Imponer normas ridículas. Las empresas tienen que seguir unas
normas, eso está claro, pero no tienen por qué ser medidas a corto plazo o
vagos intentos de mantener un orden. Una política de horarios exagerada o un
par de normas innecesarias pueden hacer que la gente se vuelva loca. Si un
buen empleado siente que le están vigilando demasiado, se irá a trabajar a otro
sitio.
Tratar a todos por igual. Esta táctica funciona en el colegio, pero
el lugar de trabajo debería funcionar de manera distinta. Tratar a todos por
igual implica que tus mejores trabajadores crean que se les tratará igual que
al más vago de la oficina por muy bien que trabajen.
Tolerar un rendimiento
bajo. Se suele decir
que los grupos de jazz son tan
buenos como su peor músico; independientemente de lo buenos que sean los demás,
todos oyen al peor. Cuando se permite la presencia de un eslabón débil sin
ningún tipo de consecuencias, estos contagiarán al resto de empleados, especialmente
a los más competentes. Esto suele pasar cuando los jefes no tienen la
suficiente inteligencia emocional como para lidiar con los problemas de rendimiento de la plantilla.
No reconocer los logros. Resulta muy fácil infravalorar el poder
de una palmadita en la espalda, sobre todo con los mejores trabajadores que ya
están intrínsecamente motivados. Todo el mundo quiere reconocimiento, y
nadie lo necesita más que alguien que se esfuerza y lo da todo. Si recompensas
los logros personales estarás demostrando que prestas atención. Los superiores
tienen que comunicarse con sus subordinados para descubrir qué es lo que les
hace sentirse bien (un aumento de sueldo o reconocimiento público) y para
recompensarles por el trabajo bien hecho. Es algo que pasará a menudo con los
trabajadores más competentes.
No preocuparse por la
gente. Más de la
mitad de los trabajadores que dejan sus puestos lo hacen por la relación que
tienen con su jefe. Las empresas con una filosofía inteligente se aseguran de
que los jefes sepan ser humanos a la par que profesionales (realizar un test de
inteligencia emocional es
una buena manera de empezar). Este tipo de jefes son los que celebran los
éxitos de sus empleados, muestran empatía por los que lo están pasando mal, los
motivan y los desafían, aunque duela. Los jefes que no se preocupan por la
gente tienen más probabilidades de que sus trabajadores abandonen su puesto.
Es imposible trabajar más de ocho horas al día para alguien que no se involucra
y que no se preocupa nada más que por los resultados.
No informar del panorama
general. Puede que
asignar tareas sin más a los trabajadores parezca mucho más efectivo, pero si
no se informa del panorama general a los mejores trabajadores, estos lo tendrán
en cuenta. Los empleados estrellas cargan con más responsabilidades porque se
preocupan de verdad, así que su trabajo debería tener una finalidad. Si no
saben cuál es, se sienten alienados y desmotivados. Si no se les presenta un
objetivo, lo buscarán en otra parte.
No dejar que los empleados
persigan sus pasiones. Google exige a sus empleados que pasen al menos un 20% de la jornada
haciendo "algo que crean que beneficiará a Google al máximo". Estos
proyectos movidos por la pasión contribuyen a Google, como es el caso de Gmail
y AdSense, pero el mayor beneficio es conseguir que sus empleados estén a
gusto con la empresa a la que pertenecen. Los trabajadores con talento son
personas apasionadas. Hay que proporcionarles oportunidades para que hagan lo
que les apasiona, eso aumentará la productividad y la satisfacción laboral,
pero la mayoría de los jefes quieren que sus empleados trabajen sin distracciones.
Estos jefes tienen miedo de que se produzca un descenso en la productividad si
dejan a los trabajadores expandir su foco de atención y perseguir sus
intereses. Hay estudios que demuestran que los empleados a los que se permite
entregarse a sus pasiones en el trabajo experimentan un estado de euforia que
les hace ser cinco veces más productivos de lo normal.
No hacer divertido el
trabajo. Si uno no
se lo pasa bien en el trabajo, es que las cosas se están haciendo mal. La
gente no lo da todo si no se divierte y la diversión es uno de los factores más
importantes si quieres mantener a tus mejores trabajadores. Las mejores
empresas para un trabajador saben lo importante que es permitir que los
empleados se diviertan un poco. Por ejemplo, Google hace todo lo posible para
que el lugar de trabajo sea divertido: comidas gratis, boleras y gimnasios,
entre otras cosas. La idea es muy sencilla: si el trabajo es divertido, no sólo
rendirás mejor, sino que también trabajarás más y te quedarás más tiempo en ese
puesto de trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario