20 de julio de 2009

La generación del fracaso

Max Murillo Mendoza
Pequeña introducción.-
Hace unos días se recordó otro 17 de julio, aniversario del sangriento golpe de estado protagonizado allá por el año de 1.980 por los militares de ultraderecha de nuestro país. Y eso coincidió con la llegada del entonces ministro del interior Luís Arce Gómez, después de cumplir una condena por narcotráfico en Estados Unidos. En este caso la historia ha sido algo más benigna con el país, por lo menos los principales malhechores están en la cárcel. Aunque muchos paramilitares y militares siguen sueltos, esperemos a la poca justicia que todavía tenemos se encargue también de esos enfermos mentales, sueltos todavía precisamente por errores de nuestra famosa “justicia boliviana”.
Pero quiero referirme a este acontecimiento para desentrañar otros acontecimientos, quizás tan importantes o más importantes que este, que en realidad se han derivado de este.
Inauguración de la democracia en Bolivia.-
Precisamente la finalización de esa corta dictadura, sangrienta y humillante para el conjunto de las fuerzas políticas de entonces que apostaban a la reapertura democrática, significó la total reapertura democrática. El 10 de octubre de 1.982 Bolivia festejó a lo grande el regreso de la democracia. El frágil gobierno de la Unidad Democrática y Popular del Dr. Siles se encaminaba a resolver los terribles problemas estructurales, heredados de las dictaduras militares absolutamente ligados a intereses extranjeros. Sin embargo, este gobierno compuesto por el MIR (Movimiento de la Izquierda Revolucionaria) y el Partido Comunista no sólo demostró que no tenía idea del ejercicio de gobernar, sino, lo más grave, fue uno de los gobiernos más corruptos que recuerde nuestra historia. El complot de la derecha era el acostumbrado, ese es su papel. Pero el papel de la “izquierda” se mostró en todo su esplendor: tan corruptos y antipatrióticos como a los que dizque combatían. Eso de mineros y campesinos, constantes de sus discursos, eran simplemente para sus farras y talleres de ideologización política. Lo real era lo real.
Chao izquierda, que viva la derecha!!!.-
Nuestro muro de Berlín fue el gobierno de la UDP. El derrumbe de la izquierda fue total, su rostro verdadero era el que ejercían: su deslealtad a sus propios ideales, y su traición a los sectores populares, como campesinos y obreros, que creyeron en sus discursos y sus promesas. Esta debacle que se inicia en 1.983 se profundizará en 1.985 cuando se inaugura en Bolivia la era del neoliberalismo. En los gobiernos del MNR y de su patrón Víctor Paz Estensoro, los técnicos y profesionales de los ministerios, sus consultores y operadores políticos fueron todos los militantes de todos los partidos políticos de izquierda, excepciones siempre hay. Y los que se quedaron fuera se encargaron de fundar consultorías, fundar partidos políticos como la Nueva Fuerza Republicana, las alianzas no interesaban aunque fueran con personajes gansteriles como Reyes Villa, lo importante era aprovechar a lo yupi americano los negocios de la era neoliberal. La ideología había muerto, sus sacrificios en el exilio y la de sus familias debían ser recuperados: en los negocios de la nueva era liberal!!! Como en los cuentos de Hadas todos aparecieron con casas, automóviles, viajes de becas al extranjero, etc, etc. Lo que no les dio la revolución y la izquierda les proporcionaba la derecha. Era realmente un cuento de Hadas.
La izquierda aristocrática como el MBL (Movimiento Bolivia Libre), intentó no juntarse con la chusma, es decir con el MIR o el Partido Comunista, y siguió su propio libreto. Cambió su discurso a notas más folklóricas, le pusieron sones campesinos; pero después, como hoy sabemos, siguieron siendo ellos mismos: tan patrones y racistas como sus abuelos y padres hacendados.
Este fracaso histórico de las clases medias bolivianas no fue estudiado a fondo, no fue atendido por ninguno de los centros académicos bolivianos, porque justamente todos esos centros también fueron ocupados por los ex izquierdistas, sobre todo las universidades estatales que se convirtieron en oficinas de empleos de toda esta masa de fracasados. Y hoy por hoy, son centros reaccionarios y absolutamente contrarios al proceso de cambio, pues se explica porque son lo que son.
Hoy soplan vientos de cambio; pero mucho cuidado con la izquierda.-
En cambio los sectores pobres de Bolivia, campesinos, indígenas y obreros, testigos del festín izquierdista – neoliberal, optaron por su propio proceso, por su propio camino. Sabiendo que ya nada se podía esperar de los “proclamadores de la revolución” definieron seguir su propia ruta. El gobierno de Evo Morales es parte de esas definiciones, que nada tuvo que ver con movimientos de izquierda, perdidos como están no aportan ni con propuestas políticas, peor con instrumentos metodológicos de construcción social y estatal.
Los vientos de cambio actuales son esfuerzos de unas colectividades sociales genuinas, hace mucho tiempo abandonadas por los muchachones de izquierda preocupados por sus negocios personales y familiares; pero quizás mejor, ya que los resultados sin la izquierda han sido más prometedores en calidad teórica, en propuestas económicas y políticas.
Como en todos los procesos de cambio, o revoluciones, los mejores se mueren antes. Porque están en la trinchera de batalla, en primera línea. Los burócratas o teóricos de las revoluciones se quedan siempre en la retaguardia. Marcelo Quiroga Santa Cruz se encontraba en su trinchera y encontró la muerte combatiendo en ella. Entonces, que quede claro que hubo militantes de izquierda excepcionales a su regla. Ellos por eso ya no están. Los que sobrevivieron son los burócratas, los oportunistas y teóricos, los encargados de negociar y consensuar posiciones. Y consensuaron bien con el neoliberalismo. No les importó los ríos de sangre ni las promesas de juventud. Tenían derecho también a ganar y tener negocios. Y el país pues tampoco importó.
Muchos de los izquierdistas piensan hoy en realizar “entrismos” políticos al MAS, de hecho varios grupos están jugando a esa carta. Consideran que el espacio es propicio para sus estrategias. Propuestas nunca tuvieron. Es decir es simple juego político. A varios se los ve en la televisión, como ministros, viceministros y en varios puestos de prefecturas y alcaldías. Considerando la trayectoria que tuvieron en estos últimos treinta años, realmente es un peligro interno en el MAS. Un peligro tan grave como lo que es la ultraderecha cruceña. Las actitudes de las universidades estatales es una simple muestra de todo esto. Universidades plagadas de izquierdistas de clase media (sin identidad alguna) que se oponen radicalmente al proceso de cambio del actual gobierno, y muchos de sus cumpas comulgan como ministros en el gobierno. Contradicción? No. La izquierda en Bolivia hace tiempo que no tiene posiciones políticas, sólo hace negocios. No tiene patria, comparte con la globalización, incluso ideológica.
Esa generación de brillantes izquierdistas es un fracaso histórico. Peor que aquella generación de europeos y norteamericanos del mayo del 68, o los anti guerra de Vietnam, que acabaron después como teóricos del mercado total y funcionarios del Banco Mundial, pues lo hacían en países donde las utopías más elementales de la vida como son el derecho al trabajo, a la vivienda, a la educación y salud ya estaban resueltas en sus sociedades. En nuestro caso siguen siendo una utopía, y nuestra miseria, impunidad de los poderosos, y falta absoluta de reglas claras estatales, no les intereso a nuestros izquierdistas, sino realizar negocios a espaldas de la Bolivia profunda, incluso en contra de ella, y aprovechando bien sus lógicas pigmentocráticas y señoriales.
Cochabamba, 19 de julio de 2009.

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