16 de febrero de 2009

LOGIAS: ¿Y los libros, revistas y folletos de las investigaciones?

Por Gisela López Rivas *
La primera vez que escuché hablar de logias en Santa Cruz fue de boca de colegas periodistas y amigos de ese entonces, a mediados de los 90. También leí sobre ellas y, aunque nunca lo constaté (porque mi condición social, clasemediera, hija de emigrantes y encima mujer, me imposibilitan el acceso a sus “rituales”), creo en su existencia. Ponerlas en duda o argumentar “equilibrio” para negar la presencia de las mismas no es moral.
En esas épocas – entre los 80 y 90, cuando denunciaron la existencia y el dominio de los dos grupos -, los sabuesos de la investigación, supuestamente, fueron hasta lo último para la constatación de la existencia de dos poderosas logias cruceñas: la Toborochi y la Caballeros del Oriente. Publicaron listas extensas, con nombres paternos y maternos de los integrantes. Fotografiaron casas donde supuestamente se congregaban, dibujaron los collares y los anillos que, presuntamente, usaban en sus reuniones. Contaron historias novelescas de los rituales y las prácticas de los dos grupos de poder cruceños. Los acusaron de manejar las cooperativas de servicios públicos y hasta de saquearlas. Incluso, un alcalde intentó prohibir la existencia de las dos logias y un concejo municipal, mediante resolución, las exhortó a que se visibilicen. Publicaron revistas, panfletos y hasta libros acerca de ellas. Qué no hicieron…
Yo era “chica” todavía. Mi aparición en esta historia fue un poco tardía. Pero la mayoría de esas publicaciones llegaron a mis manos cuando me tocó escribir sobre las famosas logias.
Dicen que revistas panfletos y libros ya fueron quemados. Que ni en las bibliotecas existen. Tampoco me consta, pero me llama la atención.
Pero los autores siguen vivos, creo. Al menos de carne y hueso.
Estos días y después de la casi desesperada denuncia hecha por uno de los candidatos a la presidencia del Comité pro Santa Cruz, la existencia de las logias cruceñas volvió a la palestra. Pocos le dimos importancia y no faltó quien incluso puso en duda su existencia. Me refiero al impacto mediático.
No había pasado antes. ¿Un candidato al Comité denunciando que este ente, el gobierno moral de los cruceños, está “tomado” por las logias? Sí. Lo vi al valiente médico cómo incluso argumentó que su valentía pasaba, entre otras cosas, porque no “pertenecía al sector productivo ni era dueño de tierras”. Llegó a decir que su profesión, “afortunadamente”, le era ventajosa para no recibir represalias. El doctor no usó ese término, pero yo sí. Si no, pregúntenle a aquel alcalde que las combatió y que recibió la más dura de las represalias: la muerte civil, condena que años más tarde se la perdonaron, pero sin derecho a nada… Y falta saber qué más tuvo que entregar.
Como sigo siendo soñadora, y a pesar de que nunca he sido comiteísta (pero sí cívica), pensé que – a partir de la denuncia del médico- un resquicio se podía abrir para “salvar” al tan vapuleado Comité pro Santa Cruz. Pero no. Al final ganó el que sabíamos iba a ganar.

· Periodista
giselalopezrivas@yahoo.es

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