Por: Padre Numa Molina S.J.
Como venezolano y como cristiano que ama esta patria que Dios me regaló para nacer, no puedo más que sentir indignación y pena ajena por quienes adversan al gobierno.
Es grave cuando un ciudadano o ciudadana confunde su papel opositor con traición a la patria. Es símbolo clarísimo de que estamos viviendo con enemigos en casa y eso es muy peligroso para el desarrollo y la estabilidad de una nación.
Recuerdo la historia de aquel muchacho malcriado de un barrio de nuestra capital. Su padre era taxista y su mamá, por causa de su mal estado de salud, no podía trabajar. El sustento de aquella familia de 5 miembros llegaba como producto del taxi. Un día el joven pidió a su papá un par de zapatos de marca y este le dijo que no podía comprárselos ahora porque había otras prioridades. Ese mismo día por la noche cuando su padre regresó de trabajar y estacionó el taxi frente a su casa, el zagaletón le echó un líquido corrosivo al motor para que se dañara se fue a celebrar su hazaña con otros amigos tan cabeza hueca como él. Después de aquel día ya nunca mas encontró la nevera llena ni el almuerzo a la hora, la luz y el teléfono la cortaron a los pocos días y fue grande la ruina de aquella familia. Lo que era de todos para el sustento de la familia, uno de sus miembros lo había arruinado.
No me cansaré de decir que estamos ante una grave crisis de conciencia de lo público, es decir, de lo que es de todos. No existe sentido de pertenencia y este fenómeno parece manifestarse de modo más peligroso en la medida que lo observamos en las clases sociales altas. Hoy veíamos a los rostros barriales y afroamericanos gritando consignas en favor de PDVSA, eran los pobres que siempre son agradecidos. Esa mayoría por fin les dejaron saborear, desde los planes sociales, una gota del petróleo que durante toda la vida ha manado desde nuestro subsuelo. En cambio otra porción, minoritaria, menos mal, se regodeaba.
Cuando miro estos comportamientos desde mi fe en Jesús de Nazaret termino considerando que una actitud de tal naturaleza no es cristiana. Donde hay egoísmo y venganza no puede estar presente el Espíritu de Cristo resucitado. Jesús fue el primero en oponerse a los poderes establecidos que oprimían desde fuera y desde dentro a su pueblo y optó por los excluidos. El amaba a su cultura y a su tierra. Cuando regresó del desierto lleno del Espíritu lo primero que hizo fue visitar a su pueblo, aun cuando lo rechazaron; y otro día exclamó “!Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los enviados! ¡cuantas veces intenté reunir a tus hijos como la gallina reúne a los pollitos bajo sus alas, y tú te negaste!” (Mt 23, 37), se trata de una reacción de dolor por un pueblo que sufre, su pueblo, frente a una clase social que trataba de quitarlo de en medio de cualquier modo, hasta el punto de solidarizarse con el Imperio con tal de no perder sus propios privilegios. Lamentablemente esta imagen que es la verdadera del Jesús histórico, el hombre-Dios, ha sido sustituida en algunos estratos de nuestra sociedad venezolana, cambiándola por un Cristo a su manera que les sirva para justificar los pecados mas infames y al mismo tiempo seguir calmando la conciencia con una misa dominial que en vez de salvarlos les convierte en reos de su propia condenación (1 Cor 11,27).
Hoy hubo fiesta en las empresas de comunicación social del país porque una trasnacional como la EXXON con sede en Estados Unidos introdujo una medida cautelar en contra de PDVSA. ¿Acaso no se percatan quienes comercian con el don divino de la comunicación que con ese irrespeto a la verdad están faltando el respeto a los venezolanos decentes que seguimos empecinadamente apostando por esta tierra? Ello confirma lo que señalé antes acerca de la falta de sentido de lo público. Son los zagaletones de aquella anécdota, que celebran sin percatarse que lo que es público es de todos y cuando un enemigo exógeno pone en peligro nuestro patrimonio estamos en el deber de defenderlo no como partido sino como país, como una sola familia si es que nos reconocemos venezolanos.
Hoy celebran, mañana todos lloraremos la desgracia si seguimos tratando con esa mentalidad indiferente y dañina nuestro haber patrimonial. Si seguimos suspirando por nuestros propios intereses egoístas. El llanto y el dolor vendrá un día cuando el imperio mas asesino que haya tenido la humanidad invada nuestro suelo como ha invadido a tantas naciones de las que hoy solo quedan escombros y muerte. Y aquel día, sin embrago, esa clase siega y torpe no dejará de coquetearse con el imperio y seguirá afirmando que la culpa la tuvo Chávez para no reconocer su propia culpa de haber actuado en contra de aquello que con sangre nos ganaron nuestros libertadores.
La medida tomada
El motivo de esta medida arbitraria en contra de nuestra empresa petrolera tiene que ver con la lucha emprendida por el gobierno venezolano para devolverle a nuestras reservas el carácter de propiedad venezolana que en otros tiempos le habían hurtado impunemente. Hasta le habían cambiado el nombre de faja petrolífera del Orinoco por el de faja bituminosa.
Es el pase de factura de quienes no soportan que nuestro país luche hoy por su independencia económica.
Qué triste papel mediático, pero también qué papel tan deprimente el de los hombres y mujeres que desde hace rato se dejaron colonizar el alma por los intereses estadounidenses.
A tal extremos llega la ignorancia y hasta la vergüenza por lo nuestro en algunas clases sociales, que el mismo idioma castellano es pronunciado en algunos sectores con acento gringo (anglosajonizado) para, de algún modo hacer honor a aquella cultura del norte que, desde hace un buen rato histórico viene saqueando nuestros recursos y nuestras mentes. Y considerar que todo esto ha acontecido ante la mirada cómplice de quienes desde siempre, nunca supieron de amor por Venezuela. En su mente está la empresa, la ganancia jugosa, los bancos extranjeros y las propiedades en EEUU.
Estoy segurísimo que cuando pienso y hablo así desde lo que soy, sacerdote católico, una porción de quienes me conocen me tildarán de chavista recalcitrante, de revolucionario, etc. y muy pronto terminarán excluyéndome de sus listas de curas confiables. No me preocupa en absoluto, porque muchas mujeres y hombres de diferente color y procedencia social me siguen demostrando que ellos sí saben amar a Venezuela, razón suficiente como para seguir teniendo esperanza.
Pues:
si defender lo que es de todos ante un imperio extranjero,
si amar nuestros recursos naturales que Dios nos dio y defenderlos,
si estar de acuerdo con la nacionalización del nuestro petróleo es ser revolucionario, yo soy revolucionario. Por otra parte mi condición de cristiano no me autoriza a permanecer indiferente ante actitudes tan injustas. Con ellas se está ofendiendo a Cristo en el rostro del pobre donde él me aseguró que estaría presente. Por esa porción de la humanidad opté el día que decidí hacerme sacerdote y a esta opción quiero seguir siendo fiel mientras camine por esta tierra.
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