Esta es la cuarta y última entrega de la novela "Valentina y la Naturaleza" escrita por Juan Carlos Salas Acarapi, ganadora de un premio।
Cap VII
LOS SABERES ANCESTRALES
LOS SABERES ANCESTRALES
El trabajo con las comunidades no fue tan difícil como Valentina creyó, al saber que ella era natural de Ucumasi la acogieron muy bien, las comunidades estaban bien organizadas y asimilaban fácilmente lo que Valentina les decía। Para recuperar la productividad de sus tierras era necesario recuperar los conocimientos y saberes ancestrales, para ello acudió a los más viejos, hablando y escuchando aprendió muchas cosas. También era necesario trabajar muy intensamente en recolectar semillas, buscar parejas de animales que habían desaparecido para lograr reproducirlos, y buscar cuanta vida quedara en aquel desierto. Para esta última labor los jóvenes se ofrecieron prestos a recorrer todo el desierto buscando vestigios de vida.
Habían pasado casi cuatro semanas desde que toda esta campaña se inició, los resultados fueron muy alentadores, los jóvenes encontraron suficientes semillas de varias especies para iniciar el repoblamiento, aunque no tuvieron mucho éxito con las especies animales, un solo huevo de suri y una lagartija era lo único que recolectaron en el desierto।
Los conocimientos y saberes ancestrales que Valentina llegó a conocer de boca de los viejos eran innumerables, quedó sorprendida por el grado de precisión de estos conocimientos, los calendarios de siembras, los ciclos lunares, los cultivos en terrazas, los canales de riego en circuitos cerrados, todos estos conocimientos eran sorprendentes, el uso de yerbas medicinales, los augurios anunciados por la aparición de ciertas aves, todo tenía relación y estaba tan bien organizado que por sí mismos estos conocimientos sustentaban otra ciencia, una ciencia más pura que la que se enseña en las escuelas y universidades।
Al fin, Valentina pensó que ya se tenía lo suficiente para devolver la vida a ese desierto, haciendo caso de las enseñanzas de los viejos, las comunidades iniciaron la siembra de semillas de yareta y paja brava, también habían plantado q´auchi, y por supuesto semillas de thola, habían llevado enormes tanques de agua para que la humedad no se pierda। Todo había sido hecho según los consejos de los saberes ancestrales, en la fecha indicada, la luna en la fase deseada, los surcos orientados astronómicamente y hasta muros rompe vientos fueron levantados con piedras calcáreas naturales de la zona a la usanza antigua, tal cual se había hecho en tiempos atrás. Los rituales necesarios fueron realizados también por los yatiris y los amautas de las comunidades.
Lamentablemente, los resultados, esperados por todos, no fueron los planificados, pese a los esfuerzos realizados, algo todavía estaba mal, las siembras no germinaron, las semillas se pudrieron। Al parecer el altiplano continuaba estéril y se negaba a dar sus frutos al hombre. Ya no quedaba mucha semilla disponible, la mayor parte había sido plantada, la siguiente siembra debía ser exitosa o todo se habría perdido pues estas semillas eran lo único que quedaba de la vegetación altiplánica.
Valentina fue nuevamente a ver a las viejas plantas de thola, a quienes tenía muy bien cuidadas y custodiadas en el jardín de su casa. Tula todavía parecía estar inerte, pero había recuperado su color verde, en cambio el viejo estaba más vigoroso. Cuando el viejo vio a Valentina, intuyó que algo no andaba bien, su semblante mostraba preocupación y angustia.
- Que sucede Valentina, te veo preocupada- dijo el viejo
- Hice todo lo que me dijiste – replico Valentina – fui con las comunidades indígenas, recuperé sus conocimientos ancestrales, también recolecte lo poco que quedaba con vida para volver a sembrar esos campos, tuvimos cuidado de los ciclos lunares, la orientación de surcos, pero todo en vano, las semillas se pudrieron, no sé que mas hacer।
El viejo solo atinó a guardar silencio, la esperanza de vida nueva en el altiplano se perdía, si tan solo Tula pudiera reaccionar, ella tal vez sabría qué hacer, si bien el secreto de la vida estaba en la dualidad masculino-femenino, la esfera femenina era la que por excelencia protegía los secretos de la fertilidad। Tula y el viejo eran complementarios, según el orden natural de las cosas siempre debía existir la dualidad, la hembra y el macho, la noche y el día, el sur y el norte, lo grande y lo chico, el calor y el frío, así toda nuestra vida estaba marcada por dualidades.
Valentina intentó hablar con Tula, pero ella no respondía, seguía inerte, volvió a dirigirle la palabra pero en vano, Tula no respondía. Entonces Valentina cayó en un profundo sueño producto de su cansancio, quedo dormida en el jardín al lado de Tula. Entonces sucedió un milagro, Tula que no tenía suficiente vida en su cuerpo, encontró la manera de introducirse en los sueños de Valentina y dentro de este apacible sueño conversaron y le mostró algo impresionante.
- Valentina soy yo Tula – le decía una voz que Valentina apenas oía, casi imperceptible
En sus sueños Valentina vio a Tula con formas de mujer, Tula le indicó que la siguiera y ambas fueron flotando hacia otro mundo, un mundo lleno de vida, un mundo armonioso। Valentina vio el pasado de la tierra, vio a la tierra cubierta con especies animales extintas, plantas que nunca vio en su vida. Luego vio un templo de oro, a su rededor estaban las casa de varios aldeanos, y alrededor sus cultivos, plantas de maíz enormes, tubérculos de tamaños agigantados, plátanos del tamaño de un hombre. Una sola planta de esas daría suficiente alimento para varias personas. De pronto algo pasó, una explosión enorme se oyó y todo se quemaba de a poco, los cultivos ardían, el fuego llegaba a las chozas, pronto alcanzaría al templo, los aldeanos huyeron formando grupos, un hechicero rescató un disco blanco del templo de oro y lo dividió en partes iguales, una parte de este disco fue dado a cada grupo. Los grupos se dispersaron y huyeron de allí buscando sus propias rutas. El pedazo del disco que recibieron los guiaba, un grupo llegó a un lago enorme y allí se asentaron para formar un nuevo pueblo, otro grupo llegó a una selva y allí se quedaron por que vieron que el bosque les proveía de alimentos, así sucedió con cada grupo, el pedazo del disco contenía escrituras antiguas, que interpretadas correctamente, enseñaban a los pueblos los secretos de la pesca, de la caza, de la agricultura, de las artes manuales y hasta de la ciencia. Entonces Tula explicó a Valentina que cada pedazo de disco representaba un área de conocimiento ancestral, y había sido confiado en partes iguales a lo que hoy conocemos como los distintos pueblos indígenas, estos conocimientos eran parte de un todo, y eran complementarios. Era necesario reunir los conocimientos ancestrales de todos estos pueblos para conocer la cura para la tierra. El único problema era saber por dónde empezar.
A la semana de que Valentina tuvo éste sueño, los periódicos y los noticieros locales se inundaron con novedades desde Guarayos, luego del incendio más grande jamás vívido en aquella región, y habiendo pasado ya seis meses de este suceso, nada se producía en esas tierras, pese a que los científicos no encontraban nada de malo en ellas। Se realizaron campañas de recolección de ayuda para socorrer a las personas afectadas.
También llegaron noticias desde tierras chaqueñas, allí había sucedido algo muy extraño, en esas tierras donde normalmente las sequias y la falta de agua castigaban a la población, ahora existían inundaciones que cubrían grandes extensiones de tierras y hacían caudalosos a los ríos que normalmente estaban secos। Los suelos que no estaban acostumbrados a esta humedad se fueron perdiendo, el agua en su paso lavó los nutrientes y se llevó a los minerales esenciales que mantenían la productividad de estos suelos. Por su parte las comunidades Guaraníes estaban acostumbradas a guardar agua en atajados y bolsones naturales para las épocas secas, pero desde hace seis meses que el agua no se iba y al parecer no volverían las épocas secas. Al igual que en el altiplano y en Guarayos, los que más sintieron estas calamidades fueron los pueblos indígenas, la mayor parte de la población que vivía en esas regiones se fue a las ciudades y dejó sus tierras abandonadas, pero lo guaraníes no tenían donde ir, se quedaron sufriendo el hambre y las enfermedades traídas por las inundaciones, esperando que un día sus tierras vuelvan a ser como fueron antes.
Eventos como este fueron sucediendo aisladamente en todas partes, en el norte de La Paz se sentía la falta de agua, el valle alto de Cochabamba fue azotada por una ola de calor y temperaturas de hasta 35 grados cuando antes lo normal era que apenas llegue a los 20 grados। Lo que estos sitios tenían en común, es que en todos ellos el hombre había trabajado la tierra por encima de su capacidad productiva, y fue el mismo hombre quien fue destruyendo su medio poco a poco.
Valentina supo que estas noticias tenían relación con su sueño, por estos sitios tenía que empezar su búsqueda।
Cap VIII
LA BÚSQUEDA
El nieto del viejo Lino Egües, Dardo Egües, era violinista, músico de la orquesta sinfónica indígena de Urubichá y maestro en fabricación de violines, nunca le gustó la agricultura, a veces salía de cacería y era el único que no tenía su propio chaco।
Al morir su abuelo en el incendio, fue a buscar su cuerpo para darle sepultura, extrañamente nunca encontró nada de Lino, ni siquiera sus huesos calcinados estaban allí, parecía que el fuego se lo hubiera devorado hasta no dejar ni un solo rastro de su existencia। Durante su búsqueda tuvo una experiencia sobrecogedora, escuchó la voz de su abuelo en el aire, una voz que le decía que busque la vida entre las cenizas, que recolecte semillas que no se habían quemado antes que sea demasiado tarde.
Dardo empezó su altruista labor de recolectar cuanta semilla pudo en aquel bosque quemado, pese a que nadie le ayudaba ni le daba importancia a su labor, él sabía que debía hacer caso a la voz de su abuelo।
Entre tanto en Oruro, Valentina convencía a sus superiores para realizar los viajes mas curiosos en busca de saberes ancestrales por todos los pueblos indígenas de Bolivia y hasta de otros países, pese a que la ONG había conseguido un apoyo importante para trabajar en la recuperación de las tierras, nadie podía dar crédito a la historia de Valentina। Simplemente era inconcebible pensar que una planta hablara, y mucho menos probable que la respuesta sea un saber ancestral que nada tenía que ver con la ciencia actual.
Finalmente, decidieron que ya nada había que perder, habían intentado de todo, y no perdían mucho dejando a Valentina buscar las respuestas que quería। Accedieron a pagarle los viajes, pero ella debería cubrir personalmente sus gastos. Solo en caso de que sus viajes tuvieron frutos le pagarían sus honorarios y los gastos en que hubiera incurrido.
Por la magnitud del desastre, decidió que su primera visita sería a Guarayos, pese a que las condiciones del altiplano en nada se parecían a las de aquella selva, era necesario rebuscar todos los conocimientos ancestrales posibles। En Guarayos conoció a Dardo Egües, era el que más se había ocupado de intentar rescatar semillas y algún rastro de vida de aquella selva que ahora estaba convertida en un desierto. Los Guarayos se habían refugiado en tierras de los Chiquitanos, quienes habían aceptado con gusto ceder espacios sin uso mientras el bosque de Guarayos se regeneraba. Valentina aprovechó esta conjunción de culturas para poder sacar provecho a sus investigaciones, investigó entre los más viejos las leyendas, costumbres y saberes tradicionales de cada pueblo.
Valentina encontró en Dardo un gran apoyo, pese a que provenían de culturas distintas, ambos se sintieron complemento uno del otro, con el tiempo ambos llegarían a encontrar el amor, su destino era estar juntos, y ante este imperativo universal solo quedaba esperar los sucesos। Dardo acompañó a Valentina con gusto en sus investigaciones, él nunca dudó de la historia de Valentina, las mismas historias del bosque hablando con los hombres y hasta los animales hablando con el hombre las había oído antes, no como simples leyendas, sino como reales historias familiares transmitidas generación tras generación.
Juntos en meses de trabajo recorrieron los confines del Aby Yala (América) buscando los saberes ancestrales que salvarían esta tierra।
Cuando ya habían recorrido casi todas partes y hablado con varios pueblos, llamaron a Valentina desde Oruro, las semillas encontradas no aguantarían mucho tiempo pese a lo sofisticado de los ambientes para guardar el germoplasma, estas semillas se empezaban a descomponer। Dardo acompañó a Valentina hasta Oruro. Allí hablaron nuevamente con las viejas plantas de thola, tanto el viejo como Tula estaban completamente recuperados, habían reverdecido y estaban fuertes en el jardín de Valentina, cuando vieron que alguien acompañaba a Valentina se sonrieron, sintieron que él era noble y su corazón puro.
Valentina, Dardo, Tula y el viejo hablaron toda la noche como grandes amigos, pero llegaron nuevamente al problema, pese a los esfuerzos realizados, Valentina no había encontrado los conocimientos complementarios necesarios para revivir al altiplano o no sabia interpretarlos। Tula y el viejo no tenían nada más que decir o indicar a Valentina, todo cuanto sabían se lo habían dicho ya.
Aquella noche, el gran creador universal iluminó los sueños de Valentina y Dardo, y comprendieron el secreto. En sus sueños las ideas y los conocimientos volaban en formas corpóreas, todos los saberes ancestrales se fueron reuniendo, y armoniosamente fueron agrupándose entrelazándose perfectamente, hasta formar un todo, una gran luz brillo cuando esto sucedió y apareció el disco blanco del conocimiento.
Lo que Valentina y Dardo encontraron en sus sueños va mas allá del entendimiento humano y no es posible contarlo en esta historia por que constituye parte de los secretos ancestrales de los cuales son guardianes los pueblos indígenas। Baste decir que luego del primer cuarto menguante de luna luego del solsticio de invierno, las semillas fueron plantadas en contra de toda ciencia con una orientación al sur del planeta apuntando a una estrella conocida.
En Guarayos, en el Chaco, en el norte de La Paz y en todo lugar donde había ocurrido algún desastre natural intervinieron Valentina y Dardo, juntos realizaron un trabajo descomunal que solo fue posible garcías a la ayuda de las comunidades y la buena voluntad de la institución para la que Valentina trabajaba।
Los resultados no se dejaron esperar, los brotes de las semillas fueron inmediatos, en menos de seis meses los árboles en Guarayos habían crecido casi dos metros de alto, igualmente el altiplano se había repoblado con todas sus especies nativas, otro tanto pasaba en el Chaco donde las aguas retrocedieron y dejaron un terreno listo para cultivar। Luego de un año, las tierras estaban aptas para ser trabajadas, se habían restituido las condiciones naturales y hasta los animales habían vuelto a repoblar los campos.
Cuando los Guarayos volvieron a sus tierras se reunieron y organizaron para proteger su hábitat y usarlo sosteniblemente, en medio de la gran asamblea del pueblo Guarayo algo increíble sucedió, una voz que salía del bosque les hablo a todos y les dio advertencias, esta sería la última oportunidad de convivir en respeto a la naturaleza, si ellos no cuidaban sus bosques nunca más la tierra sería productiva. Esta advertencia fue dada a todos los pueblos indígenas del Aby Yala, el pacto era claro, la naturaleza proveería de todo al hombre siempre y cuando se cuide a la naturaleza y no se dañe ni un solo árbol por simple codicia.
Cap IX
GESTION Y EXITO
GESTION Y EXITO
Aquí empieza nuestra historia, luego que esta advertencia fuera dada, los pueblos indígenas se organizaron mejor que antes, se organizaron al interior de sus Tierras Comunitarias de Origen (TCOs) y sus comunidades। Juntos empezaron a trabajar en comunión con apoyo de organizaciones amigas como las ONGs y también apoyo de sus autoridades locales. Empezaron planificando su territorio, haciendo una balance de todo lo que tenían, las ONG´s ayudaron con talleres participativos y diagnósticos económico productivos.
El Guarayos se organizaron grupos con intereses comunes, todos tenían derecho a usar la tierra y sus recursos, pero cada quien la usaría de acuerdo a su vocación। Así se organizaron grupos de tejedoras y una ONG apoyó en su organización, las artesanías fueron un éxito no solo a nivel nacional, sino también fueron exportadas.
Otros se organizaron para aprovechar el bosque, a diferencia de las empresas forestales tradicionales, los planes de manejo no fueron realizados para 40 años, fueron elaborados para tiempos mayores, dejando al bosque un tiempo de 50 años y más para su regeneración natural। La iniciativa fue un éxito, la madera fue vendida en precios altísimos en el mercado nacional e internacional.
Las palmas de cusi o cusisales también fueron utilizadas sabiamente, como el cusi sobra en Guarayos y su recolección es relativamente sencilla, las mujeres guarayas que tradicionalmente preparaban aceite de cusi se asociaron, y crearon su propia microempresa, los accionistas eran todos los guarayos, por medio de una ONG consiguieron crédito suficiente para comprar toda la maquinaria necesaria para tecnificar la empresa। La directiva fue formada con un comité de gestión y decisión y con la participación de todos, los cargos principales fueron ocupados por las mujeres, pues ellas conocían ya desde hace un buen tiempo atrás la comercialización del aceite de cusi.
Esta empresa daba trabajo a hombres y mujeres, las mujeres recolectaban los cocos de cusi y la empresa pagaba por volumen, los hombres se dedicaban a operar los equipos de la fábrica। Los niños fueron estudiando las aplicaciones del aceite de cusi, sabían que no solo se podía fabricar aceite, con el tiempo en Guarayos se montaría la primera empresa comunitaria de producción de cremas, cosméticos, champú y jabones de tocador en base de cusi.
Pero no fueron las comunidades Guarayas las únicas que crecieron, como si una especie de venda se les hubiera quitado, todas las comunidades indígenas empezaron a crear proyectos exitosos। Una vez restablecidas las condiciones productivas del altiplano, también las comunidades de occidentes e empezaron a organizar, definitivamente la producción agrícola que la tierra brindaba era suficiente para proveer de alimento a todas las comunidades, pero quedaba muy poco para la venta y no se podía mantener una economía local con la producción tradicional.
Aquí intervienen nuevamente Valentina y Dardo, cerca a la fecha en que decidieron casarse, también iniciaron proyectos que nunca se habían pensado posibles de ejecutar। En principio devolvieron al viejo y a Tula a los campos, donde estas dos plantas de thola vivieron por mucho, mucho tiempo. La primera idea que cruzó la cabeza de Valentina es que justamente la explotación indiscriminada de la thola había sido una de las causas para que las tierras se conviertan en desierto. Era necesario controlar el aprovechamiento de esta planta por medio del comité de gestión de la TCO.
Pusieron trancas de control en cada camino de salida y solo se permitía sacar cierto volumen de thola, los que acopiaban la thola tenían que pagar un precio por volumen a manera de patente। También se otorgaron contratos de concesión a todos los recolectores de thola, todo el manejo debía ser planificado, se dejaban áreas de descanso para favorecer la regeneración y solo se permitía extraer las plantas más viejas. Estas medidas ayudaron a conservar esta especie y a recaudar algunos ingresos para las comunidades, ingresos que aunque eran mínimos, ayudaban a la economía local, además la medida era efectiva para evitar que la thola se pierda nuevamente como protectora de la capacidad productiva del altiplano. Así hicieron con varias especies de plantas, otorgaban concesiones de uso y cobraban por volumen extraído. Algunas empresas farmacéuticas se interesaron en la acción terapéutica de la lamphaya, una planta que vive en el altiplano y es usada tradicionalmente para el alivio del resfrió y los dolores reumáticos, pronto las empresas internacionales demandaron grandes volúmenes de esta planta y ello también representó ingresos para las comunidades.
Un gran emprendimiento de las comunidades parte de Jacha Carangas, fue un éxito que nadie esperaba. Valentina había escuchado del viejo que los suris ponían sus huevos cerca a las plantas de thola y que muchas veces sus nidos eran destruidos por otros depredadores. Se le ocurrió entonces que ayudando a repoblar los suris luego se los podía aprovechar tal como hacían en las granjas de pío o avestrus en el oriente. La carne de suri era igual de suculenta y los huevos muy demandados en el mercado, aunque mas que por su sabor por su curioso tamaño. Con una buena organización se logro formar una empresa de cría de suri. La ONG para la que Valentina trabajaba ayudo a realizar el estudio de mercado y la estrategia de marketing, todo fue un éxito.
Las vicuñas también, con un adecuado plan de manejo, representaban ingresos adicionales a las familias, se crearon grupos de interés y varias personas fueron empleadas para distintos trabajos, los hombres en la época de recolección de pelo y las mujeres en la fabricación de prendas finas।
La naturaleza era generosa con todos los que la respetaban, las comunidades indígenas nunca mas pasarían hambre, y desde la fecha en que habían realizado el pacto de respecto con la naturaleza su situación mejoró tanto que los servicios básicos de agua potable, energía eléctrica y hasta telecomunicaciones llegaban a las comunidades más remotas।
Valentina, Dardo y la ONG que siempre la apoyo siguieron trabajando en el campo, en algunas ocasiones esta ONG promovía el intercambio cultural por medio de festivales que se realizaban en forma itinerante cada año en diferentes lugares। Estas actividades mantiene la unidad y hermandad entre todos los pueblos y dan oportunidad a los jóvenes a intercambios en sus conocimientos para que estos sean ampliados. Las principales enseñanzas aprendidas de las duras lecciones ayudaron a que los pueblos logren su desarrollo.
Los saberes ancestrales que fueron recogidos por Valentina fueron transmitidos a las nuevas generaciones por la misma tradición oral que siempre, nada se escribió en papeles ya que estos saberes no le pertenecen a nadie, son del mismo universo y deben permanecer en la mente de las personas y no en las bibliotecas।
Las claves para este progreso se mantenga no son extrañas a nadie, y los principios que lograron el desarrollo de los pueblos son el respeto a la naturaleza, el uso adecuado de los recursos permitiendo su regeneración, unión y solidaridad, complemento hombre-mujer, reconocimiento de la naturaleza dual del universo y por sobre todo el esfuerzo y voluntad de salir adelante।
Hoy Valentina sigue trabajando para su comunidad, actualmente, con dos hijas, es directora del primer centro de cultivo de quinua biológica, Dardo fue nombrado Mallcu de Ucumasi, y pese a no ser oriundo del altiplano, aceptó el cargo honrado, y desde hace un año lo viene ejerciendo con mucho éxito en su gestión. Dardo, todavía apegado a su afición musical, hoy esta a punto de fundar la primera orquesta sinfónica de instrumentos nativos de Ucumasi.
FIN
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