16 de abril de 2010

Carta abierta a los obispos católicos de todo el mundo

OBSERVATORIO ECLESIAL

Equipo de Reflexión y Análisis

El día de hoy (ayer en Europa) Hans Küng hizo pública en El País y otros medios una Carta abierta a los obispos católicos del mundo, sobre el tema de los abusos sexuales a menores al interior de la institución; aunque mucho se ha hablado (en todos los tonos) sobre esta situación, las reflexiones del teólogo de Tubingen nos muestran que nunca serán suficientes, toda vez que no se pone un alto a la pederastia en la Iglesia, y nos coloca un nudo central de este debate que debemos considerar: que cuando la jerarquía católica relativiza e inclusive condena los reclamos que se le hacen de justicia y solución a este problema, no está desoyendo y condenando solo al "mundo" externo, sino también y principalmente a su propia feligresía, pues es desde ella donde surgen los más intensos reclamos, dejando entrever hasta qué medida se ha deteriorado este sujeto específico (la jerarquía) de nuestra Iglesia. En la caída en cuenta de esta realidad por parte de la comunidad eclesial se encuentra la clave de superación definitiva del abuso sexual y las violaciones a la dignidad y derechos de los más desprotegidos al amparo de la institución, empezando por lo que H. Küng señala como la primera de sus propuestas y que espera sean respaldadas por millones de católicas y católicos: NO CALLAR, porque el silencio nos hace cómplices. De esta indispensable tarea hacen eco dos comunicados recientes desde diversos sectores eclesiales (y sociales) de México y AL, reclamando justicia. Que sean estos tres breves artículos detonadores de una corriente mayor de renovación eclesial en nuestra Iglesia.

CARTA ABIERTA A LOS OBISPOS CATÓLICOS DE TODO EL MUNDO*

HANS KÜNG

DOS COMUNICADOS

Hans Küng juzga el pontificado de Benedicto XVI como el de las oportunidades perdidas. En el quinto aniversario de su llegada al Vaticano, pide al clero que reaccione ante la crisis de la Iglesia, agudizada por los abusos a menores.

Estimados obispos,

Joseph Ratzinger, ahora Benedicto XVI, y yo fuimos entre 1962-1965 los dos teólogos más jóvenes del concilio. Ahora, ambos somos los más ancianos y los únicos que siguen plenamente en activo. Yo siempre he entendido también mi labor teológica como un servicio a la Iglesia. Por eso, preocupado por esta nuestra Iglesia, sumida en la crisis de confianza más profunda desde la Reforma, os dirijo una carta abierta en el quinto aniversario del acceso al pontificado de Benedicto XVI. No tengo otra posibilidad de llegar a vosotros.
Aprecié mucho que el papa Benedicto, al poco de su elección, me invitara a mí, su crítico, a una conversación de cuatro horas, que discurrió amistosamente. En aquel momento, eso me hizo concebir la esperanza de que Joseph Ratzinger, mi antiguo colega en la Universidad de Tubinga, encontrara a pesar de todo el camino hacia una mayor renovación de la Iglesia y el entendimiento ecuménico en el espíritu del Concilio Vaticano II.
Mis esperanzas, y las de tantos católicos y católicas comprometidos, desgraciadamente no se han cumplido, cosa que he hecho saber al papa Benedicto de diversas formas en nuestra correspondencia. Sin duda, ha cumplido concienzudamente sus cotidianas obligaciones papales y nos ha obsequiado con tres útiles encíclicas sobre la fe, la esperanza y el amor. Pero en lo tocante a los grandes desafíos de nuestro tiempo, su pontificado se presenta cada vez más como el de las oportunidades desperdiciadas, no como el de las ocasiones aprovechadas:

- Se ha desperdiciado la oportunidad de un entendimiento perdurable con los judíos: el Papa reintroduce la plegaria preconciliar en la que se pide por la iluminación de los judíos y readmite en la Iglesia a obispos cismáticos notoriamente antisemitas, impulsa la beatificación de Pío XII y sólo se toma en serio al judaísmo como raíz histórica del cristianismo, no como una comunidad de fe que perdura y que tiene un camino propio hacia la salvación. Los judíos de todo el mundo se han indignado con el predicador pontificio en la liturgia papal del Viernes Santo, en la que comparó las críticas al Papa con la persecución antisemita.

- Se ha desperdiciado la oportunidad de un diálogo en confianza con los musulmanes; es sintomático el discurso de Benedicto en Ratisbona, en el que, mal aconsejado, caricaturizó al islam como la religión de la violencia y la inhumanidad, atrayéndose así la duradera desconfianza de los musulmanes.

- Se ha desperdiciado la oportunidad de la reconciliación con los pueblos nativos colonizados de Latinoamérica: el Papa afirma con toda seriedad que estos "anhelaban" la religión de sus conquistadores europeos.

- Se ha desperdiciado la oportunidad de ayudar a los pueblos africanos en la lucha contra la superpoblación, aprobando los métodos anticonceptivos, y en la lucha contra el sida, admitiendo el uso de preservativos.

- Se ha desperdiciado la oportunidad de concluir la paz con las ciencias modernas: reconociendo inequívocamente la teoría de la evolución y aprobando de forma diferenciada nuevos ámbitos de investigación, como el de las células madre.

- Se ha desperdiciado la oportunidad de que también el Vaticano haga, finalmente, del espíritu del Concilio Vaticano II la brújula de la Iglesia católica, impulsando sus reformas.

Este último punto, estimados obispos, es especialmente grave. Una y otra vez, este Papa relativiza los textos conciliares y los interpreta de forma retrógrada contra el espíritu de los padres del concilio. Incluso se sitúa expresamente contra el concilio ecuménico, que según el derecho canónico representa la autoridad suprema de la Iglesia católica:

- Ha readmitido sin condiciones en la Iglesia a los obispos de la Hermandad Sacerdotal San Pío X, ordenados ilegalmente fuera de la Iglesia católica y que rechazan el concilio en aspectos centrales.

- Apoya con todos los medios la misa medieval tridentina y él mismo celebra ocasionalmente la eucaristía en latín y de espaldas a los fieles.

- No lleva a efecto el entendimiento con la Iglesia anglicana, firmado en documentos ecuménicos oficiales (ARCIC), sino que intenta atraer a la Iglesia católico-romana a sacerdotes anglicanos casados renunciando a aplicarles el voto de celibato.

- Ha reforzado los poderes eclesiales contrarios al concilio con el nombramiento de altos cargos anticonciliares (en la Secretaría de Estado y en la Congregación para la Liturgia, entre otros) y obispos reaccionarios en todo el mundo.

El Papa Benedicto XVI parece alejarse cada vez más de la gran mayoría del pueblo de la Iglesia, que de todas formas se ocupa cada vez menos de Roma y que, en el mejor de los casos, aún se identifica con su parroquia y sus obispos locales.

Sé que algunos de vosotros padecéis por el hecho de que el Papa se vea plenamente respaldado por la curia romana en su política anticonciliar. Esta intenta sofocar la crítica en el episcopado y en la Iglesia y desacreditar por todos los medios a los críticos. Con una renovada exhibición de pompa barroca y manifestaciones efectistas cara a los medios de comunicación, Roma trata de exhibir una Iglesia fuerte con un "representante de Cristo" absolutista, que reúne en su mano los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Sin embargo, la política de restauración de Benedicto ha fracasado. Todas sus apariciones públicas, viajes y documentos no son capaces de modificar en el sentido de la doctrina romana la postura de la mayoría de los católicos en cuestiones controvertidas, especialmente en materia de moral sexual. Ni siquiera los encuentros papales con la juventud, a los que asisten sobre todo agrupaciones conservadoras carismáticas, pueden frenar los abandonos de la Iglesia ni despertar más vocaciones sacerdotales.
Precisamente vosotros, como obispos, lo lamentaréis en lo más profundo: desde el concilio, decenas de miles de obispos han abandonado su vocación, sobre todo debido a la ley del celibato. La renovación sacerdotal, aunque también la de miembros de las órdenes, de hermanas y hermanos laicos, ha caído tanto cuantitativa como cualitativamente. La resignación y la frustración se extienden en el clero, precisamente entre los miembros más activos de la Iglesia. Muchos se sienten abandonados en sus necesidades y sufren por la Iglesia. Puede que ese sea el caso en muchas de vuestras diócesis: cada vez más iglesias, seminarios y parroquias vacíos. En algunos países, debido a la carencia de sacerdotes, se finge una reforma eclesial y las parroquias se refunden, a menudo en contra de su voluntad, constituyendo gigantescas "unidades pastorales" en las que los escasos sacerdotes están completamente desbordados.
Y ahora, a las muchas tendencias de crisis todavía se añaden escándalos que claman al cielo: sobre todo el abuso de miles de niños y jóvenes por clérigos -en Estados Unidos, Irlanda, Alemania y otros países- ligado todo ello a una crisis de liderazgo y confianza sin precedentes. No puede silenciarse que el sistema de ocultamiento puesto en vigor en todo el mundo ante los delitos sexuales de los clérigos fue dirigido por la Congregación para la Fe romana del cardenal Ratzinger (1981-2005), en la que ya bajo Juan Pablo II se recopilaron los casos bajo el más estricto secreto. Todavía el 18 de mayo de 2001, Ratzinger enviaba un escrito solemne sobre los delitos más graves (Epistula de delitos gravioribus) a todos los obispos. En ella, los casos de abusos se situaban bajo el secretum pontificium, cuya vulneración puede atraer severas penas canónicas. Con razón, pues, son muchos los que exigen al entonces prefecto y ahora Papa un mea culpa personal. Sin embargo, en Semana Santa ha perdido la ocasión de hacerlo. En vez de ello, el Domingo de Ramos movió al decano del colegio cardenalicio a levantar urbi et orbe testimonio de su inocencia.
Las consecuencias de todos estos escándalos para la reputación de la Iglesia católica son devastadoras. Esto es algo que también confirman ya dignatarios de alto rango. Innumerables curas y educadores de jóvenes sin tacha y sumamente comprometidos padecen bajo una sospecha general. Vosotros, estimados obispos, debéis plantearos la pregunta de cómo habrán de ser en el futuro las cosas en nuestra Iglesia y en vuestras diócesis. Sin embargo, no querría bosquejaros un programa de reforma; eso ya lo he hecho en repetidas ocasiones, antes y después del concilio. Sólo querría plantearos seis propuestas que, es mi convicción, serán respaldadas por millones de católicos que carecen de voz.

1. No callar: en vista de tantas y tan graves irregularidades, el silencio os hace cómplices. Allí donde consideréis que determinadas leyes, disposiciones y medidas son contraproducentes, deberíais, por el contrario, expresarlo con la mayor franqueza. ¡No enviéis a Roma declaraciones de sumisión, sino demandas de reforma!

2. Acometer reformas: en la Iglesia y en el episcopado son muchos los que se quejan de Roma, sin que ellos mismos hagan algo. Pero hoy, cuando en una diócesis o parroquia no se acude a misa, la labor pastoral es ineficaz, la apertura a las necesidades del mundo limitada, o la cooperación mínima, la culpa no puede descargarse sin más sobre Roma. Obispo, sacerdote o laico, todos y cada uno han de hacer algo para la renovación de la Iglesia en su ámbito vital, sea mayor o menor.
Muchas grandes cosas en las parroquias y en la Iglesia entera se han puesto en marcha gracias a la iniciativa de individuos o de grupos pequeños. Como obispos, debéis apoyar y alentar tales iniciativas y atender, ahora mismo, las quejas justificadas de los fieles.

3. Actuar colegiadamente: tras un vivo debate y contra la sostenida oposición de la curia, el concilio decretó la colegialidad del Papa y los obispos en el sentido de los Hechos de los Apóstoles, donde Pedro tampoco actuaba sin el colegio apostólico. Sin embargo, en la época posconciliar los papas y la curia han ignorado esta decisión central del concilio. Desde que el papa Pablo VI, ya a los dos años del concilio, publicara una encíclica para la defensa de la discutida ley del celibato, volvió a ejercerse la doctrina y la política papal al antiguo estilo, no colegiado. Incluso hasta en la liturgia se presenta el Papa como autócrata, frente al que los obispos, de los que gusta rodearse, aparecen como comparsas sin voz ni voto. Por tanto, no deberíais, estimados obispos, actuar sólo como individuos, sino en comunidad con los demás obispos, con los sacerdotes y con el pueblo de la Iglesia, hombres y mujeres.

4. La obediencia ilimitada sólo se debe a Dios: todos vosotros, en la solemne consagración episcopal, habéis prestado ante el Papa un voto de obediencia ilimitada. Pero sabéis igualmente que jamás se debe obediencia ilimitada a una autoridad humana, sólo a Dios. Por tanto, vuestro voto no os impide decir la verdad sobre la actual crisis de la Iglesia, de vuestra diócesis y de vuestros países. ¡Siguiendo en todo el ejemplo del apóstol Pablo, que se enfrentó a Pedro y tuvo que "decirle en la cara que actuaba de forma condenable" (Gal 2, 11)! Una presión sobre las autoridades romanas en el espíritu de la hermandad cristiana puede ser legítima cuando éstas no concuerden con el espíritu del Evangelio y su mensaje. La utilización del lenguaje vernáculo en la liturgia, la modificación de las disposiciones sobre los matrimonios mixtos, la afirmación de la tolerancia, la democracia, los derechos humanos, el entendimiento ecuménico y tantas otras cosas sólo se han alcanzado por la tenaz presión desde abajo.

5. Aspirar a soluciones regionales: es frecuente que el Vaticano haga oídos sordos a demandas justificadas del episcopado, de los sacerdotes y de los laicos. Con tanta mayor razón se debe aspirar a conseguir de forma inteligente soluciones regionales. Un problema especialmente espinoso, como sabéis, es la ley del celibato, proveniente de la Edad Media y que se está cuestionando con razón en todo el mundo precisamente en el contexto de los escándalos por abusos sexuales. Una modificación en contra de la voluntad de Roma parece prácticamente imposible. Sin embargo, esto no nos condena a la pasividad: un sacerdote que tras madura reflexión piense en casarse no tiene que renunciar automáticamente a su estado si el obispo y la comunidad le apoyan. Algunas conferencias episcopales podrían proceder con una solución regional, aunque sería mejor aspirar a una solución para la Iglesia en su conjunto. Por tanto:

6. Exigir un concilio: así como se requirió un concilio ecuménico para la realización de la reforma litúrgica, la libertad de religión, el ecumenismo y el diálogo interreligioso, lo mismo ocurre en cuanto a solucionar el problema de la reforma, que ha irrumpido ahora de forma dramática. El concilio reformista de Constanza en el siglo previo a la Reforma acordó la celebración de concilios cada cinco años, disposición que, sin embargo, burló la curia romana. Sin duda, esta hará ahora cuanto pueda para impedir un concilio del que debe temer una limitación de su poder. En todos vosotros está la responsabilidad de imponer un concilio o al menos un sínodo episcopal representativo.
La apelación que os dirijo en vista de esta Iglesia en crisis, estimados obispos, es que pongáis en la balanza la autoridad episcopal, revalorizada por el concilio. En esta situación de necesidad, los ojos del mundo están puestos en vosotros. Innúmeras personas han perdido la confianza en la Iglesia católica. Para recuperarla sólo valdrá abordar de forma franca y honrada los problemas y las reformas consecuentes. Os pido, con todo el respeto, que contribuyáis con lo que os corresponda, cuando sea posible en cooperación con el resto de los obispos; pero, si es necesario, también en solitario, con "valentía" apostólica (Hechos 4, 29-31). Dad a vuestros fieles signos de esperanza y aliento y a nuestra iglesia una perspectiva.

Os saluda, en la comunión de la fe cristiana,

Hans Küng.

El País, 15 abril 2010

Traducción: Jesús Alborés Rey

Hans Küng es catedrático emérito de Teología Ecuménica en la Universidad de Tubinga (Alemania) y presidente de Global Ethic.


YA BASTA AL ENCUBRIMIENTO INSTITUCIONAL QUE PRIVILEGIA LA IMAGEN DE LA IGLESIA CATOLICA Y EL PRESTIGIO DE SUS MINISTROS POR ENCIMA DEL DAÑO Y DE LOS DERECHOS HUMANOS DE LAS VICTIMAS

Exigimos a la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) en su LXXXIX Asamblea Plenaria, una resolución contundente acerca de la pederastia en la Iglesia católica

• El abuso sexual no es cualquier crimen: es un crimen que destruye vidas de niñas y niños inocentes. Cuando se comete abusando del poder simbólico que tiene la investidura sacerdotal, además de un daño irreparable a la integridad física y psíquica de los menores afectados, "es una violación del alma", una herida profunda que marca de por vida a las víctimas.
• Los actos de abuso sexual contra niñas y niños inocentes cometidos por clérigos (sacerdotes, obispos o cardenales) o consagrados, son abominables y detestables desde cualquier valoración ética pero, sobre todo, son delitos graves y una flagrante violación a sus derechos humanos, que la autoridad civil debe perseguir y sancionar con penas de cárcel.
• Nos oponemos a que los obispos envíen primero a la Santa Sede los casos de clérigos o consagrados acusados de abuso sexual de menores, para luego recibir la orden de si se procede o no civilmente. Este mecanismo de esperar dictados desde la Santa Sede, es injusto e ilegal, porque privilegia el trato a presuntos delincuentes y determina a discreción de las autoridades eclesiásticas su presunta responsabilidad. De hecho es un mandato de encubrimiento por parte de la Santa Sede a las Iglesias locales y a las Órdenes y Congregaciones religiosas.
• El encubrimiento de este delito criminal por parte de la Iglesia católica como institución es un comportamiento de orden estructural que alcanza a todos los niveles de autoridad en esta Iglesia y que debe erradicarse definitivamente de la Institución: desde la anulación de los documentos que se elaboraron al respecto para normar dichos procedimientos, hasta las prácticas nefastas que se han extendido a lo largo de todo el mundo.
• Insistimos en que la jerarquía de la Iglesia católica no puede seguir tomando a la ligera este tema. Calificar de chisme las denuncias que llevan más de 50 años tocando puertas que no se han abierto, es una muestra más de la actitud negligente y poco respetuosa de la jerarquía ante la gravedad de este tema. En el Siglo XXI son inaceptables los fueros y la impunidad. Toda institución se debe regir por las leyes civiles y en el caso del abuso sexual, es obligación de las autoridades eclesiásticas colaborar y no obstaculizar el ejercicio de las autoridades civiles para que procedan conforme a derecho.
• El caso paradigmático de Marcial Maciel reúne todos los aspectos sombríos del encubrimiento y complicidad institucionales por parte de obispos, arzobispos cardenales locales y de la Santa Sede y hasta de los mismos Papas, quienes por más de 50 años no sólo le toleraron que delinquiera impunemente, sino que lo cubrieron de un halo de santidad y de libertad de acción permitiendo que siguiera violando los derechos humanos y destruyendo las vidas de niños y jóvenes, incluso las de sus propios hijos y manipulara a un sin fin de personas y familias creyentes que le entregaron a sus hijas e hijos, dieron fuertes donativos cuyo uso hoy es cuestionable, y creyeron casi a ciegas en la imagen santificada en vida del fundador.
• Exigimos a los obispos, cardenales y arzobispos que hagan un examen de conciencia profundo sobre su responsabilidad en este drama y a la CEM que analice a fondo lo que ha sucedido y está sucediendo al respecto: que estudie y emita normas dirigidas a evitar la repetición de este crimen atroz y que se pronuncie públicamente con medidas concretas y efectivas para castigar a los responsables de abusos sexuales en la Iglesia, que no obstaculice la acción de las autoridades civiles, que colabore para la localización y entrega de los responsables, que informe a las familias afectadas sobre el derecho que tienen de emprender acciones penales contra los responsables y que repare integralmente el daño a las víctimas.
• Algunos pasos se empiezan a dar pero son insuficientes. Si bien el Papa Benedicto XVI envió su carta a la Iglesia de Irlanda, la Legión de Cristo publicó un documento reconociendo, después de tantos años los crímenes de Maciel, y el Cardenal Rivera Carrera se pronunció en el sentido de castigar y entregar a los sacerdotes pederastas a las leyes civiles, SEGUIMOS ESPERANDO mecanismos concretos y efectivos que permitan erradicar esta pandemia del interior de la Iglesia católica.
Una vez más, exigimos justicia para las víctimas de abuso sexual por parte de sacerdotes, obispos y cardenales, el reconocimiento institucional de que las víctimas han hablado con la verdad, y la reparación integral del daño. Exigimos la erradicación del encubrimiento eclesiástico y la creación de mecanismos que garanticen el respeto a los derechos humanos al interior de la Iglesia católica y la no repetición de este crimen abominable.

FIRMANTES:

ORGANIZACIONES

A: Academia Mexicana de Derechos Humanos; Academia Morelense de Derechos Humanos; Agencia de Información NotieSe; Asociación Ecológica Santo Tomas; Asociación Queretana de Educación para las Sexualidades Humanas (AQUESEX); Asociación Sinaloense de Universitarias; C: Calacas y Palomas; Cátedra UNESCO de derechos humanos de la UNAM; Católicas por el Derechos a Decidir; Centro de Derechos Humanos de las Mujeres de Chihuahua; Centro de Derechos Humanos Victoria Diez; Centro de Estudios Ecuménicos; Centro de Estudios Sociales y Culturales Antonio de Montesinos; Centro Mujeres; Centro Mujeres Graciela Hierro; Centro Nacional de Comunicación Social; Centro Regional para la Educación y Organización, (CREO); CIMOS; CLADEM; Colectiva Ciudad y Género; Colectivo Alas; Colectivo Bolivariano; Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos; Comité de Derechos Humanos de Colima; Comunidad Ecuménica Magdala; Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad; Coordinadora de Mujeres Oaxaqueñas 1o. de Agosto; Coordinadora Regional de Mujeres del Sureste (COREMUS); CreSer Baja California Sur; Cristianos Comprometidos en la Luchas Populares; D: DDESER - Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos en México; E: Educación y Ciudadanía (EDUCIAC); Elige; Equidad de Género, Ciudadanía, Trabajo y Familia; F: Foro de Mujeres y Políticas de Población; Frente por la Cultura Laica; Fundación de la Mano con la Justicia; Fundación Don Sergio Méndez Arceo; G: Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE); H: Hermanas del Servicio Social; I: Infancia Común; Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia; Ipas México; L: Letra S, Sida, Cultura y Vida Cotidiana; M: Marcha Mundial de las Mujeres-Zona centro-; Mujeres para el Diálogo (MpD); Mujeres por México; Mujeres Unidas: Olympia de Gouges; O: Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio; Observatorio Eclesial; OMSA; P: Por Nuestros Derechos Mujeres en Red; Programa Jóvenes en Acción; Propuesta Cívica; Pros Salud Sexual y Reproductiva (Prosser); R: Red de Abogadas Feministas en Michoacán; Red de Mujeres de Guerrero; Red de profesores e investigadores de derechos humanos de México; Red Nacional Católica de Jóvenes por el Derecho a Decidir; Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos "Todos los Derechos para Todas y Todos" (conformada por 69 organizaciones civiles); Red Nacional Género y Economía (REDGE); Red por los Derechos de la Infancia; S: Salud Integral para la Mujer; Servicios Humanitarios en Salud Sexual y Reproductiva; SNAP México; U: UNASSE, Unidad de Atención Sicológica, Sexológica y Educativa para el Crecimiento Personal.

PERSONAS

A: Aidé García Hernández, Alberto Athié Gallo, Alejandra Lorena De Santiago Guzmán, Alma Rosa Botello Ramírez, Ana Yeli Pérez Garrido, Antonio Medina, Arelhí Galicia Santamaría C: Claudia Loeffler,Consuelo Ramírez D: Daptnhe Cuevas E: Eduardo del Castillo V, Elsa Conde F: Flavio Lazos, Flor Alegría Mar; G: Gabriela Rivera Diaz, Guadalupe Ramos H: Heddy Villaseñor I: Iraís García Olvera, Irene Ruiz Bautista, Irma Saucedo González J: Jesús Ramírez Funes, Jorge Cerpa, Jose Bonilla Sada, José Guadalupe Sánchez Suárez, José Luis Razo Ochoa, Juana Mercado Alcántara, L: Liliana Vázquez Rosa M: María Consuelo Mejía,María de la Luz Estrada Mendoza, Maria del Carmen Hernández, María Elena Mireles Cisneros, María Isabel Belausteguigoitia Rius, María Luisa Cabral Bowling, María Luisa Sánchez Fuentes; Mariana Gómez Álvarez Icaza, Martha Tagle Martínez, Minerva Santamaría Hernández, P: Patricia Arendar, Patricia Bedolla, Paz Escobar Zúñiga, Pilar Puertas Pérez, R: Raffaela Schiavon, Rocío Garcia Olmedo, Rosa Lidia González S: Sandra Fosado Alarcón,Sandra Peniche Quintal, Soila Luna Pineda V: Violeta Sánchez Luna Y: Yasmin Morales, Yuriria Rodríguez Estrada.
Responsable del comunicado: María Consuelo Mejía Piñeros

"NO HAY VERDAD OCULTA QUE NO SALGA A LA LUZ" POR UNA RENOVACIÓN DE NUESTRA INSTITUCIÓN ECLESIAL

Estos días hemos visto crecer en el escenario público internacional el agravio social y humano por los abusos sexuales a menores y a mujeres perpetrados por sacerdotes de la Iglesia católica o integrantes laicos de las órdenes y organizaciones religiosas, poniendo al descubierto que no son hechos aislados ni solamente individuales, sino que responden también a responsabilidades institucionales y estructurales. El problema sigue ganando presencia en los medios, con más y más denuncias en diversos países del mundo. En los últimos meses, se han hecho públicos clamorosos escándalos en Alemania, Holanda, Irlanda, Brasil, México… e Italia. La reacciones de la jerarquía eclesiástica han sido, por un lado la de minimizar el problema diciendo que ese tipo de casos son escasos, y por otro la de auto-victimizarse diciendo que las denuncias atienden a intereses de orden político, evadiendo así asumir su responsabilidad, por acción u omisión, en los delitos de pederastia en la Iglesia católica. Finalmente, han querido desacreditar las denuncias acusándolas de falsas y sin fundamento, o producto de "chismes" o habladurías"; nada más lejos de los hechos y evidencias que se han colocado tanto en la opinión pública como en las instancias correspondientes en El Vaticano y las Conferencias Episcopales de los países involucrados. Por eso, como Red Latinoamericana de Católicas por el Derecho a Decidir, nos unimos a este sentimiento de indignación mundial, e invitamos al papa y los obispos a que examinen su conciencia con sinceridad y responsabilidad; ellos han sido responsables y cómplices en estos y otros abusos perpetrados por jerarcas católicos; abusos que han sido ocultados y cuya justicia ha sido obstaculizada, como queda demostrado en hechos como:

- la protección de los sacerdotes abusadores, a quienes cuando se les descubre y denuncia, simplemente se les transfiere a otras parroquias, diócesis e incluso países, como el mecanismo que la jerarquía católica ha encontrado para "solucionar" estas situaciones; estas trasferencias contribuyen a encubrir y mantener impunes a los inculpados, a la vez que exponen a más comunidades a abusos semejantes.

- La colusión con las autoridades civiles y políticas para evitar que los sacerdotes pederastas sean sometidos a la justicia por sus actos, claramente delictivos en las legislaciones de todos los países del mundo.

- La protección desde las altas esferas de la institución católica, que involucran directamente al cardenal Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI, y cuya responsabilidad no es reciente, sino que se remonta a su gestión al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, e inclusive a su ministerio episcopal en Alemania:

* Cinco años como arzobispo de Munich, durante los cuales se dieron abusos por parte de, al menos, un sacerdote y delincuente sexual, trasladado de sede durante el obispado de Ratzinger.

* Veinticuatro años como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe dan fe de su conocimiento e involucramiento en la gran cantidad de denuncias por abuso sexual a menores llegadas a esta instancia, sobre todo a partir de 2001, cuando el entonces Prefecto Joseph Ratzinger, envió a todos los obispos del mundo un documento donde tipificaba como "secreto pontificio" todos los delitos sexuales de clérigos, y penalizaba con castigo eclesiástico el rompimiento de ese secreto.

* Tuvo asimismo a su cargo, desde el principio, la investigación de las denuncias hechas por ex-legionarios contra Marcial Maciel por abuso sexual; investigación que nunca prosperó en la Congregación presidida por Ratzinger, y terminó con una sanción canónica insignificante para el fundador de la Legión de Cristo.

- Ante estas claras muestras de la responsabilidad institucional de la jerarquía católica y personal del pontífice, la reacción de los episcopados católicos ha sido cerrar filas en torno a Benedicto XVI, como una muestra más de la complicidad existente y que se mantiene a toda costa.
Ante estos hechos consideramos necesario afirmar que no es suficiente que el Papa pida disculpas a las víctimas de abusos sexuales; demandamos:

- Una reacción seria de investigación y penalización de los culpables, tanto por parte de la Iglesia como por parte de los Estados. Porque la pederastia es un delito grave cometido por los miembros de la Iglesia a personas indefensas y para eso hay leyes civiles ante las cueles todos los ciudadanos, sean religiosos o no, deben responder.
- Una conversión en el pensamiento parcial y pernicioso de la Iglesia sobre la sexualidad, que propicia prácticas poco saludables, sobre todo en los sacerdotes y en quienes están sujetos a un celibato impuesto; siendo conscientes que, si bien no todo celibato conduce al abuso sexual, su imposición y la ausencia de una verdadera libertad, puede generar prácticas de abuso en detrimento de la dignidad de las mujeres, niñas y niños en nuestra iglesia.

- El respeto a la laicidad del Estado en nuestros países, con una sana separación entre lo político y lo religioso, el ejercicio de las leyes y la justicia sin favoritismos o actitudes obsequiosas hacia la jerarquía católica. Finalmente llamamos a una sincera y real conversión de nuestra institución católica, desde el Papa, los obispos y los sacerdotes hasta la comunidad eclesial entera, que produzca frutos verdaderos para la reparación justa del daño a las víctimas de abuso sexual en la iglesia y para asegurar la verdadera solución y la no repetición de estos hechos deplorables contra las y los más indefensos.


Silvia Juliá, Aidé García, Yury Puello
Coordinación Regional
Red Latinoamericana de Católicas por el Derecho a Decidir

2 comentarios:

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