18 de enero de 2011

Como anillo al dedo

Ubaldo Padilla Pérez

“Así como en un momento crítico Adolfo Hitler encarnó las frustraciones y aspiraciones de millones de alemanes, Pinochet llevó a Chile por un camino que muchos querían. Ni Hitler ni Pinochet podrían haber existido sin el consentimiento tácito o expreso de millones de ciudadanos”, escribe Isabel Allende (sobrina de Salvador Allende) en un artículo que encontré entre mis archivos titulado Pinochet, sin odio….y que le viene bien al momento histórico que estamos viviendo en Bolivia.

Allende (dice Isabel) fue el primer político marxista del mundo que alcanzó la presidencia de un país en elecciones libres. Y continúa “Por su condición de médico, conocía a fondo las necesidades de los pobres”.

En 1970, después de tres intentos fallidos, Allende finalmente llegó a la presidencia en una elección muy reñida. Fue un presidente en minoría, ya que había obtenido sólo el 36 por ciento de los votos.

Y continúa…”Inmediatamente después de oficializados los resultados de las elecciones, la CIA y la derecha chilena iniciaron una campaña de terror para impedir que asumiera el cargo. Planearon el secuestro de René Schneider, el comandante en jefe de las fuerzas armadas, con el propósito de provocar un golpe militar. Pero el plan fracasó, Schneider fue asesinado y Allende asumió la presidencia” afirma la escritora Chilena sobrina del presidente mártir y agrega.


“El gobierno nacionalizó los bancos, muchas industrias y las minas de cobre, que representaban la principal fuente de ingresos del país y que estaban en manos de capitalistas norteamericanos. En ese momento la oposición, respaldada por la CIA, emprendió una serie de acciones con la intención de desestabilizar la economía” ¿coincidencia?. “Y para peor, el gobierno estaba paralizado por las luchas de poder dentro de la Unidad Popular”.

“La consecuente crisis económica alcanzó proporciones asombrosas. El índice de inflación trepó al 350 por ciento en medio de la escasez de toda clase de productos, desde alimentos hasta repuestos para máquinas sumamente necesarias”.

A diferencia del Gobierno de Evo, Allende no tenía un respaldo popular aplastante ni dos tercios en el legislativo; no contaba con un bloque de países sudamericanos que respaldaran su gobierno; ni era visto como figura mundial descollante. Esas debilidades sumadas a las disputas internas de su coalición la Unidad Popular, mas las frustraciones y aspiraciones insatisfechas del pueblo que siempre quiere resultados inmediatos en sus bolsillos y sus estómagos colaboraron para que suceda lo que ya sabemos que sucedió en aquel trágico 11 de septiembre de 1973, inicio de la represión más cruel contra las clases bajas, consideradas por los militares como el principal terreno de cultivo del marxismo. El pueblo era castigado por haberse atrevido a desafiar a aquellos que siempre habían tenido el poder político y económico.

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