2 de mayo de 2013

Bagdag y el Dia del Libro

Un 20 de marzo de 2003, hace 10 años con exactitud, el gobierno norteamericano incluye a Irak en el “Eje del Mal”, luego de sus intentos erráticos de intentar justificar su invasión bajo la acusación de tener armas de destrucción masiva que nunca encontró, inicia las gestiones para una guerra.
16 de marzo de 2003, Bush, Tony Blair, José María Aznar y José Manual Durao declaran la guerra a Irak, su pecado, poseer grandes recursos petrolíferos, razón suficiente para las potencias acostumbradas a someter y controlar la economía mundial.
Es en ese contexto que intelectuales, directores de museos, coleccionistas preocupados por lo que se venía visitaron el Pentágono y explicaron el significado del Museo, Biblioteca y otros; detallaron la existencia de tablillas de arcilla de caracteres cuneiformes entre los que se encontraba el Código de Habnurabí, quizás el primer sistema de leyes del mundo y textos que fueron los ejemplos más antiguos de escritura (poemas) épicos, tratados matemáticos y recuentos históricos, la historia del génesis de la humanidad un relato de la creación que la Biblia consigna como el principio de la vida en la tierra, pero vanos fueron los intentos, al parecer las personalidades oyentes sólo llegaron a leer la guía telefónica, para viajar de vacaciones a las playas de Cancún.
La política de destrucción cultural pudo más, el objetivo de EE.UU. de imponerle a Irak cierto tipo de dominio colonial y apoderarse de sus vastos recursos petrolíferos pudo más y nuestra herencia, nuestras raíces culturales tuvieron un trágico final, la destrucción de los registros históricos de data del siglo XIII que no pudieron contra la tecnología de misiles del siglo XXI.
Es así que el 9 de abril de 2003, las tropas estadounidenses cruzan el Tigris, llegan al corazón de Bagdad y empieza la destrucción de los custodios de nuestros sueños, libros que contenían la base cultural más grande del mundo. El incendio alrededor de la Biblioteca Nacional, la que contenía decenas de miles de antiguos manuscritos, libros y periódicos desde el Imperio Otomano hasta el presente, las salas de lectura de la Biblioteca y los estantes terminaron irremediablemente reducidos a ruinas humeantes.
Ahí yace como un mero recuerdo Bagdad, Bag “dios” y dad “donado” que significaría donado por Dios o también como regalo de Dios. Ciudad de geografía circunferencial, con cuatro puertas de hierro pesado que para moverlas se requerían muchos hombres, conocida como “Ronda ciudad”. Una ciudad del siglo IX que se convirtió en la meca cultural, artística y comercial y que por su río Tigris transitaban comerciantes trayendo todo tipo productos entre las que se hallaban alfombras. Una monumental arquitectura con Mezquitas y el hábitat de bellas princesas árabes, donde nacieron historias de amores felices y amores desgraciados, de mujeres dulces y mujeres fatales, de hábiles comerciantes y audaces viajeros, de incautos y de sinvergüenzas, de guerreros y poetas, donde además se lograron conjunciones, varios géneros literarios como: la fábula, el madrigal, parábolas, discursos, diálogos, etc.
De una Bagdad que nos obsequió generosamente Las Mil y Una noche, colección de historias de origen oriental que incluye cuentos de hadas, anécdotas, fábulas y poemas recogidos de la tradición oral con sus tres más grandes cuentos: Aladino y la Lámpara Maravillosa, Alí Babá y los cuarenta ladrones y los Viajes de Simbad el Marino, todo en un contexto de la historia de Schahriar y Scherezada. Nacidos sin duda a las orillas de la Mesopotamia.
Hoy en día todas las novelas que apreciamos tienen como base la trama que surgió de Bagdad, la muchacha pobre que se enamora del rico, donde aparecen una serie de personajes y eventos que facilitarán u obstruirán su felicidad.
En el día internacional del Libro, pensé compartir esta cronología de la guerra con mis dos hijas, quienes azoradas e incrédulas no dudaron en sentir impotencia y tristeza, pero los libros y la imaginación son mágicos e hicimos el ejercicio de remontarnos al 20 de marzo del año 2003, específicamente a las 5.35 hora local, el comienzo de la guerra, cuando las tropas norteamericanas ingresaban a Bagdad con todo su arsenal y recreamos otro final:
20 de marzo de 2003, hrs. 5:35 hora local, las tropas norteamericanas ingresan con miles de hombres armados, centenar de tanques y todos bien equipados, al tratar de destruir el Museo y la Biblioteca ven aparecer caminado alrededor a Mafalda con su amiguita Libertad, las dos portando un cartel tan grande pero contundente con la siguiente consigna: Abajo yanquis, no tocarás mis libros.
Mi hija mayor apasionada de la mitología griega replica, mamá no pueden faltar los Dioses del Olimpo, seguro estaría Zeus mandando sus truenos a los aviones americanos, mi hija menor sin quedarse atrás interviene, mamá te aseguro que los siete enanos de Blanca Nieves dejarían sus herramientas para tomar las armas y enfrentarse a esas tropas. De pronto consensuamos que no podía faltar don Quijote que estaría encabezando la defensa con su yelmo y su lanza montado en su Rocinante y gritando: ¡¡¡A la lucha mis valientes!!! Dulcinea estaría muy orgullosa por la causa que defendía su amado y su infaltable Sancho compañero de sus aventuras sería el responsable de la logística.
Pero la Biblioteca requería refuerzos y ahí aparecería toda la familia Buendía de García Márquez, tomados de las manos, haciendo un cordón más que humano, protegiendo los libros y veríamos a Aladino, distribuyendo alfombras para hacerle frente a los enemigos.
Alí Babá y los cuarenta ladrones vaciarían sus cuevas llenas de tesoros para trasladar y proteger los libros de la Biblioteca.
Pero aquellos soldados americanos decididamente no podrían con la intrepidez y la inteligencia de Mulán, la táctica de Mushu y los informes del grillo que junto a don Quijote desarmarían en un santiamén tanques y fusiles.
En tanto se iniciase un enfrentamiento afuera, la Biblioteca en su interior contaría con la presencia de Harry Potter y sus amigos, realizando un conjuro que hiciera invisible los libros ante los ojos del destructor.
De pronto, cuando algunos soldados, pese a la aguerrida defensa, lograrían llegar a la Biblioteca y pretendieran quemar nuestros libros, de la nada saldría el León de Narnia y se los devoraría y en el río Tigris bastaría con la Sirenita que con su melodiosa vos adormecería y anularía a los americanos. Ahhh!!! Pero el punto final lo pondría el genio de la lámpara maravillosa que juntaría los tres deseos en uno solo, conservar la Bag-dad cultural.
Dicen que en una guerra sólo existen perdedores, esta guerra sería distinta, habría ganadores y seríamos nosotros, nuestros sueños y los portadores de ellos, nuestros libros.
Un homenaje al libro que más queremos.
*Raquel Lara