Soledad Antelo (Santa Cruz)
Octubre 15th, 2010 on 11:17 am
Después de varios días de huelgas de “hambre” y marchas de periodistas y empresarios de la comunicación, es indudable que la demanda de “libertad de expresión” trasciende las aspiraciones de un gremio determinado, para proyectarse como una bandera de la oposición, tan venida a menos últimamente en la región y en Bolivia.
Tal reconocimiento se evidencia, incluso, en la torpeza del periódico El Día de Santa Cruz, cuyo director instruye poner el siguiente e inquietante título:
Rechazo: Estados Unidos se suma a la recolección de firmas
Un despistado lector podría imaginar al Congreso de Estados Unidos reunido en pleno, junto al Presidente Barack Obama, tratando el espinoso asunto que, a juzgar por los deseos de don Cayetano Llobet, debería formar parte de la agenda mundial de la primera potencia… Pero no, sólo se trata de “un periodista de”, que afirma ser comunicador. Así continúa la “noticia”:
Un periodista de Estados Unidos se sumó ayer a la recolección de firmas que se realiza en los nueve departamentos en rechazo a dos artículos de la ley antirracismo que cierra medios de comunicación y que pretende encarcelar comunicadores.
“Mi nombre es Carlos R. Fernández comunicador en los Estados Unidos por 25 años, en Washington, vamos a empezar a recolectar firmas de los bolivianos que radicamos aquí”, dice en una carta que ayer fue leída en el piquete de huelga de hambre en Santa Cruz.
Claro está, hay que hacer bulla, mostrar un masivo apoyo de todo lado: es la humanidad ofendida que se levanta contra el masismo totalitario que pretende encarcelar a cuanto comunicador opositor encuentre.
Para lograr no sólo un efecto de bola de nieve, se involucra incluso a la jerarquía católica. Ésta, fiel a su tradición, muestra una vez más su opción no precisamente por aquellos a quienes el Señor consideró sus favoritos; hoy, sus vicarios (al menos en sus altas esferas) parecen estar en desacuerdo con los preferidos de Jesús, en nombre de la libertad de expresión. Que en ese mismo nombre se silencie por la vía de la omisión cualquier expresión contraria de sacerdotes y monjas comprometidas con los humildes, puede ser asunto interno de la Iglesia.
Pero no lo es la actitud de periodistas y comunicadores que pretenden absoluta coincidencia y alineamiento con la postura de los dueños de los medios de comunicación en su oposición a la Ley contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación.
Resulta entonces contradictorio, por decirlo de una manera suave, que esos periodistas y comunicadores –a quienes les asiste el derecho de confundir sus intereses con los de sus patrones– se vean en la necesidad de ningunear, primero, y luego hostilizar, a sus colegas que dicen estar de acuerdo con la necesidad de sancionar el delito del racismo y la discriminación.
Por esa vía, se deja en la oscuridad del silencio a las voces que se han propuesto aportar a la reglamentación de la ley. Por supuesto, para muchos intelectualistas de micrófono, la voz de campesinos, de trabajadores en radios comunitarias, de sindicatos de medios alternativos y del círculo de periodistas mujeres, por citar sólo algunos, no sólo que no existe, sino que debe ser silenciada, en nombre de la libertad de expresión.
No en vano han anunciado la pronta defenestración de Boris Quisbert, Ejecutivo de la Federación de Trabajadores de la Prensa de La Paz. Su delito: estar de acuerdo en sancionar los delitos. El fácil expediente de la polarización, expuesta de manera trágicamente magistral por George W. Busch, es aplicada ahora en este caso: o estás con “la libertad de expresión” o con el “totalitarismo” y la ley “mordaza”.
Manipulación más, manipulación menos, el llamado cuarto poder pierde día a día credibilidad. Pareciera no haberse dado cuenta que de nada sirvió todo su aparato, sus campañas, sus dineros, sus especialistas sesudos y toda su parafernalia, a la hora de convencer al pueblo de qué es bueno y qué es malo para el país.
Por supuesto que los colegas periodistas tienen derecho a formar parte de las filas opositoras al proceso de cambio. Pero, por favor, no nos timen con aquello de “libertad de expresión”; que la tienen hasta hartarse.
Quieres leer todo el post? entra a: http://www.execlub.net/?p=4615
Octubre 15th, 2010 on 11:17 am
Después de varios días de huelgas de “hambre” y marchas de periodistas y empresarios de la comunicación, es indudable que la demanda de “libertad de expresión” trasciende las aspiraciones de un gremio determinado, para proyectarse como una bandera de la oposición, tan venida a menos últimamente en la región y en Bolivia.
Tal reconocimiento se evidencia, incluso, en la torpeza del periódico El Día de Santa Cruz, cuyo director instruye poner el siguiente e inquietante título:
Rechazo: Estados Unidos se suma a la recolección de firmas
Un despistado lector podría imaginar al Congreso de Estados Unidos reunido en pleno, junto al Presidente Barack Obama, tratando el espinoso asunto que, a juzgar por los deseos de don Cayetano Llobet, debería formar parte de la agenda mundial de la primera potencia… Pero no, sólo se trata de “un periodista de”, que afirma ser comunicador. Así continúa la “noticia”:
Un periodista de Estados Unidos se sumó ayer a la recolección de firmas que se realiza en los nueve departamentos en rechazo a dos artículos de la ley antirracismo que cierra medios de comunicación y que pretende encarcelar comunicadores.
“Mi nombre es Carlos R. Fernández comunicador en los Estados Unidos por 25 años, en Washington, vamos a empezar a recolectar firmas de los bolivianos que radicamos aquí”, dice en una carta que ayer fue leída en el piquete de huelga de hambre en Santa Cruz.
Claro está, hay que hacer bulla, mostrar un masivo apoyo de todo lado: es la humanidad ofendida que se levanta contra el masismo totalitario que pretende encarcelar a cuanto comunicador opositor encuentre.
Para lograr no sólo un efecto de bola de nieve, se involucra incluso a la jerarquía católica. Ésta, fiel a su tradición, muestra una vez más su opción no precisamente por aquellos a quienes el Señor consideró sus favoritos; hoy, sus vicarios (al menos en sus altas esferas) parecen estar en desacuerdo con los preferidos de Jesús, en nombre de la libertad de expresión. Que en ese mismo nombre se silencie por la vía de la omisión cualquier expresión contraria de sacerdotes y monjas comprometidas con los humildes, puede ser asunto interno de la Iglesia.
Pero no lo es la actitud de periodistas y comunicadores que pretenden absoluta coincidencia y alineamiento con la postura de los dueños de los medios de comunicación en su oposición a la Ley contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación.
Resulta entonces contradictorio, por decirlo de una manera suave, que esos periodistas y comunicadores –a quienes les asiste el derecho de confundir sus intereses con los de sus patrones– se vean en la necesidad de ningunear, primero, y luego hostilizar, a sus colegas que dicen estar de acuerdo con la necesidad de sancionar el delito del racismo y la discriminación.
Por esa vía, se deja en la oscuridad del silencio a las voces que se han propuesto aportar a la reglamentación de la ley. Por supuesto, para muchos intelectualistas de micrófono, la voz de campesinos, de trabajadores en radios comunitarias, de sindicatos de medios alternativos y del círculo de periodistas mujeres, por citar sólo algunos, no sólo que no existe, sino que debe ser silenciada, en nombre de la libertad de expresión.
No en vano han anunciado la pronta defenestración de Boris Quisbert, Ejecutivo de la Federación de Trabajadores de la Prensa de La Paz. Su delito: estar de acuerdo en sancionar los delitos. El fácil expediente de la polarización, expuesta de manera trágicamente magistral por George W. Busch, es aplicada ahora en este caso: o estás con “la libertad de expresión” o con el “totalitarismo” y la ley “mordaza”.
Manipulación más, manipulación menos, el llamado cuarto poder pierde día a día credibilidad. Pareciera no haberse dado cuenta que de nada sirvió todo su aparato, sus campañas, sus dineros, sus especialistas sesudos y toda su parafernalia, a la hora de convencer al pueblo de qué es bueno y qué es malo para el país.
Por supuesto que los colegas periodistas tienen derecho a formar parte de las filas opositoras al proceso de cambio. Pero, por favor, no nos timen con aquello de “libertad de expresión”; que la tienen hasta hartarse.
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