Por *Norka Raquel Lara Gómez
Mucho se ha hablado de descolonización y muchos hablan y descargan sus argumentos tratando de justificar su postura, pero cuando se asume a conciencia, es decir, el propósito de descolonizarse uno mismo, entonces simplemente se niega entrar en ese proceso necesario y profundamente serio.
Bolivia vive un proceso de cambio queramos o no, como parte del ciclo que experimentan muchos países; el nuestro no es ajeno a ello y lo estamos verificando cuando constatamos que los procesos de descolonización en Bolivia han supuesto un paso histórico, y no porque se haya aprobado la Constitución Política del Estado, sino porque el ciclo de cambios nos ha cambiado, y ya nunca más seremos como antes.
Pero lo preocupante de un tiempo a esta parte es qué hacer con grupos de élite que sufren de parálisis paradigmática, acostumbrados a manejar, a detentar del poder político, poder cultural, jurídico, social… ¡vaya que tenían poder! ¡Y cómo lo usaban, para qué fines!!.
Cuando este poder es tocado, es como pinchar una bola muy crecida con pus, muy dolorosa, comprensible, entendible, natural, más no aceptable que quieran obligar a que las cosas se mantengan como “siempre se mantuvieron”, el monopolio de los “cultos”, y no me refiero a los cultos religiosos, aunque al parecer su frustración de grupo llega a la reverencia incuestionable.
Y en esto cabe preguntarse algo muy importante: ¿Qué de los funcionarios públicos sobre todo de aquellos que siempre detentaron cargos importantes en la administración pública y por años de años jugaban su “pasanaku”, como forma de controlar el poder que les dio la posibilidad de adueñarse de otros poderes: político, económico y cultural?.
¿Qué de aquellos que mantienen en su esquema mental neoliberal tratando de defender a capa y espada a esa vieja casta de neoliberales que lo único que han hecho es servirse y estar al lado de todos los gobiernos de turno?
Y para poner ejemplo, vayamos al caso de los archivistas, este prototipo de funcionarios lo único que han hecho es denigrar la labor de los verdaderos archivistas de los que Cesar Gutiérrez se refiere cuando dice “No basta trabajar como archivero; es preciso ser y sentirse archivero”.
Y si de cambios profundos estamos hablando veamos que, el Archivo y Biblioteca de la Cancillería ha ingresado a los nuevos paradigmas archivísticos desde una perspectiva sistémica y se proyecta a formalizarla con todos sus instrumentos de control, descripción, conservación y difusión de sus series documentales.
La profesionalidad de la que tanto se llenan la boca algunos funcionarios públicos que pasaron por ahí, se la demuestra con resultados y no “vendiendo ilusiones”. Siguiendo el trabajo de Martha Paredes que organizó el archivo de Tratados que hasta a hoy se mantiene y sigue intacta y no será, so pretexto de los tratados y demanda marítima, que vuelvan los que a nombre de los archiveros han osado servirse del Estado.
Recogiendo de un tal Vicuña que escribió hace días en el periódico Cambio un artículo haciendo referencia a la gestión de la Cancillería debemos refrescarle la memoria que, es precisamente esas logias politiqueras de canonjías, las que por años se movían prebendalmente, aplicaban una diplomacia del cóctel sin ninguna identidad y cambio político trascendental.
Hasta hoy existen grupos de amigos y familiares que por herencia ejercen puestos de mando en instituciones públicas, la Cancillería no es la excepción, hasta hace poco no era raro que el padre fuera embajador, el hijo delegado, el sobrino cónsul, la mamá secretaria, todos con el aval de una academia Diplomática elitista, estos grupos obviamente actúan en grupo, se defienden en grupo y aquel que discrepe es señalado de desleal, no está afuera está al lado de los ministros, está al lado de periodistas e intelectuales y dirigentes que incluso les hacen antesala servilmente.
Esos son los que manejan un discurso izquierdista, inclusive, si quieren, descolonizador, les importa un reverendo comino las instituciones públicas y por supuesto los archivos, porque nunca se identificaron con nada, nunca han tenido un proyecto y las instituciones estatales sólo les han servido para lucrar, porque sus profesiones no les han dado para eso, por la mediocridad que han demostrado.
No será la primera ni la última en la que estos grupos arremeterán con agresividad, todo es un proceso, el entenderlo está vedado para ellos por una cuestión de mentalidad, porque se quedaron rumiando su pasado, añorando sus días de vacas sagradas.
Mucho se ha hablado de descolonización y muchos hablan y descargan sus argumentos tratando de justificar su postura, pero cuando se asume a conciencia, es decir, el propósito de descolonizarse uno mismo, entonces simplemente se niega entrar en ese proceso necesario y profundamente serio.
Bolivia vive un proceso de cambio queramos o no, como parte del ciclo que experimentan muchos países; el nuestro no es ajeno a ello y lo estamos verificando cuando constatamos que los procesos de descolonización en Bolivia han supuesto un paso histórico, y no porque se haya aprobado la Constitución Política del Estado, sino porque el ciclo de cambios nos ha cambiado, y ya nunca más seremos como antes.
Pero lo preocupante de un tiempo a esta parte es qué hacer con grupos de élite que sufren de parálisis paradigmática, acostumbrados a manejar, a detentar del poder político, poder cultural, jurídico, social… ¡vaya que tenían poder! ¡Y cómo lo usaban, para qué fines!!.
Cuando este poder es tocado, es como pinchar una bola muy crecida con pus, muy dolorosa, comprensible, entendible, natural, más no aceptable que quieran obligar a que las cosas se mantengan como “siempre se mantuvieron”, el monopolio de los “cultos”, y no me refiero a los cultos religiosos, aunque al parecer su frustración de grupo llega a la reverencia incuestionable.
Y en esto cabe preguntarse algo muy importante: ¿Qué de los funcionarios públicos sobre todo de aquellos que siempre detentaron cargos importantes en la administración pública y por años de años jugaban su “pasanaku”, como forma de controlar el poder que les dio la posibilidad de adueñarse de otros poderes: político, económico y cultural?.
¿Qué de aquellos que mantienen en su esquema mental neoliberal tratando de defender a capa y espada a esa vieja casta de neoliberales que lo único que han hecho es servirse y estar al lado de todos los gobiernos de turno?
Y para poner ejemplo, vayamos al caso de los archivistas, este prototipo de funcionarios lo único que han hecho es denigrar la labor de los verdaderos archivistas de los que Cesar Gutiérrez se refiere cuando dice “No basta trabajar como archivero; es preciso ser y sentirse archivero”.
Y si de cambios profundos estamos hablando veamos que, el Archivo y Biblioteca de la Cancillería ha ingresado a los nuevos paradigmas archivísticos desde una perspectiva sistémica y se proyecta a formalizarla con todos sus instrumentos de control, descripción, conservación y difusión de sus series documentales.
La profesionalidad de la que tanto se llenan la boca algunos funcionarios públicos que pasaron por ahí, se la demuestra con resultados y no “vendiendo ilusiones”. Siguiendo el trabajo de Martha Paredes que organizó el archivo de Tratados que hasta a hoy se mantiene y sigue intacta y no será, so pretexto de los tratados y demanda marítima, que vuelvan los que a nombre de los archiveros han osado servirse del Estado.
Recogiendo de un tal Vicuña que escribió hace días en el periódico Cambio un artículo haciendo referencia a la gestión de la Cancillería debemos refrescarle la memoria que, es precisamente esas logias politiqueras de canonjías, las que por años se movían prebendalmente, aplicaban una diplomacia del cóctel sin ninguna identidad y cambio político trascendental.
Hasta hoy existen grupos de amigos y familiares que por herencia ejercen puestos de mando en instituciones públicas, la Cancillería no es la excepción, hasta hace poco no era raro que el padre fuera embajador, el hijo delegado, el sobrino cónsul, la mamá secretaria, todos con el aval de una academia Diplomática elitista, estos grupos obviamente actúan en grupo, se defienden en grupo y aquel que discrepe es señalado de desleal, no está afuera está al lado de los ministros, está al lado de periodistas e intelectuales y dirigentes que incluso les hacen antesala servilmente.
Esos son los que manejan un discurso izquierdista, inclusive, si quieren, descolonizador, les importa un reverendo comino las instituciones públicas y por supuesto los archivos, porque nunca se identificaron con nada, nunca han tenido un proyecto y las instituciones estatales sólo les han servido para lucrar, porque sus profesiones no les han dado para eso, por la mediocridad que han demostrado.
No será la primera ni la última en la que estos grupos arremeterán con agresividad, todo es un proceso, el entenderlo está vedado para ellos por una cuestión de mentalidad, porque se quedaron rumiando su pasado, añorando sus días de vacas sagradas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario