16 de noviembre de 2007

De los pañuelos blancos a las ollas vacías

Por: Jubenal Quispe

El pasado 11 de enero, sectores urbanos de la clase media, incondicionales políticos de Manfred Reyes Villa, Prefecto de Cochabamba, salieron a las calles portando bates de béisbol y barras metálicas en cuyas puntas llevaban banderitas blancas। Aquella vez, nos dijeron que eran los defensores de la democracia y de la "civilización" urbana contra la invasión indígena campesina. En aquel entonces, los pseudo demócratas de los pañuelos blancos terminaron asesinando e hiriendo a muchos campesinos.

Ayer (14 de nov।), casi un año después del fatídico 11 de enero pasado, nuevamente los incondicionales negligentes de Manfred Reyes Villa salieron a las calles portando ollas vacías y cucharones. Entonando casi los mismos cánticos en contra del Presidente Indígena. Ya no portaban pañuelos blancos, porque después del 11 de enero pasado dichos pañuelos simbolizan muerte, dolor, orfandad, racismo y fratricidio para los cochabambinos.

Era chistoso ver a varias señoronas y niñitas, quienes con sus manitas impecables sostenían ollitas nuevas que jamás habían utilizado। Para los inocentes teleespectadores y cándidos transeúntes llevaban junto a ellas a sus cocineras de polleras y sombreros cochalos también con ollas vacías y cucharones viejos. La intención, como en la marcha "pacífica" del 11 de enero pasado, era "mostrar el rostro multiétnico" de su manifestación pacífica.

El desfile teatral de las ollas vacías de los pseudo demócratas terminó evidenciando, una vez más, los ríos del odio espeluznante a lo indígena que los carcome a muchos de ellos por dentro.
Cuando una de las cocineras (nuestra hermana) intentaba dar un discurso memorizado en la puerta de la Prefectura, bajo la amenazante y atenta mirada de su patrona, el mortífero escuadrón de los jóvenes por la democracia (camaradas del reo Alex Rosales, condenado a 14 años de cárcel por el asesinato de Juan Tica Colque) molía a patadas y puñetes en la Plaza 14 de Septiembre a cuantos se resistían entonar los cánticos obscenos en contra del Presidente Indígena। Como a sus peones sopapeaban y perseguían a periodistas y policías que intentaban poner orden. Con un odio infernal destruyeron el panel informativo de la Red Juvenil Tinku que día a día alfabetiza a los transeúntes víctimas de las históricas mentiras del país.

Todos cuantos compartimos la suerte de los empobrecidos de Bolivia sentimos que el costo de la canasta familiar es indignante। Sabemos que el gobierno central tarda en tomar las medidas económicas para frenar esta situación. Pero lo que jamás debemos permitir es que el reducido grupo de seguidores políticos de Manfred Reyes Villa nos sigan envenenando con el odio y el racismo entre los cochabambinos. Mucho menos debemos admitir que el hambre de los empobrecidos sea politizada por unos sinvergüenzas. ¿Qué cochabambino medianamente informado no sabe que la Federación de las Juntas Vecinales de Cochabamba, sectores de los empresarios privados, el inexistente Comité Cívico, el escuadrón de la muerte de la juventud por la democracia y el supuesto colegio de los profesionales no es el feudo político de Reyes Villa? A estos sectores, el hambre del pueblo les importa un bledo. Lo que buscan es frenar la redistribución de los ingresos económicos del negocio de los hidrocarburos y evitar compartir con nuestros abuelos los millones de dólares que las prefecturas reciben por el Impuesto Directo a los Hidrocarburos. ¡Hasta los empresarios y las patronas!

¡Qué estupidez!। Hasta los empresarios privados dieron tolerancia para que sus trabajadores con míseros sueldos salgan con sus ollas vacías a protestar en contra del "gobierno hambreador". Si estos empresarios son sensibles con el hambre de sus trabajadores, ¿acaso no pueden aumentar el salario o pagar las horas extras a sus trabajadores? ¿No depende la suerte económica de las empleadas domésticas de la voluntad de sus patronas?

El mayor problema económico del país no es sólo la ineptitud del gobierno actual। Es ante todo la inmoral distribución de la riqueza. El mal económico boliviano no es la pobreza de los empobrecidos, sino la riqueza imperdonable de unos cuantos. Por lo tanto, buena parte de la solución pasa por la conversión económica de los pseudo demócratas egoístas y de las beatas señoronas que hoy salen a las calles con sus ollas vacías arriando a sus cocineras, nuestras hermanas con sueldos miserables.

Ellos no luchan en contra de la causa del hambre que son ellos mismos, sino en contra del Indio Presidente a quien hasta ahora los patrones de Bolivia todavía no han podido domesticar. Por eso, una de las finas portadoras del desfile de las ollas vacías decía: "A ése hay que sacarlo de la presidencia". Son estos elementos los que no debemos olvidar para comprender el por qué los pañuelos blancos, hoy, realizan el desfile de ollas vacías. No para odiar, sino para no caer en el mañoso juego político fratricida.

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