Este libro es un análisis crítico a la obra "Imperio" de Michael Hardt y Antonio Negri. En él, Boron contrariamente a lo que plantean estos autores sostiene que el imperialismo sigue existiendo, "goza de buena salud, ha reforzado sus mecanismos de dominación económica, política, militar y social sobre nuestros pueblos y es necesario tener una interpretación adecuada del mismo para poder librar una batalla con grandes posibilidades de éxito. Mi crítica central al trabajo de Hardt y Negri -explica-, es que ellos producen una visión desfigurada, idealizada del imperialismo convertido en un imperio en donde el papel de los Estados Unidos pasa a ser absolutamente secundario y en donde se supone que la superación de este imperio ficcional, pues no existe en la realidad, va a ser obra de multitudes orgánicas que espontáneamente van a poner fin a su existencia, lo que no tiene ningún asidero en la experiencia práctica de nuestros pueblos".
TRÁNSITO HACIA EL POSNEOLIBERALISMO-
Usted ha afirmado que Venezuela, Bolivia y Ecuador están buscando su propio camino hacia el "posneoliberalismo". ¿En el contexto latinoamericano, en su concepto, qué es el "posneoliberalismo" de Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa?
- Denomino posneoliberalismo a una categoría que pretende englobar al conjunto de experiencias que están tratando de abrir un nuevo rumbo, un nuevo camino en la historia de América Latina. No existe un modelo posneoliberal (¡ni tiene por qué haberlo!) porque es un proceso que está en curso, está en construcción con características muy diferentes. Distintas son las iniciativas que está ejecutando Evo Morales en Bolivia, las que ha venido adoptando Chávez en Venezuela, o las que está empezando a implementar Correa en Ecuador. Esas diferencias tienen que ver con las historias y las estructuras sociales y económicas de esos países. Venezuela es un emporio petrolero riquísimo, Bolivia uno de los países más pobres del hemisferio occidental, con una importante diversidad étnica y potencialmente muy rico, Ecuador es un país con una fuerte presencia de poblaciones indígenas que tienen un escaso contacto con la sociedad ecuatoriana como un todo: no son plenamente parte de ella porque mantienen su propia cultura y sus lenguas originarias.
Entonces dadas estas diferencias suponer que puede haber una fórmula única posneoliberal, un "modelo" de igual validez para todos y listo para ser imitado, sería caer en la trampa de un pensamiento antidialéctico y antimarxista por excelencia. La historia demuestra que los procesos revolucionarios son diferentes y por eso se me viene a la mente la frase de Lenin cuando, citando a Goethe, decía que grises son las teorías pero verde es el árbol de la vida. En ese sentido, el árbol de la vida en el posneoliberalismo varía de país en país, tiene que ver con situaciones nacionales sui generis y por eso creo que están empezando a andar por caminos distintos. Hay gente muy entusiasmada afirmando que Chávez ya está construyendo el Socialismo del siglo XXI, pero hay quienes plantean que lo que está ocurriendo en Venezuela es una especie de neodesarrollismo. Yo discrepo con esa interpretación: Chávez cuenta en su haber con la riqueza del petróleo, pero al mismo tiempo tiene que hacerse cargo de una enorme debilidad: en Venezuela no hay una tradición de organización autónoma de clases y capas populares como existe, por ejemplo, en países como Bolivia, Ecuador y Colombia. No es lo mismo tener que montar desde la base un proceso de organización popular que cuando se cuenta con formas ancestrales de organización -como las de las comunidades indígenas y campesinas del mundo andino- cuya "resurrección" o "re-encarnación" política estuvo en la base de las grandes movilizaciones populares escenificadas en Bolivia y Ecuador. Por eso es que los procesos de construcción del posneoliberalismo van a ser muy diferentes. En todo caso, lo más importante es que comienzan a hacer una política distinta, alternativa a la que ha sido hegemónica en América Latina desde hace ya algo más de un cuarto de siglo.
- "El modelo neoliberal es incompatible con la democracia" ha señalado usted en forma reiterada...
- Sí, porque el mercado es una institución social y económica que tiene una lógica profunda e insanablemente antidemocrática. Es un espacio en el que se compran y venden mercancías. Compra el que tiene dinero y vende el que tiene necesidad. Y la democracia, por el contrario, es un sistema que le confiere a la ciudadanía un conjunto de derechos importantes en materia salud, educación, seguridad social, recreación que deben ser de acceso universal. Es decir, "des-mercantilizados.
"Mercado y democracia se mueven según lógicas completamente contradictorias. Cuando hay más mercado, hay menos democracia. Más mercado implica, por ejemplo, privatizar todo el sistema educativo y eso significa que menos gente va a acceder a los distintos niveles de formación. Más mercado es convertir, como ha ocurrido en nuestros países, a la salud en mercancía. En la medida que se avanza en la mercantilización, la democracia va vaciándose de todo contenido.
EL NEOLIBERALISMO DISTORSIONÓ LA DEMOCRACIA
-¿Si estos países de Latinoamérica han tenido unas democracias muy débiles, con la adopción en la década de los 90 del neoliberalismo, prácticamente se acabó con lo poco de democracia que había?
- Si no las acabó las debilitó. Recordemos lo que pasó en Bolivia, Ecuador y Argentina donde tuvieron que hacer frente a grandes insurrecciones populares, o sea, el neoliberalismo genera condiciones de polarización, de exclusión y tensión social que son absolutamente incompatibles con el funcionamiento de un modelo democrático, por eso las protestas y las dificultades que ha habido en toda América Latina en los últimos tiempos. Es una situación irreconciliable porque el neoliberalismo impone el poder de los más fuertes, el predominio de las grandes empresas, la lógica de los mercados sin ninguna clase de limitación y todo es inviable en un marco democrático. Sólo se puede hacer a costa de debilitar la democracia, de desfigurarla por completo como ocurre hoy en América Latina. Es el neoliberalismo el que ha impedido y ha distorsionado el ejercicio de la democracia en este hemisferio.
- ¿Sigue siendo válida la postura radical de James Petras en el sentido de que es necesario seguir desafiando al capitalismo a través de la alianza de las fuerzas antiimperialistas, o ello es utópico?
- Ese planteamiento que hace Petras no es utópico. Lo hace mucha gente en América Latina cuando propician la alianza de todos los sectores que están enrolados en el antiimperialismo para precipitar su derrota. Lo que ocurre es que no es tan sencillo formular esas alianzas. Yo creo que a veces Petras tiene un planteo demasiado exigente y que no se compadece con las dificultades objetivas que tienen estos procesos. Por ejemplo, él reclamo de Evo Morales que acelere la revolución, pero eso es más fácil de decir que de hacer. De todas maneras Evo ha ido avanzando de una manera notable, Bolivia no es hoy lo que era hace un año atrás. Hay que comprender que los procesos revolucionarios son, paradójicamente, procesos lentos.
Yo creo que el problema que hay con muchos autores es que no conciben a la revolución como un proceso y por lo tanto como un proceso que, en sus comienzos, tiene mucho de reformismo. La revolución cubana no nace de la noche a la mañana, ella se convierte en revolución socialista después de Playa Girón; y del asalto al Cuartel Moncada en el 53 a Girón transcurren nueve años. ¿Cuándo nace la revolución cubana? ¿Nace el 26 de julio con el Moncada, nace en Girón, nace cuando entra Fidel a La Habana, cuando se toma Santa Clara? No, todas estas fechas son arbitrarias.
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