29 de abril de 2020

La pregunta es, entonces ¿Cómo se toman las decisiones de política pública desde el Gobierno Nacional para enfrentar el Covid 19?



Desde enero de 2.020, la mayor preocupación de los países es como combatir mejor al flagelo del Coronavirus (COVID-19) y preservar la salud pública. Una de las medidas más extensamente aplicada ha sido la implantación de cuarentenas; que han disminuido la velocidad del contagio a expensas de casi paralizar la economía mundial. Aunque se anuncia una recesión global por esta causa, para el período post pandemia, por lo pronto la atención se concentra en salvar vidas.

El secretario general de la OMS, Tedros Ghebreyesus, ha señalado que: “No se puede combatir un incendio a ciegas, y no se puede detener una pandemia si no sabes quién está infectado”. En esta línea, la prioridad de los países es identificar a los portadores del virus, aislarlos y cortar así la cadena de transmisión de la enfermedad. A mayor cantidad de testeos, y seriedad en la identificación de los contactos de los contagiados, se puede establecer mejores parámetros de control y definir acciones para preservar mejor la salud pública y establecer condiciones para reanimar la economía.

Latinoamérica

En esta carrera, Latinoamérica compite con desventaja por: la dificultad que implica conseguir las pruebas para diagnosticar el virus y adquirir el equipamiento e insumos para atender los casos más críticos. Un balance rápido de la tarea realizada en la continente muestra en los extremos a dos países: Chile como el país con más pruebas realizadas, 8.690 por millón de habitantes (pmh) y Bolivia con solo 513 pmh, El resto de los vecinos Perú, Brasil, Argentina y Paraguay tienen respectivamente 7.260, 1.590, 1.270 y 1.180 pmh. En este contexto, la situación en Bolivia es precaria y compleja, porque al no disponer de tests suficientes carece de información relevante para apoyar la toma de decisiones para controlar la expansión del covid 19.

Las acciones emprendidas por el Gobierno para la gestión de la crisis, con excepción de las declaraciones de cuarentena y el pago de bonos, han sido, por decir lo menos, algo erráticas, por ejemplo, cuando, el 6 de marzo pasado, el ex ministro de salud Aníbal Cruz declaraba a los medios: “el coronavirus nos está tocando la puerta, pero estamos preparados”. La realidad fue distinta. Las pruebas y reactivos para realizar esta tarea son tan limitados en el país, que solo se aplican a quienes presenten claramente síntomas de la enfermedad. El actual Ministro de Salud, Marcelo Navajas, informó días atrás que: “la demanda mundial de estos insumos es alta y que Bolivia está al final de la cadena de compras y que dentro de un mes se dispondrá de mayor cantidad de pruebas”. Es decir, nunca estuvimos preparados.

Insuficiente

El pasado 21 de marzo el Gobierno dispuso la cuarentena en todo el país. Pero, con carácter previo, gobernaciones y alcaldías de cuatro departamentos declararon la misma medida. La pregunta es: ¿hubo una línea de coordinación entre los niveles nacional y subnacional? La impresión que quedó es que el nivel nacional reaccionó tardíamente. En el ámbito externo medidas similares las habían tomado días antes Perú, Argentina y Chile. El 14 de abril se amplía la cuarentena en Bolivia, en un contexto en que se repiten similares hechos previos a los acaecidos antes del 21 de marzo.

Si bien la aplicación de la cuarentena ha funcionado ralentizando la cantidad de contagios, se ve que la medida ya no es suficiente, porque el incremento del universo de contagiados está en franco crecimiento (60%, si se compara entre las dos últimas semanas). Este 28 de abril, Bolivia ha reportado un acumulado de 1.053 contagios con la aplicación de aproximadamente 6.300 tests de corononavirus. Para determinar similar número de contagios Perú aplicó 15.500 pruebas y Chile 29.000. Es decir, que la escasa medición realizada en nuestro país está encubriendo un probable universo no identificado de entre 2 y 3 veces más de contagios existentes, que los que se declara oficialmente. De otra manera no se explica la situación de los departamentos de Oruro y el Beni, que pasaron del estado de silencio epidemiológico a tasas de contagio 10 veces mayores, en un lapso de dos semanas; además de la cuarentena, ¿cuál era la estrategia para contener el virus en estos departamentos?.

La pregunta es, entonces ¿Cómo se toman las decisiones de política pública desde el Gobierno Nacional para enfrentar el Covid 19? La respuesta probable es que la decisión es una combinación entre los escasos datos estadísticos que se disponen, las recomendaciones genéricas de la OMS, las acciones que encaran los países vecinos y la presión ejercida por los niveles subnacionales que toman sus propias decisiones, prescindiendo del rol coordinador del nivel central.  

Esfuerzos de articulación

En el fondo, el problema de atender solventemente la crisis está más allá del sistema de salud y tiene que ver con construir esfuerzos de articulación, entre todos los niveles del Estado y las representaciones de la sociedad civil. Muestras visibles que algo anda mal son:  el conflicto del 11 y 12 de marzo de 2020, suscitado entre la Dirección Departamental de Educación de Oruro y el Ministerio de Educación, por la decisión del primero de suspender clases y la oposición del segundo; la poca coordinación entre los municipios rurales y el gobierno nacional que no define una estrategia clara de abastecimiento de alimentos a las ciudades y pone en riesgo la frágil economía campesina; la inauguración de laboratorios para la detección del covid 19, en prácticamente todo el país, que no funcionan; y la reciente intervención de los SEDES de los departamentos de La Paz y Cochabamba, por fallas de coordinación.

Este 25 de abril, la Alcaldía de Santa Cruz comunicó la intención de ampliar la cuarentena al mes de mayo, iniciativa absolutamente racional ante la falta de más información que permita asumir otras medidas y es probable que en los próximos días otras alcaldías y gobernaciones hagan pronunciamientos similares, con el resultado, también previsible, de un anuncio del Ejecutivo de ampliación de la cuarentena.

La ciudadanía encerrada en casa, con cansancio espera medidas que mejoren su situación y permitan un paulatino arranque de la economía. Se le demanda al Gobierno lucidez, realismo y ante todo transparencia, no impostura.

Todos esperamos que este trance se supere al final. Pero por hoy, una vez más, el país está al borde del precipicio. Las evidencias del manejo de esta crisis arrojan más dudas que certezas sobre sus conductores; tanto, que sus acciones parecen más una declaración de fe, que un hecho de gestión pública ¿ante la realidad del abismo, haremos un salto de fe?.

Juan de Dios Fernández es investigador en gestión pública y desarrollo rural. Es MSc en Gestión y Políticas

No hay comentarios: