25 de julio de 2011

El Cardenal irá al infierno

Max Murillo Mendoza
La iglesia “boliviana”, tan colonial como cualquier institución de la república donde los extranjeros son los que tienen la batuta a nombre de lo boliviano, por el poder económico y social, sigue su ruta de decadencia mundial. Los casos de pedofilia y abusos sexuales por todo el mundo, y su crisis existencial por ser una institución que ya no se justifica en estos tiempos, sino como una ONG de ayuda internacional, tiene un cardenal boliviano de orígenes humildes; pero como es tradición en estas sociedades coloniales, hoy defiende a los patrones de sus padres y de hecho se identifica con los grupos de poder, extranjeros y mestizos, más antinacionales de Bolivia.
En la prensa colonial del domingo 24 de julio, sobre todo del oriente boliviano como no, aparecen titulares folklóricos: “Cardenal sugiere dejar castigos y persecuciones”. Y sugiere maliciosamente: “pedir al señor sabiduría para distinguir el bien del mal”. Pues sus asesores, no me extraña, están tan despistados o son los mismos asesores, curitas, de la colonia croata. Y estoy seguro que son los mismos curitas que les otorgan confesiones los domingos a los “católicos” de las colonias croatas, árabes, etc. Que le piden a dios librarles de los comunismos, indigenismos, socialismos aparecidos para perjudicarles en sus asaltos y robos al estado boliviano. Así, el cardenal de la iglesia católica boliviana se identifica definitivamente con los grupos separatistas, antinacionales, anti indígenas y no le interesa un comino sino como desahogo hipócrita los pobres, los humildes y los desheredados por los que Jesús había muerto y peleado con los oligarcas de su tiempo. El cardenal no tiene información de este proceso, a pesar de los pesares, que precisamente fueron los más pobres los que empujaron a cambiar las cosas, que sus separatistas, sus coloniales, sus oligarcas nunca tuvieron interés por cambiar ni mucho menos, sino seguir robando, asaltando, asesinando impunemente en nombre de dios.
Pero tienen que informarle al cardenal que no se preocupe mucho. Sus patroncitos siguen viviendo bien porque no se han tocado sus intereses: siguen engordando en sus bancos, siguen sus negocios turbios y sus mangueos a este llamado estado. Han perdido alguito de lo político y algunos de sus secuaces están siendo perseguidos; pero no es tan grave como le hacen creer sus asesores. Que no gaste muchos sermones en su defensa, porque este proceso seguirá adelante, no porque sea deseo del MAS, que ya empieza a pasar a la historia, sino por el deseo de nuestras nacionalidades, de nuestros pueblos cansados de la impunidad y los demasiados rezos para que no cambie nada. Recuérdenle más bien al cardenal el sermón del monte de Jesús, donde condenó a los ricos al infierno, y dijo claramente su postura a favor de los pobres de este mundo. Esa radicalidad de Jesús enterrada por la manipulación de la iglesia colonial, se debe recuperar en las bases de las comunidades eclesiales, y desempolvar a la teología de la liberación, que es más boliviana y latinoamericana que la imposición del Vaticano: colonial y soberbia.
Hay que terminar con el chantaje de las cúpulas eclesiales. Cierto que tienen en Bolivia muchos programas al desarrollo, educación y salud, pero es lamentable que sean parte de las cúpulas políticas de derechas y coloniales, chantajeando económicamente a los más pobres por las ayudas económicas, y eso es hacer política descaradamente y tomando postura clara en contra de este país. El cardenal no sólo falta el respeto al país, sobre todo a los más pobres, sino que entra al juego del chantaje vergonzoso de jugar con las esperanzas de los más pobres: jugando a lo económico en la debilidad de los grupos vulnerables, que muchos de ellos son parte de este proceso, pero que dependen de las ayudas al desarrollo eclesiales, por lo que se ven confundidos y con miedo. Y esta tarea política de la iglesia católica de baja intensidad a favor de las oligarquías no es precisamente un mensaje de esperanza, sino una condena para ir al infierno. Que así sea entonces.
Cochabamba, 25 de Julio de 2011.

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