17 de junio de 2009

Indigenistas del gobierno y autonomistas de la media luna:

Los responsables del separatismo

Con la desarticulación del grupo terrorista de Eduardo Rózsas, el esquema del separatismo de indigenismo y autonomismo quedó claro a los ojos del pueblo boliviano. A indigenistas y autonomistas la historia no los absolverá.

Nelson Vila Santos/Mirko Orgáz García

La violenta desarticulación del grupo terrorista comandado por Eduardo Rózsas en la ciudad de Santa Cruz develó el plan para provocar un enfrentamiento entre los bolivianos, la división nacional y el inicio de una guerra civil.
Para los ojos de la nación los responsables de la violencia y del separatismo en Bolivia son indigenistas y autonomistas que buscan crear desesperadamente, incluso hoy, las condiciones históricas, teóricas y políticas para dividir Bolivia, como parte de un proyecto transnacional orientado a mantener el coloniaje y saqueo de nuestros recursos naturales.
Como todo proceso político, el separatismo nació primero de una idea, luego quiso convertirse en realidad en base a un conjunto de manifestaciones ideológicas, sociales y políticas a fin de provocar la división de Bolivia.
Para ello, primero se intentó quebrar el concepto de nación boliviana y sustituirlo por “naciones indígenas” (Álvaro García Linera,) y “nación camba” (Carlos Dabdoud) sobre la base de procesos legales, con la probabilidad de usar la fuerza de las armas.

Identificar a los separatistas para conocer a los enemigos

La identificación de los separatistas es primordial para conocer al enemigo principal de la nación boliviana, pero no debemos contentarnos con ello.
Marcelo Quiroga Santa Cruz en su libro “El saqueo de Bolivia” asevera: “No basta señalar al enemigo. Es necesario explicar como actúa. Sólo así sabremos como enfrentarlo”.
Durante este tiempo, tanto indigenistas como autonomistas, han intentado ocultar su profunda vocación antinacional y su carácter pro colonial y neoliberal, pero lentamente el pueblo boliviano los está identificando en su verdadero rostro.
Para conocerlos podemos ensayar tres niveles: el primero es del poder transnacional, donde confluyen principalmente empresas petroleras y mineras, detrás de ellas actúan los equipos gubernamentales de sus países imperiales, Estados Unidos y Europa; hasta Brasil y Chile tienen una profunda incidencia en las decisiones estructurales. Prácticamente controlan la economía del país y la escena política nacional. Fundidos en sus intereses sólo esperan el mejor momento para quebrar la resistencia nacional.
En el segundo nivel, está el gobierno de Evo Morales con su visión indigenista, aliado a los partidos tradicionales de izquierda y las ONG’s, con quienes han exacerbado las diferencias raciales entre los bolivianos para que sea el principal elemento de confrontación en la búsqueda de la auto-aniquilación de la nación boliviana, revestida de guerra civil.
En el tercer nivel, está la estructura autonomista cuyo eje se encuentra en las prefecturas y sistemas de mando de poder tradicionales de la denominada media luna. Su poder económico reside en la agroindustria que es controlada en su mayor parte por intereses extranjeros. Es el opositor funcional al gobierno.

Los modelos congo y serbio croata

Los planes de autonomistas e indigenistas eran bañar con sangre a los bolivianos pero se frustraron gracias a la conciencia de unidad que es incomprensible para los estrategas de las transnacionales porque escapa a todos los modelos separatistas y divisionistas creados, desde África (Ruanda y Congo) hasta los Balcanes (Serbia y Croacia). Tampoco los intelectuales nativos, orgánicos al sistema, logran encontrar la fórmula para satisfacer los propósitos de sus financiadores.
La ceguera por el poder y dinero fácil han nublado su conocimiento.
El plan para romper el concepto de nación tiene varias décadas y fue tomada siempre como una posibilidad por el imperialismo para evitar nuestro desarrollo y soberanía sobre nuestros recursos naturales.
En este siglo, fue el vicepresidente Alvaro García Linera quien en su condición de intelectual encabezó la elaboración del discurso indigenista para escindir a los bolivianos. Su acción comenzó desde abril de 2000 junto a Felipe Quispe, defensor en extremo de una “nación aymara”. Al frente le salió Carlos Dabdoub defendiendo a la “nación camba”. Creyeron que con ese discurso iban a evitar las movilizaciones de octubre de 2003 pero se equivocaron y la ilusión continúa.
Hoy, fiel al precepto divisionista, el gobierno consiguió, con apoyo de la derechista PODEMOS, aprobar la nueva Carta Magna que consolida las autonomías étnicas (modelo Congo) y regionales (modelos de los Balcanes). No en vano, el propio presidente Evo Morales les dijo a sus supuestos opositores que ahora podían tomar su vida, cuando uno de sus principales objetivos estaba cumplido.
Ahora bien, los indigenistas y autonomistas separatistas siguieron los siguientes pasos para iniciar la guerra civil en Bolivia, propósito que no han abandonado ni abandonarán.

1er. Paso: cooptación y poder de las Fuerzas Armadas y Policía

No se puede ocultar la presión política y económica que los divisionistas de oriente y occidente ejercen para cooptar y seducir a sectores de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional.
Es innegable la influencia que ejerció sobre ambos los organismos de seguridad y de inteligencia de los Estados Unidos, bajo el argumento de detener al avance del comunismo y posteriormente el narcotráfico, donde ambos organismos de seguridad del Estado se vieron involucrados.
Hoy, desde la derecha, se menciona la intromisión del gobierno de Hugo Chávez. En ese contexto, no es raro que sectores de la media luna hayan buscado a los militares para que se unan a sus planes bajo los mismos argumentos “anticomunistas” de décadas pasadas. Es sugestivo que el desaparecido Rozsas haya tenido un encuentro con reconocidos militares retirados.
En septiembre de 2007, el presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, Branko Marinkovic, hizo un llamado a los militares a oponerse al gobierno de Morales. Recientemente, el prefecto cruceño Rubén Costas criticó a la cúpula militar por enviar tropas para reforzar las fronteras con Brasil. Por el otro bando, el mandatario venezolano en plena movilización de la media luna (agosto y septiembre de 2008) denunciaba que militares bolivianos preparaban una intentona golpista.
No se puede pensar que los sectores enfrentados hayan arado en el mar al tratar de ganar a las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. Esta búsqueda de control de las Fuerzas Armadas y Policía continúa.

2do. Paso: proliferación de armas

En un país alejado de la tenencia de armas de gran calibre, una de las principales tareas del poder transnacional para propiciar la guerra civil es hacer accesible estos instrumentos de la muerte para crear los “mil vietnams” que anunciaron algunos agoreros.
Esta actitud es similar a lo que sucedió en el Congo, donde los líderes tribales imponen su voluntad y caprichos, tanto con la naturaleza y sus recursos, como con los seres humanos que están en sus territorios, a partir del manejo y acceso fácil a las armas.
Los informes de inteligencia del gobierno, según denuncias de ex funcionarios, cuestionadas pero no refutadas completamente, alarman sobre el ingreso de camiones cargados de armas por la inmensa frontera con el Brasil para favorecer a los autonomistas.
Por el bando indigenista, el ingreso de miles de fusiles Kalashnikov es otro rumor que corre como reguero de pólvora.
La desaparición de fusiles de los almacenes de las Fuerzas Armadas es otro antecedente que se debe tomar en cuenta. Cabe recordar que Eduardo Rozsas llegó al país desde el inicio del régimen de Morales, de acuerdo a datos oficiales, para implementar sus planes contra la nación.
Durante ese tiempo recolectó todo tipo de armas para sus propósitos, e incluso se fotografió con ellas. En resumen, la internación de armas para uno u otro bando, es una manera de propiciar una guerra civil. Este fue un elemento fríamente calculado por el sistema transnacional.

3er. Paso: magnicidio

El equipo terrorista de Eduardo Rozsas tenía la intención de atentar contra la vida del Jefe de Estado, quien dio por ello la orden de su desarticulación, pero una breve revisión de la prensa nos hace ver que denuncias similares se dieron desde que comenzó su régimen.
Sin embargo, la posibilidad de un magnicidio tampoco está alejado de los planes transnacionales, socias de Morales.
Debemos recordar que en Ruanda en 1994, la matanza de tutsis comenzó con la muerte del presidente Kabila, representante de la etnia utho. Entonces cualquier elemento puede servir para encender la chispa del enfrentamiento.

4to. Paso: nueva Constitución Política del Estado y Estatutos Autonómicos divisionistas

El último paso para consolidar el esquema de la división es la aprobación de nuevos textos constitucionales que consolidan las autonomías, cualquiera sea su mote.
La aprobación concertada del nuevo texto constitucional que reconoce las autonomías departamentales, indígenas y regionales debilitan el estado nacional y propician el marco jurídico adecuado para la confrontación.
Con este mecanismo se trata de autonomizar y atomizar el estado central las regiones ricas en recursos naturales. Las autonomías indígenas o departamentales, libres de control estatal, pueden negociar directamente sus recursos naturales con las transnacionales mineras y petroleras.
Esto mismo se aplicó en el Congo, país que pasó, bajo el concepto de “autonomía regional”, de nueve a 36 entidades territoriales, dominadas por líderes tribales armados por las propias trasnacionales.
En Irak, bajo un gobierno títere, se aprobó una nueva constitución, que permite a las regiones formar regiones semi independientes con pleno control sobre los recursos naturales. Estas regiones tienen “libertad de gobierno central” para la firma de contratos de exploración y explotación con las compañías petroleras.
El nuevo texto constitucional refrendado el 25 de enero, contiene las condiciones jurídicas para impulsar conflictos regionales y étnicos sobre quién es el titular de los recursos naturales.

Características de la lucha en Bolivia: intereses supranacionales

“En esencia, la lucha por el poder en el área de la dependencia siempre tiene un carácter internacional. Pero la manifiesta internacionalización regional de la lucha por el poder en Bolivia corre paralela no solamente al cambio del contenido de clase de las corrientes en pugna y a la modificación cualitativa del desarrollo político revolucionario interno, sino al cambio de la correlación de fuerzas en el plano internacional. Internamente, la lucha por el poder, ya no se da entre sectores de una misma clase burguesa por cuotas de poder, sino entre clases antagónicas por la totalidad del poder. Internacionalmente esto se desarrolla en un conflicto entre la nación explotada y la metrópoli explotadora. Es esta contienda la que, en el marco de la explotación neocolonial de América Latina, puso en movimiento represivo a la estructura continental de dominación que desembocó en la intervención delegada brasileña en el golpe del 21 de agosto”, reflexionaba Quiroga Santa Cruz sobre el golpe de Hugo Banzer.
Una situación similar se vive en el continente, ante la posibilidad de realizar la agenda de octubre, un programa latinoamericano capaz de detener la dependencia y saqueo de la región, pero nuevamente Estados Unidos delega la tarea de frenar este proyecto revolucionario al Brasil y Chile que hoy encabezan UNASUR y calculan detenidamente los pasos que se deben dar en nuestro país para evitar otra insurrección.

¿Por qué la división de Bolivia?

El poder transnacional debe poner orden en el continente mediante la violencia y sentar un ejemplo para evitar cualquier desfase de su dominio sobre los recursos naturales. Sobre esta base se movieron indigenistas y autonomistas que promovieron la división para detener la radicalización de la nación boliviana y evitar la profundización de la lucha de clases que comenzó en abril de 2000, con la denominada Guerra del Agua.
De esa manera se intenta derrocar a una izquierda emergente y renovada que no está presente en el actual gobierno de Morales y que tiene como principal discurso un proyecto de liberación con la nacionalización e industrialización de sus recursos naturales, comenzando por los hidrocarburos.
El intento más serio para liquidar físicamente a los nuevos líderes de este proyecto se dio en la Guerra del Gas, pero la confrontación nación versus poder transnacional continúa.
Marcelo Quiroga decía a propósito de este tema: “Desde el punto de vista económico, Bolivia es para el imperialismo un mercado irrenunciable de abastecimiento de recursos naturales no renovables de carácter estratégico que no produce y cuyas fuentes tradicionales de suministro se escapan progresivamente de su control. Pero también para el gobierno brasileño, Bolivia es no sólo el campo de acción de la misión política delegada por los EE.UU. de contener regionalmente el proceso de liberación revolucionaria, sino el mercado inscrito en los proyectos expansionistas del desarrollo industrial capitalista de la burguesía brasileña cuyos intereses traduce ese gobierno en planes de ocupación y de anexión militar”.
Esto se confirma con los corredores bioceánicos impulsados por Chile y Brasil.

Desmontaje: la historia no los absolverá

El plan de propiciar la aniquilación de la nación boliviana en la que están autonomistas e indigenistas está en pleno desmontaje.
Con la desarticulación del grupo terrorista de Rózsas han fracasado en el primer intento, pero no descansarán hasta lograr sus planes.
Hoy, descubiertos por el pueblo boliviano en su intento por pulverizar la resistencia nacional, preparan el escenario policial y judicial para el sacrificio de los chivos expiatorios, con el objetivo de salvarse del juicio histórico y político de la nación boliviana.
Los autores intelectuales y principales cabecillas de los planes para dividir el país, ya sean estos nacionales o extranjeros, privados o públicos, tendrán el castigo de la historia.
Éstos tienen en su haber el macabro precedente de las muertes de Pando, donde pretendieron apretar el acelerador para una ida sin retorno hacia la Guerra Civil, pero la estratagema no funcionó.

Prospectiva

Para seguir mareando al pueblo boliviano, el plan es involucrar a los bolivianos en el proceso electoral de forma anticipada buscando las mejores fórmulas y candidatos para derrotar supuestamente a Evo Morales desde la oposición.
Incluso un asonada militar estaría en los planes y una intervención militar sobre Bolivia, pero ninguna de estas opciones son las más apropiadas para detener el hambre de soberanía de la nación boliviana. Entonces, volverán a insistir en la guerra civil y la división nacional.

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