10 de octubre de 2011

29 años de democracia colonialista

Max Murillo Mendoza
Sería estúpido y tonto y actitud colonialista festejar estos 29 años de democracia colonialista, como hacen los tabloides de las familias colonialistas. Las élites coloniales y racistas siguen portando el poder judicial, económico y político de este país llamado Bolivia. Simplemente se prestan a jugar al gato y al ratón como estrategia política, para seguir engañando a las masas de clases medias, que en su ignorancia creen todo lo que dicen “los medios de incomunicación”. Una estrategia que sigue funcionando por inutilidad de los sistemas alternativos poco creativos y sugerentes. Esas élites coloniales están entrenadas en disfraces y actuaciones de teatro para no perder sus privilegios, y en esta etapa de cambios se disfrazan de “masistas” y portadores de los cambios sociales, aprovechando la enfermedad triunfalista de Evo Morales que prefiere codearse colonialmente con gente blancoide, que con personas de su misma raza y sangre: como dijo Franz Fannon: en procesos de descolonización, el colonizado muchas veces asume el papel de colonizador. Y prefiere subirse a carro ganador de las ideologías de izquierda triunfadoras en Cuba y Venezuela, a ver las nuestras: más autóctonas y sostenibles.
Con el 70% de pobres y miserables. Con nula seguridad social, pues los sistemas de salud son una porquería y engaño absoluto, como los sistemas educativos, y los sistemas policiales absolutamente corruptos y coloniales, cómo podemos festejar alegremente estos 29 años de “democracia”? Las excusas saldrán a borbotones. Que es difícil, que es estructural, que es complejo. Palabras de analistas y brujos de la política colonial. Excusas que venimos escuchando desde el nacimiento mismo de esta era republicana: nunca hay tiempo para resolver nuestras demandas, sino simplemente el enriquecimiento ilícito de las familias coloniales: de izquierda o derecha son los mismos compinches y compadres: viven en los mismos barrios y utilizan los mismos Bancos y oficinas.
Ya al inicio de esta etapa “democrática”, allá por los años 80 del anterior siglo, lo que fue la UDP, esa coalición de familias coloniales de izquierda, a la cabeza del MIR y el Partido Comunista, se disputaron como perros la torta del estado, para corromperse en competencia y destruir tempranamente las esperanzas de un pueblo miserable, que ciertamente veía con agrado el nuevo proceso, después de las aventuras militaristas que habían cansado a los mismos colonialistas, y sobre todo al departamento de estado norteamericano, que ya no apoyaba estas aventuras y prefería la moda democrática en sus intereses estratégicos. Pues la izquierda “boliviana” demostró en corto tiempo lo que era en el fondo: tan corrupta y colonial como la derecha. Todavía peor: más peligrosa porque utilizaba a los movimientos sociales de aquellas épocas, para satisfacer sus apetitos personales y grupales. Poco tiempo después prefirieron compartir la silla del poder, y la repartija de la riqueza, junto a la misma derecha. Nada raro en Bolivia.
Esa actitud y enfermedad mirista colonial caracterizó a la “democracia” de estos años. Y ese fracaso de clase media colonial también destruyó posibilidades de profundización de esta etapa. Hoy todavía está tenido este proceso por esas actitudes. Muchos de los asesores, parlamentarios, funcionarios públicos, ministros, etc, son y vienen de estas familias y mentalidades del fracaso, que no entienden este país, que muchos de ellos no son de este país, que muchos de ellos comparten plenamente la mentalidad del destino manifiesto: que los dueños de las democracias son los portadores del desarrollo, progreso y economía mercantil, es decir de las familias coloniales llegadas a estas tierras hace algún tiempo. Y que viven a costa de nuestras realidades; pero que no entienden lo que son nuestras realidades, sino como mentalidades asistencialistas y coloniales. Estas mentalidades fracasadas y obtusas y tercas respecto de lo que somos, siguen gobernando en estos procesos sociales, porque la izquierda que rodea a Evo es la misma izquierda que fracaso en la “democracia pactada y formal” de estos 29 años. Su radicalidad es simple formalismo y pinta, como lo formal que es esta democracia.
Cochabamba, 10 de Octubre de 2011.

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