Por Omar Quiroga Antelo
En la actualidad muchas personas e instituciones le están prestando más atención al fenómeno de la migración de bolivianos hacia el extranjero।
Cuando se analiza este fenómeno, vemos que hay diferentes facetas y diferentes motivaciones que influyen para tomar la decisión de irse del país.
Recordemos que las primeras migraciones fueron a la Argentina, y principalmente migraban personas del occidente en busca de mejores días.
En la década de los noventa, el narcotráfico disminuyó drásticamente con la política emprendida por el gobierno de Bánzer, que afectó sobretodo al oriente del país, lo que provocó una recesión notoria en la economía cruceña, obligando a muchas personas que se beneficiaban de este circuito ilícito, a buscar nuevas fuentes de ingreso, lo que motivó que muchos se vayan al país del norte. Basta constatar la presencia de colonias enteras de Portachueleños y Montereros en varios Estados de Estados Unidos, región donde se campeó el narcotráfico en la década de los ochentas y parte de los noventa.
Si analizamos que sucedió luego, al parecer la crisis económica impulsa a otro contingente de bolivianos a emigrar, esta vez a España, por la facilidad de ingresar sin visa. Todos quedamos convencidos de que la falta de trabajo es la culpable de que muchos tomen la decisión de salir del país.
Sin embargo, lo que me ha llamado la atención en los últimos años, es que se haya ido del país gente que no precisamente estaba desempleada, es decir, tenían un empleo que no les reportaba altos ingresos, pero les permitía vivir.
Comenté con un amigo que había migrado a Estados Unidos por un tiempo de 4 años y le decía que yo no estaba seguro de que la falta de empleo sea la causa de la migración en el país. Me parece que más bien es ese afán desmedido de algunas personas de querer acumular riqueza a toda costa, en definitiva el arribismo de esa gente que decide irse.
Quede sorprendido cuando me refutó y me dijo que no era cierta mi apreciación y que según él una de las causas de la migración en Bolivia, es la “mentira”. Le pedí que me explicara los fundamentos de su percepción.
Me explicó que en realidad es una cadena, que la gente que se va, desde allá trata de convencer a otras personas, ya sean familiares o amigos(as) para que emprendan el viaje. “Nos pintan la cosa bonita, que en tres meses ya tendremos ahorros, que todo es cuestión de arriesgar y que las oportunidades están ahí”. Con estas recomendaciones, muchos se endeudan y emprenden el viaje. Cuando llegan a destino, “la realidad no es como te la pintan”, me decía. Hay que sufrir, hacer los trabajos que nunca te imaginaste. Otros compatriotas tuyos llegan a aprovecharse de ti, subalquilándote habitaciones para que duermas, para que dejes tus maletas, viviendo de ilegal…etc. La ilusión se termina, pero te da vergüenza decirle a quienes dejaste lejos y la cadena se repite. Es el que llegó que debe mentir que está bien, que tiene trabajo, que está ahorrando. Claro, y convence a otros(as) que también se van con la misma ilusión. Por tanto, es la mentira la culpable de gran parte de la migración de ciudadanos de nuestro país, me decía.
Son muy pocas las personas que encontraron las condiciones expeditas para ahorrar dinero y si lo hicieron, regresan al país, se la gastan y nuevamente quedan como empezaron.
Empecé a recordar experiencias propias y francamente debo decir que mi amigo no está equivocado con su percepción, pues se de muchos amigos, amigas, familiares que han mentido, que por mucho tiempo han hecho creer a quienes se quedan, que todo está bien, que tienen un buen trabajo, que están ahorrando, pero cuando la presión es fuerte, cuando ya no tienen qué comer, terminan confesando que en realidad todo ese tiempo estaban aparentando, estaban mintiendo.
Ese es el drama de muchas personas que abandonan nuestro país. Sería bueno que se entreviste a quienes volvieron para que den sus testimonios y que sirva para que se evite el sufrimiento de otras personas. Y ni hablar de todas las consecuencias en relación al drama de la desintegración familiar.
Por eso el Estado debe apoyar iniciativas de reinserción de migrantes, fomentar iniciativas productivas, establecer convenios con los países receptores para capacitar a nuestros migrantes, etc. En fin, hay muchas tareas por delante.
La Paz, 25 de febrero de 2008.
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