9 de febrero de 2009

La Nueva Bolivia e Iglesia Posible

Escrito por Xavier Albó (*)

Esta semana ha sido de infarto. Casi literal, con la operación quirúrgica delicada y urgente de nuestro querido Cardenal, por cuya pronta recuperación rezamos solidariamente, a igual que por la de nuestro querido Presidente, operado casi el mismo día y por quien cada día rezamos también solidariamente. Hemos vivido además un infarto político para el mismo Evo y el MAS por el escándalo YPFB-Catler, teñido con asalto armado y asesinato.

Pero este sábado ha sido también una jornada de júbilo y de esperanza para la mayoría de bolivianos (23% de diferencia entre el sí y el no) que llevó finalmente a aprobar la nueva CPE ayer promulgada. Debe ser también una ocasión de reflexión, orientada a un compromiso solidario con todo el país para avanzar juntos hacia la otra Bolivia posible y necesaria, con las nuevas reglas de juego ya promulgadas, por las que hemos votado. Lejos deben quedar los cálculos mezquinos e inmediatistas de unos y otros. Obama ganó por muchísimo menos y en aquella poderosa democracia nadie desconoce la legitimidad de ese significativo giro histórico allí iniciado.

El exitoso y movilizante lema de los Foros Sociales Mundiales “otro mundo es posible”, se aplica también por supuesto a nuestra Bolivia. Podríamos yaparle que, si es posible es también necesario, porque se trata de algo en verdad justo, equitativo y, por tanto, necesario.

Y si se aplica a todo el país, es oportuno aplicarlo también a las instituciones clave de nuestro país, sean políticas, públicas, privadas o religiosas: otra Constitución era posible y necesaria (y por supuesto seguiremos mejorándola, pero a partir de lo ya avanzado). Otro MAS, purificado y consolidado, es posible y necesario. Otra oposición, constructiva y concertadora, es posible y necesaria. Otro enfoque autonómico, desde el de los departamentos más ricos al de los más pobres, hasta el del último y más chico pueblo originario, es posible y necesario.

Y ¿por qué no? también otra iglesia (la católica y las demás, con sus diversas expresiones religiosas y espiritualidades), cada vez más proféticas, solidarias y servidoras de toda la comunidad, incluso hasta dar la vida por los demás, son posibles, necesarias y hasta exigidas por nuestra propia fe y vivencia religiosa, cristiana u otra. Por suerte abundan los ejemplos de que en el pasado reciente ello ha sido posible y real también en Bolivia y en la América Latina.

Este es el sentido en que deben interpretarse las palabras dichas por Evo, cabalmente en el contexto del ultimo Foro Social Mundial, en cuyo surgimiento y crecimiento tanto siguen contribuyendo muchos grupos cristianos comprometidos. Esta vez han participado también, junto con Evo, otros cuatro presidentes, que - como él - desde antes han sido muy cercanos a esos foros mundiales: Lula, Chávez, Correa y Lugo, varios de ellos también con hondas raíces cristianas. El último, en particular, acrecentó su conciencia y compromiso humano, social y político por su país Paraguay, tan golpeado por décadas de dictadura, siendo nada menos que uno de los más connotados obispos, muy cercano y receptivo a su gente. El artículo 4 de la nueva CPE, que aumenta la independencia, libertad y reconocimiento respetuoso y ecuménico de toda iglesia y espiritualidad, pero sin privilegios ni poder secular siempre peligroso, puede facilitar esta conversión y crecimiento posible y siempre necesario.

Este año 2009 supone una transición nada fácil, empezando por perentoria obligación del Congreso, ya de bajada, de elaborar la ley de convocatoria a las elecciones generales y para la nueva Asamblea Legislativa Plurinacional. Fue elegido según la CPE ya abrogada y debe ahora actuar en función de la nueva. Se habla de pactos, pero estos deben ser en términos de interpretación, legislación operativa y ritmos de aplicación gradual de lo ahora ya constitucional. No, de “desacatar” una CPE recién aprobada por tan amplio margen, por mucho que en cuatro departamentos se haya impuesto el no.

Pero, más allá de estas urgencias jurídicas, en lo que más podemos contribuir todos ya, desde la esfera pública o desde el llano, es en apoyar un ambiente de diálogo para que los diversos intereses se expresen por fin dentro de este nuevo escenario por el que hemos optado.

(*) Xavier Albó es antropólogo, lingüista y jesuita

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