Vacilaciones y verdades a medias

Max Murillo Mendoza

Fausto Reynaga y a su turno el judío Javier Medina, nos advirtieron que nuestra complejidad social y cultural no era abordable desde las limitaciones y vacilaciones marxistas, es decir izquierdistas. A pesar de sus esfuerzos y, en algunos casos, aportes realmente no le achuntan ni le achuntaron en sus interpretaciones de nuestra historia, o nuestras historias. En palabras de dichos autores citados: el liberalismo y marxismo son hermanos gemelos, tan occidentales y con los mismos complejos de superioridad (siempre desean civilizarnos) y ganas de desarrollarnos hasta el infinito. De eso abunda la literatura. Y en este proceso que vivimos, lamentablemente los compañeros que vienen de la izquierda empiezan a confundir el asunto, a vacilar por falta de claridad sobre lo que realmente está sucediendo. Hasta le convencieron a Evo que se proclame marxista – leninista.

El regresar a nuestras raíces va más allá de simples esquemitas, además sin riqueza de interpretación nacional, marxistas. No me refiero al enorme aporte epistemológico de Marx a la historia de la humanidad, sino a sus representantes locales de Bolivia que siguen repitiendo sus errores ya precisados en otros momentos de nuestra historia. Regresar a lo nuestro implica un verdadero esfuerzo de mirarnos a nosotros mismos. De interpretar las verdaderas manifestaciones cotidianas de la Bolivia profunda, de la Bolivia que está buscando cambiar las reglas de juego. Y muchos de los dirigentes llegados al poder sólo confunden, añaden al reino de la confusión política sus terribles vacilaciones, y lanzan consignas poco claras y nada nuestras. Acudir en demasiados momentos a los ejemplos de Cuba y Venezuela, no es profundizar lo nuestro. Con todo el respeto de esos pueblos que han seguido su camino propio y digno, pues el nuestro es distinto, absolutamente distinto.

Los profetas de la izquierda empezaron a confundirse y confundir el proceso en la constituyente. A pesar de eso la lealtad de las nacionalidades sigue intacta; pero es al proceso, y que no confundan que ellos (muchos compañeros llegados de la izquierda) no son el proceso. Nuestro naciente nacionalismo con raíces propias debe ser alimentado por sus propios insumos, no por insumos ajenos a nuestras realidades. Sólo así tendremos un Estado y Nación propios, que respondan a nuestras lógicas y visiones del mundo. La solidaridad está bien en tanto no nos confunda, y no nos desvíe del tramo en el que estamos.

Existe una profunda preocupación en muchos sectores de nuestras nacionalidades, sobre todo por las vacilaciones y nada exitosas fórmulas de construcción social y económica, por ejemplo en la interpelación a las colonias extranjeras. Colonias que han detentado todo el poder político y económico desde siempre, y que en este proceso no han sido afectados, no han sido cambiados en las estructuras de poder existentes. Muchos dirigentes hablan demasiado; pero no dicen nada, todavía peor: no actúan nada. Tenemos conciencia de estas limitaciones, que no son nuestras, de representación; pero insisto en que no se confíen. La excesiva confianza e ingenuidad puede resultar trágica y fatal para el movimiento social en general. Esa enfermedad burocrática de esos profetas puede resultarnos en un retroceso histórico. Y su falta de compromiso, no con la palabra y la dicción, sino con las prácticas y los hechos puede ser catastróficos. Muy pocos dirigentes se han puesto la camiseta del cambio, la mayoría cree que está en la pasarela de las modas revolucionarias, para que los demás les admiren y les lancen piropos por su “bella manera de comprometerse”.

Desde la nación quechua estamos atentos a esos movimientos. Nos interesa la integridad del proceso, incluso más allá del propio MAS. Y seguiremos demandando que se profundice este nuestro proceso. No queremos adornos ni perfumes. Nos estamos jugado la vida misma, y no permitiremos ningún desmayo, ni traición.

Cochabamba, 10 de Junio de 2009