Autor : Antonio Peredo Leigue
No escuchamos ni leímos ninguna reacción comiteísta o podemista sobre el espionaje yanqui en Bolivia। Qué diferencia al escándalo que propiciaron hace dos semanas respecto al seguimiento de algunos políticos –incluidos de gobierno- y hasta un periodista. Muy suelto de lengua, un senador banzerista, dijo que estaba convencido que, tras aquellos acosos, estaban las manos de cubanos y venezolanos. ¿Qué dice ahora? Nada, por supuesto. El espionaje norteamericano siempre fue bienvenido por ellos. ¡No van a poner en riesgo su visa a Estados Unidos!
Es bueno poner en mesa los datos de esta comedia।
el escándalo COPES
A fines de enero, los medios de comunicación sensacionalistas –son raras las excepciones- recibieron material para el escándalo: fotografías y textos de seguimientos a personajes del mundo político, sindical y periodístico. Es cierto que las imágenes –en este caso, ¡todos! tuvieron las imágenes- mostraban a las personas entrando a alguna residencia o conversando con otros. Nada especial. Los textos se limitaban a decir que fulano entraba al domicilio de zutano o se entrevistó con mengano.
Indignado o ¿talvez temeroso de estar entre los espiados? un parlamentario de PODEMOS anunció que pediría una investigación encabezada por la comisión que él presidirá nuevamente. Ahí está la amenaza, esperando materializarse en los próximos días.
El gobierno tomó cartas en el asunto, partiendo del hecho de que, tales seguimientos, no respondían a ninguna instructiva oficial. Así se estableció que, en la Policía Nacional, tres organismos distintos ejercían la misma función de inteligencia, dos de los cuales eran financiados por el gobierno de Washington. La embajada respectiva así lo confirmó, aunque deslindó responsabilidades sobre las directrices de seguimiento.
La siguiente medida fue la supresión del COPES, responsable de los acosos y la integración del otro en la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) de la Policía.
La oposición no se dio por enterada y mantuvo –seguramente aún mantiene- su decisión de asumir el papel de cabeza de Ministerio Público, para lograr que su investigación concluya en una rotunda acusación contra el gobierno de Evo Morales।
Goldberg, Goldberg, ¿qué estás haciendo?
La Cancillería de Bolivia, tratando de precautelar las relaciones con Estados Unidos de Norteamérica, buscaba tener una reunión positiva con el embajador Goldberg para tratar el tema del financiamiento a los organismos de seguridad que, según todos los indicios, responden más a los requerimientos de esa representación que a las necesidades del estado boliviano.
En esas circunstancias, se destapa la olla: en un programa de televisión en USA, un becario denuncia que, cierto funcionario de la embajada de Washington en Bolivia, le pidió que conociera sobre actividades de cubanos y venezolanos y le entregara la información. “¡Me quedé estupefacto!”, es la expresión que usó en su relato.
Esto permitió que, funcionarios del Cuerpo de Paz estadounidense reafirmaran aquella versión, refiriendo que a ellos también se les pidió ese tipo de espionaje. ¿Habrá que recordar que, en 1970, el entonces presidente Juan José Torres, expulsó a ese mismo Cuerpo de Paz por sus ilegales actividades de “inteligencia”?
El embajador Goldberg recibió instrucciones de su gobierno, para reconocer que “se trata de un error” cometido por un funcionario, que actuó “en contra de las normas” que rigen las relaciones de Estados Unidos con otros países। Naturalmente no del mismo tipo, pero también han sido “errores” las torturas de prisioneros en Irak.
El silencio desconcertado
La situación se ha complicado para los apresurados parlamentarios de PODEMOS que anunciaron una severa investigación sobre el tema. Están emplazados a cumplir con el anuncio que hicieron antes de conocer la realidad.
Por su parte, la Cancillería tiene el terreno allanado para pedirle cuentas al diplomático cuyos funcionarios actúan “por error”।
Extractado de la web del Capítulo Boliviano de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo
No hay comentarios:
Publicar un comentario