7 de octubre de 2009

Un muerto Shuar

Por Tania Laurini,
para Vistazo

El primer muerto de Correa tenía que ser indígena.
Una vez más -como hace 30, 100, 500, 1700 años-, se produce la batalla entre la imagen civilizatoria de un todo poseedor de todo, y un mundo previo que dice: éste es mi territorio y me están invadiendo. R20;Yo soy yo, tú eres tú” significa la frase básica del saludo Shuar. Yo tengo mi verdad y tú la tuya. Yo soy uno y tú eres otro. Los Shuar son filosóficos, reflexivos, políticos y guerreros. Y a través de ellos estalló el cansancio indígena por la abrupta intromisión en su institucionalidad, el insulto a sus líderes y organizaciones, la falta de escucha a sus propuestas de ley. El cansancio por decretos increíbles como el 1780 que nuevamente entrega los indígenas a las misiones religiosas (socialismo siglo XV), o el decreto 1585 que desvincula la educación intercultural bilingüe de las organizaciones. Sí hay contenidos atrás de la protesta. Hay 9 planteamientos concretos de la CONAIE y 20 de los amazónicos, quizá el más irreconciliable: no mineras y petroleras en su territorio.
Correa no quiere debatir estos contenidos. Es un obstáculo para la extracción de recursos. Entonces simplifica la complejidad planteada por el estallido Shuar reduciéndolos a “violentos”. Los rebeldes son exaltados: los independentistas del Bicentenario, Eloy Alfaro, y “hasta la victoria siempre”. Pero cuando no es funcional, la rebeldía es violencia e ignorancia.
La violencia vino del gobierno. Porque el desalojo forzado de la ruta se ordenó media hora después de que las autoridades de la provincia, las organizaciones indígenas y un representante del Gobierno, acordaron 2 horas de diálogo con las bases para resolver el conflicto. Eligieron la violencia y no el diálogo. Como resultado, una muerte Shuar, que no se olvidará.
Es falso el debate entre “pacíficos” y “violentos”. La paz no se conseguirá con ataques sorpresivos, irrespeto a las autoridades locales, criminalización de la protesta, encarcelamientos y persecución a líderes de la nacionalidad Shuar, condena a sus radios comunitarias y estigmatización de sus formas culturales de alzar la voz. Es violencia también que la prensa no informe sobre los heridos Shuar, detenidos, mujeres y niños Shuar agredidos al interior de sus comunidades.
Solo rompiendo el etnocentrismo que está grabado en nuestras entrañas -incluidas las del Presidente- por una historia mundial de conquista continua, podremos construir el Estado Intercultural y Plurinacional del que habla el artículo 1 de nuestra Constitución.

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