2 de marzo de 2010

Chile: el socialismo que mata, es el mejor camino hacia la derecha

por Flavio Dalostto

Hace unas horas, el presidente de Bolivia, Evo Morales, además de ponerse a la orden del Pueblo Chileno, en estos momentos de tragedia a causa del fuerte terremoto, acaba de decir "Siento que la naturaleza no aguanta las políticas que destruyen el medioambiente; siento que la Madre Tierra se enoja; son consecuencias de estas políticas contra la naturaleza desplegadas por las potencias industriales. ... Esto nos da más fuerza para cómo asumir la defensa de los derechos de la Madre Tierra".

Hagan las evaluaciones que hagan, y escondan los datos que escondan, las autoridades chilenas sobre la magnitud del desastre, lo cierto (y dejando por un momento los 2.000 muertos y los no-se-cuantos heridos), es que Chile tiene prácticamente toda su infraestructura vital, destruida. Puentes, carreteras, autopistas, diques, aeropuertos, puertos, edificios gubernamentales y casi dos millones de casas derrumbadas, a derrumbar o fuertemente rajadas. Aún si hay obras o viviendas que resistieron el terremoto, ¿Qué seguridad se tiene ahora de ellos? ¿Cómo confiar en su solidez? Si no se vinieron abajo, habrá que tirarlos por seguridad. ¿Cómo seguir transitando por tramos "intactos" de carreteras, que pueden tener socavones debajo? El terremoto desnudó la imprevisión, la corrupción y la criminalidad de las construcciones de los últimos 30 años, hechas bajo la vista gorda de dictadura pinochetista y democracia liberal. Es que al capitalismo no le importa la vida humana. Sólo cuánto dinero se puede abaratar usando materiales menos nobles, confiando en que la Tierra no se desperece y se reacomode en su cama. El socialismo capitalista de Bachelet, le ha permitido a los grandes consorcios económicos internacionales, enriquecerse cada vez más, mientras se le hacía creer a la gente que ya estaban en el "Primer Mundo".

Es muy valorable, la actitud de países vecinos como Argentina, Bolivia y Perú, que se pusieron "a la orden" de Chile, solidaridándose con el país afectado y poniendo a disposición sus pocos o muchos recursos. Lamentablemente, parece que son necesarias estas terribles cosas para que la gente de nuestros países tome conciencia, que, desnudos y sin nada, no somos ni más ni menos que humanos, sea que se autocalifiquen como chilenos, peruanos o bolivianos. Que la desesperación por la pérdida de una casa, por el dolor de un familiar muerto, por la incertidumbre de gente que no encuentra a su gente, que el miedo, la angustia, la tristeza no tiene nación ni etnia. Por unos días, al menos, se dejará de hablar de los conflictos entre estos tres países andinos, y todo se centrará en la urgencia del momento. ¿De qué sirven ahora, las bravuconadas de los altos militares peruanos o chilenos, amenazándose, e incentivando una rivalidad malsana e inventada, sin beneficio para el Pueblo?

Triste, muy triste ver las escenas de saqueo, algunas por desesperación ante la falta de agua y alimentos, y otras por oportunismo. Ya se ha visto en otros países y en otros momentos. El estado "socialista" chileno ha colapsado, y mientras hay decenas de personas, atrapadas debajo de los escombros, lo único que preocupa al pseudo-socialista gobierno bacheleteano, es mandar a sus carabineros a reprimir a los saqueadores de grandes supermercados. ¿No sería más lógico y humano dedicar esos policías a buscar sobrevivientes, en vez de enviarlos a patear a madres desesperadas apropiándose de comida acaparada o a pillos que robaban ropas de una tienda? Ante el desastre, el socialismo bacheleteano se dedica a defender la gran propiedad, en vez de defender los hálitos de vida que aún respiran bajo los hierros. La respuesta es simple. Es un socialismo falso y de derecha. Un socialismo que persigue al Pueblo Mapuche, lo mata y lo encarcela, que ha militarizado la Araucanía, que toca con guantes de seda a los protagonistas de la dictadura pasada, que no ha creado Conciencia del Pueblo, para reaccionar ordenada y solidariamente ante la emergencia, que con un inútil ¡80! % de "popularidad" personal, le entrega el País a un partido pinochetista. Un Estado, que en pleno desastre, no ordena a las empresas cobradoras de peaje, que ¡dejen de cobrar!, ¡que ¡dejen de lucrar!, y éstas se dan el lujo de "evaluar" si liberarán las trancas. Este es, el Socialismo que mata al Socialismo, y que por malo, termina entregando el País al noeliberalismo de Piñera. ¡Imagine, si con este "socialismo" se reaccionó tan mal ante el desastre, hágase una idea de un terremoto con Piñera! No importa. En este momento, los grandes consorcios de la construcción ya se están refregando las manos y calculando la incalculable fortuna que harán con la "recostrucción chilena", de la mano del presidente multimillonario electo.

La soberbia de un socialismo liberal, que de socialismo no tiene nada, que mantiene a la gente narcotizada con la idea del "cambio", que solo queda en palabras, que hace uno o dos gestos simbólicos para que crean que es de izquierda todavía, es el mejor pasaporte a un gobierno de derecha, mestizo de dictaduras. Un socialismo grotesco, con su líder asegurando a la población que no había peligro de Tsunami, y a los minutos, uno, arrasaba la Isla de Juan Fernández. Dicen que una chiquilla miró el agua y vio como se balanceaban las canoas, y corrió a la plaza del Pueblo a tocar el Gong de alarma. La gente corrió a los cerros y así se salvaron cientos de vidas. La imagen paradójica y aleccionadora. La señora Presidenta, culta, intelectual, segura, con toda la maquinaria de información climatológica, se convirtió en portavoz de la Muerte de Agua, y una niña sin terminar la primaria, rural, tal vez rústica, salvó de un modo primitivo (casi con señales de humo) a su aldea. ¿Cómo decía la Biblia? "Y un niño los pastoreará". Las faldas de la mentira presidencial chilena levantandas hasta la cabeza, exhibiendo contra su deseo, la Verdad, pero no es Marilyn. Una presidenta que evitó morder el pasado escabroso, pero que ayer ese pasado escabroso regresó a darle un beso de despedida, debiendo crear dos gobiernos militares e imponer el estado de sitio, para controlar el desmadre post-terremoto, que el Gobierno no supo manejar.

Dejo como reflexión, un fragmento del artículo "La Verdad y el Siglo 21", que escribí por diciembre de 2009, "Los mentirosos son, una Gran Logia que controla los hilos del Planeta, o en todo caso, creen controlarlos. Son idiotas que serruchan la propia rama donde están sentados. El mentiroso es un hombre o una mujer débil e inseguro; porque necesitan dominar a Otros con sus trampas, para existir. Al mentir, hacen imaginar a otros que su Trampa es real, y trampeando se trampean a sí mismos; porque como ya se dijo "las mentiras tienen patas cortas" y "es más fácil atrapar a un mentiroso que a un rengo". Lo magnífico de este Tiempo de Renovación y de Esperanza, es que las mentiras no duran mucho. No duran ni en lo personal ni en lo planetario. Se parecen a los alienígenas de "Los Invasores", la serie de los años 60' donde David Vincent había descubierto un Plan de invasión extraterrestre. Los "marcianos" podían adoptar completamente la forma humana, excepto por el dedo meñique, que no podían doblar, y eso los perdió. El mensaje es, para mí, que no hay mentira perfecta; y solo es totalmente engañado quien desea serlo. la vida, el destino o lo que sea, tira pistas que van desnudando a la mentira. A veces, preferimos desechar esas pistas y habitar la niebla del engaño, por comodidad. No se si por el internet, por los celulares "hágolo-todo" o porque, como ya he dicho, los dioses caminan otra vez entre nosotros, las Mentiras y los Mentirosos se han vuelto vulnerables. Cualquier viento les levanta las faldas y los exhibe, como nunca antes. Es el Tiempo de la Verdad; por eso la mentira vive incómoda en el Siglo 21, agazapada, a la defensiva, arrinconada y con una breve esperanza de Vida".

http://la-opinion-argentina.blogspot.com/

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