Jenny Ybarnegaray Ortiz
La Paz, 12 de julio de 2009
En la madrugada del 9 de julio, Arce Gómez, llegó a Bolivia después de purgar dos tercios de la pena impuesta por un tribunal norteamericano por delitos de narcotráfico. Debo admitir, una cosa buena hizo Paz Zamora, mandar al reo al país del norte, porque, como sabemos, la justicia boliviana no logra que la ciudadanía se sienta protegida por ella, trátese de asuntos cotidianos o de delitos de lesa humanidad, nuestra justicia obra en el teatro del absurdo.
Ahora, el reo recluido en Chonchocoro chantajea ¿acaso se podía esperar otra cosa de esta bestia? La bestia no se arrepiente, diecisiete años de cárcel no fueron suficientes para que reflexionase, para que se arrepintiese de sus crímenes, para que surgiese de su torpe cerebro una brizna de humanidad. Está enfermo ¿merece compasión? ¿Es que acaso él tuvo un mínimo gesto de compasión por quienes mandó a asesinar, recluir, torturar y exiliar? Su abogado comenta que “en su celda no entra un rayo de sol”, que tramitará ante el Régimen Penitenciario que se le asigne una celda “más cálida”, cuando en los sótanos donde mandó a recluir sin juicio ni sentencia a cientos de bolivianos no entraba un rayo de sol, una frazada, un solo signo de esperanza; pero, la bestia “exige sus derechos” ¡vaya cinismo!
Él sabe que está protegido por las leyes que jamás respetó, sabe que no le aplicarán “picana” o “submarino”, no le introducirán objetos en sus “partes pudientes” ni agujas debajo sus uñas, no le golpearán hasta producirle hemorragias internas ni le obligarán a sumergir su asqueroso rostro en estiércol de caballo para que confiese dónde están los restos de los asesinados desaparecidos durante el régimen de terror que sembró cuando él fungía como máximo jefe de la represión, por eso recurre al chantaje y su abogado lo secunda, su “estrategia de defensa” es la extorción porque no cabe en la bestia otro recurso más expedito que éste.
Su compadre García Meza, en otra celda de la misma cárcel, “no sabe, no responde”; él sí sabe, pero amenaza que no hablará si no anulan el juicio que lo condenó a la pena máxima, juicio al que no se presentó porque no tenía argumento para defenderse de las acusaciones que pesaban sobre él. El abogado de oficio, ahora, espera conocer el expediente para buscar “errores procedimentales”, con el propósito de “anular obrados”. ¿Será que las escuelas de derecho en este país se empeñan en enseñar a sus estudiantes a cometer “errores procedimentales”?, porque no hay juicio que no los tenga, ni criminal que no se ampare en ellos.
Si su imagen de “hombre acabado” provocare lástima en alguien, no se deje engañar, ese hombre no merece lástima ni perdón, porque que él obró en “su sano juicio” y no tuvo compasión alguna. Cegado por el odio mandó a ejecutar sin juicio alguno: el 17 de julio de 1980 a Marcelo Quiroga Santa Cruz, Carlos Flores Bedregal y Gualberto Vega; el 4 de agosto de 1980 a pobladores y pobladoras de la mina Caracoles, Olimpia de Sánchez, Francisco Choque, Rufino Apaza, Julio Hueso, Quintín Colque, Ignacio Miranda, Pedro Choque, Rufino Chambi, entre otras y otros; el 15 de enero de 1981 a los dirigentes en clandestinidad del MIR Jorge Baldivieso, Gonzalo Barrón, Artemio Camargo, Arcíl Menacho, José Luís Suárez Guzmán, Ricardo Navarro Mogro, José Luis Reyes y Ramiro Velasco; y la lista de sus víctimas sigue y suma[1].
La bestia está en Chochocoro ¡enhorabuena!, si de su apariencia humana surgiere por un momento una señal de humanidad, si tuviere aún la facultad de sentir, si fuere capaz de pedir perdón, de señalar las tumbas de los desaparecidos, pudiese redimirse ante los ojos de la sociedad boliviana, de lo contrario ¡que se pudra! Debemos de estar alertas, ojala que a ningún magistrado, a ninguna magistrada, se le ocurra caer en el chantaje de este hombre que merece su condena, al igual que muchos otros que todavía se solazan de su buena fortuna y caminan por las calles amenazantes, como si no debieran nada a nadie.
[1] Fuente: Organización de Estados Americanos, Comisión Interamericana de Derechos Humano. INFORME SOBRE LA SITUACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LA REPÚBLICA DE BOLIVIA. OEA/Ser.L/V/II.53; doc.6 rev.2, 13 octubre 1981, Original: español.
La Paz, 12 de julio de 2009
En la madrugada del 9 de julio, Arce Gómez, llegó a Bolivia después de purgar dos tercios de la pena impuesta por un tribunal norteamericano por delitos de narcotráfico. Debo admitir, una cosa buena hizo Paz Zamora, mandar al reo al país del norte, porque, como sabemos, la justicia boliviana no logra que la ciudadanía se sienta protegida por ella, trátese de asuntos cotidianos o de delitos de lesa humanidad, nuestra justicia obra en el teatro del absurdo.
Ahora, el reo recluido en Chonchocoro chantajea ¿acaso se podía esperar otra cosa de esta bestia? La bestia no se arrepiente, diecisiete años de cárcel no fueron suficientes para que reflexionase, para que se arrepintiese de sus crímenes, para que surgiese de su torpe cerebro una brizna de humanidad. Está enfermo ¿merece compasión? ¿Es que acaso él tuvo un mínimo gesto de compasión por quienes mandó a asesinar, recluir, torturar y exiliar? Su abogado comenta que “en su celda no entra un rayo de sol”, que tramitará ante el Régimen Penitenciario que se le asigne una celda “más cálida”, cuando en los sótanos donde mandó a recluir sin juicio ni sentencia a cientos de bolivianos no entraba un rayo de sol, una frazada, un solo signo de esperanza; pero, la bestia “exige sus derechos” ¡vaya cinismo!
Él sabe que está protegido por las leyes que jamás respetó, sabe que no le aplicarán “picana” o “submarino”, no le introducirán objetos en sus “partes pudientes” ni agujas debajo sus uñas, no le golpearán hasta producirle hemorragias internas ni le obligarán a sumergir su asqueroso rostro en estiércol de caballo para que confiese dónde están los restos de los asesinados desaparecidos durante el régimen de terror que sembró cuando él fungía como máximo jefe de la represión, por eso recurre al chantaje y su abogado lo secunda, su “estrategia de defensa” es la extorción porque no cabe en la bestia otro recurso más expedito que éste.
Su compadre García Meza, en otra celda de la misma cárcel, “no sabe, no responde”; él sí sabe, pero amenaza que no hablará si no anulan el juicio que lo condenó a la pena máxima, juicio al que no se presentó porque no tenía argumento para defenderse de las acusaciones que pesaban sobre él. El abogado de oficio, ahora, espera conocer el expediente para buscar “errores procedimentales”, con el propósito de “anular obrados”. ¿Será que las escuelas de derecho en este país se empeñan en enseñar a sus estudiantes a cometer “errores procedimentales”?, porque no hay juicio que no los tenga, ni criminal que no se ampare en ellos.
Si su imagen de “hombre acabado” provocare lástima en alguien, no se deje engañar, ese hombre no merece lástima ni perdón, porque que él obró en “su sano juicio” y no tuvo compasión alguna. Cegado por el odio mandó a ejecutar sin juicio alguno: el 17 de julio de 1980 a Marcelo Quiroga Santa Cruz, Carlos Flores Bedregal y Gualberto Vega; el 4 de agosto de 1980 a pobladores y pobladoras de la mina Caracoles, Olimpia de Sánchez, Francisco Choque, Rufino Apaza, Julio Hueso, Quintín Colque, Ignacio Miranda, Pedro Choque, Rufino Chambi, entre otras y otros; el 15 de enero de 1981 a los dirigentes en clandestinidad del MIR Jorge Baldivieso, Gonzalo Barrón, Artemio Camargo, Arcíl Menacho, José Luís Suárez Guzmán, Ricardo Navarro Mogro, José Luis Reyes y Ramiro Velasco; y la lista de sus víctimas sigue y suma[1].
La bestia está en Chochocoro ¡enhorabuena!, si de su apariencia humana surgiere por un momento una señal de humanidad, si tuviere aún la facultad de sentir, si fuere capaz de pedir perdón, de señalar las tumbas de los desaparecidos, pudiese redimirse ante los ojos de la sociedad boliviana, de lo contrario ¡que se pudra! Debemos de estar alertas, ojala que a ningún magistrado, a ninguna magistrada, se le ocurra caer en el chantaje de este hombre que merece su condena, al igual que muchos otros que todavía se solazan de su buena fortuna y caminan por las calles amenazantes, como si no debieran nada a nadie.
[1] Fuente: Organización de Estados Americanos, Comisión Interamericana de Derechos Humano. INFORME SOBRE LA SITUACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LA REPÚBLICA DE BOLIVIA. OEA/Ser.L/V/II.53; doc.6 rev.2, 13 octubre 1981, Original: español.
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