Desde hace unos días atrás, una vez más, los acólitos del gobierno de Israel están matando a hermanos y hermanas palestinos. Hasta hoy son más de 350 muertos y más de 1.000 heridos.
Las más sencillas de las reflexiones acerca de ese hecho, nos conducen a las conclusiones mencionadas en la presente nota.
Y no podemos por menos de decir que son los mismos que en Palestina matan y los mismos que en Bolivia votarán el 25 de enero del 2.009 por el No.
Son los mismos que usurpan tierras ajenas en Palestina; son los mismos que usurpan tierras ajenas en Bolivia.
Son los mismos que consumen trágicamente vidas humanas por cientos y miles, para beneficio oprobioso e individualista de unos cuantos.
Son los mismos que quieren homogeneizar el mundo a su imagen y semejanza, que quieren que todos se parezcan a ellos: destructores de la naturaleza, denigrantes de la condición humana, alienantes del espíritu humano.
Son los mismos que no quieren ni aceptan reconocer las diferencias entre las personas, las identidades al interior de las diferencias, el respeto a que cada cual sea lo que es.
Son los mismos que luchan por conservar unos mezquinos privilegios económicos, sociales, espirituales que ya llevan durando siglos.
Son los mismos que en Israel y en Bolivia reciben el apoyo y colaboración directa del imperio de Estados Unidos de Norteamérica para cometer las peores fechorías en contra de la humanidad.
Son los mismos que destinan recursos mal habidos para sojuzgar, humillar y aplastar pueblos enteros.
Pero son los mismos, también, que encuentran resistencias de parte de los que tienen razón; de los que están frente y contra ellos.
Los mismos que tienen enfrente a dignidades, solidaridades, hermandades, compañerismos.
Los mismos que no podrán contra millones enteros, millones de esperanzas puestas en un mundo nuevo y mejor.
Los mismos que, al fin, no podrán contra el futuro que es nuestro, que es de todos.
Los mismos que tendrán al frente, en Bolivia, a millones de personas que el 25 de enero de 2.009 votarán por el Sí.
Mario Iván Paredes Mallea
Santa Cruz, 30 de diciembre de 2008
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