27 de abril de 2020

Reflexiones Post-Coronavirus

                                                                                                    Max Murillo Mendoza

Es por supuesto un riesgo enorme pronosticar conjeturas, o resultados, después de la pandemia; pero asumo dicho riesgo. Sin embargo, hay aspectos en los cuáles existen similitudes respecto de crisis anteriores del sistema. Sucede que la civilización occidental, inventora del sistema capitalista, siempre tuvo las ventajas de las reglas de juego de dicho sistema. Hoy ese sistema está en jaque por un virus, en jaque terrible que el mundo gringo otra vez descarga las pérdidas sobre las espaldas del mundo pobre. Dicho sea de paso, la historia nos enseñó que la pobreza es obra y gracia del sistema colonial, primero, y después capitalista. Entonces desde siempre, sobre todo desde la expansión de la modernidad allá en el siglo XVI, el mundo occidental gringo tiene las ventajas de sus reglas de juego que impuso al mundo entero a sangre y fuego.

El fenómeno del capitalismo chino es un punto a parte. El capitalismo clásico y tradicional gringo, creció sobre trampas modernas bien estructuradas, por ejemplo el proteccionismo de sus mercados. Es un cuento chino eso del libre comercio. El mundo gringo siempre hizo trampas, porque son dueños de las reglas de juego capitalista. Mucho después lanzaron la moda de la globalización, con el discurso de la libre competencia. Con ese cuento inundaron nuestros mercados con sus productos, porque imposible que podamos competir con semejantes poderes mundiales e industriales. Sin embargo nos convencieron de las bondades de la globalización para destruir las pocas industrias del sur del mundo. Es decir, destruir millones de puestos de trabajo.

Ese capitalismo tradicional no contó con las competencias de mercados emergentes, como China, Rusia o India. Que intentan ingresar a esos monstruosos clubes de ricos a pesar de los riesgos que eso conlleva. Entonces reniegan de la globalización; empiezan a cerrar sus fronteras poniendo aranceles, como Trump, o definitivamente cerrando totalmente sus fronteras incluso para personas extranjeras. En esa locura llega el virus asiático para demostrarles que los mercados mundiales siguen globalizados, y no hay frontera alguna ni siquiera para detener un virus.

La civilización occidental, que siempre exporta sus títulos en tono de superioridad: tan culta, educada, civilizada y desarrollada, tiene en su haber dos guerras mundiales, asesinato de millones de judíos, destrucción de culturas enteras en los procesos coloniales de siglos. Todo esto sin contar que su modo de desarrollo y progreso ha destruido el mundo: cambio climático y destrucción del hábitat animal y vegetal. Esta civilización “tan culta y educada”, sigue hoy bombardeando países como Irak, Siria o Afganistán, demostrando su barbarie congénita y cavernaria, sin siquiera entender los  momentos que el mundo pasa con el coronavirus.

La civilización occidental tiene la excusa perfecta para salvar lo poco de interesante de su sistema capitalista destructivo, cerrando sus fronteras por todo el mundo. Pues tan educados y civilizados son que nunca les interesó la vida al sur del mundo, donde miles de millones de humanos se debaten en la pobreza y miseria, resultado histórico de un modo de desarrollo y progreso que sólo crea y genera miseria, pobreza, desigualdad y falsa competencia entre pobres. Esas son las verdaderas paradojas de fondo: que los espejitos de la modernidad siguen siendo las trampas mortales para las mayorías del mundo. Porque desde siempre son los dueños de las patentes del sistema, y nunca nos entregarán al menos un pequeño espacio de sus periferias económicas, nunca. Esa es la experiencia de nuestras historias en estos siglos de modernidad; aunque nuestras oligarquías se tragan todo el cuento entero y sin crítica alguna.

La civilización occidental no aprende de sus fracasos. Después de la segunda guerra mundial, iniciaron otras guerras como la de Corea o Vietnam. No les interesa el mundo, sino sus ganancias cavernarias de su sistema económico. La crisis mundial del 2008, generada por ellos y sus sucios negocios bancarios, destruyó al mundo entero. Y no aprendieron. Por tanto, la crisis actual la tomarán como otra crisis más. Dejarán al mundo destruido, para salvaguardar sus propios intereses: financieros, bancarios, especulativos e industriales.

Los resultados de ese sistema son tan evidentes, que siguen siendo invisibles para las oligarquías tercermundistas y atrasadas como subdesarrolladas. Hay que aclarar que occidente es por igual capitalista como socialista, vienen de la misma vertiente cultural y civilizatoria. Los resultados de ese sistema sólo les favorece a ellos, porque sólo ellos disfrutan de sus ganancias: un puñado de millones sobre los miles de millones de hambrientos y pobres. Sólo ellos disfrutan de sus inventos destructivos: contaminación mundial y destrucción del hábitat humano y animal. Porque eso es el desarrollo y progreso, sus resultados son muy claros y  concretos.

El fenómeno del coronavirus es la punta del iceberg del sistema capitalista. Detrás de ese fenómeno se ocultan poderosos intereses económicos, que están en crisis y decadencia total. Sus Estados están ya lanzando salvavidas al sistema, como lo hicieron también el 2008. Miles de millones de dólares, que son de las sociedades civiles y del público, irán a parar a los bolsillos de los banqueros y financistas corruptos del sistema. Como fue el año 2008. Ni siquiera salvarán a sus sistemas de salud que colapsaron, sino a quiénes son los dueños verdaderos del sistema capitalista. Ese es el occidente culto, civilizado y educado, que prefiere la muerte y la tragedia de sus propios ciudadanos, a matar al sistema e inventar otro al menos más humanos y justos.

Por ahora no hay otro sistema alternativo; al menos debemos tener claro en la crítica que hay culpables de todo esto, que vienen desde atrás en la historia y no han cambiado en su esencia destructiva, pirata, poco democrática y poco humana. Ese occidente que ufana ser culta y civilizada, sólo demuestra que es todo lo contrario y peligroso para ellos mismos. El mundo necesita otros modos de vida, otros modelos más humanos que los que nos ha mostrado la “culta y civilizada” occidente.

                                                                                                 La Paz, 29 de marzo de 2020

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