Hace un año, en plena violencia de septiembre, publiqué un poema titulado “De separatistas y separadores”, que conmovió a muchos bolivianos y fue rápidamente reproducido en comunidades virtuales, blogs, periódicos y semanarios nacionales. Hubo gente que apoyó públicamente esta propuesta poética y otros lo hicieron a través de cientos de correos electrónicos expresando su adscripción a la posición de diferenciarnos de los violentos.
En el poema digo, entre otras cosas, que “Los separatistas hablan de dos naciones/ Los separadores hablan de varias naciones//Los separatistas sueñan con un nuevo país/ Los separadores sueñan con un antiguo país//Los separatistas fingen ser autonomistas/ Los separadores fingen ser socialistas. // Los separatistas son de extrema derecha/ Los separadores son de extrema izquierda//Los separatistas se creen blancos arios/ Los separadores se dicen indigenistas puros
Concluyo el poema afirmado que los países, cuando nacen, se sueñan a sí mismos como grandes naciones. En algún momento despiertan y construyen su sueño; parece que los bolivianos tuvimos un sueño muy prolongado que devino en pesadilla y nos hemos despertado desasosegados y confundidos. Es hora de serenarse y empezar a construir un país de verdad con defectos y virtudes, para que la sangre de nuestros muertos, de uno y otro lado, sea la savia que nutra el árbol de la nueva nación que nos merecemos.
Nosotros, que no somos ni separatistas ni separadores, que somos país, que somos pueblo, que somos la nación, que somos el fruto del mestizaje; que no nos enoja que nos digan camba e’mierda ni colla e’mierda ni chapaco e’mierda; ni nos humilla que nos digan indios, ni mulatos, ni cholos, nosotros que somos Bolivia, alcemos nuestras voces desde el chaco, desde la comunidad, desde el ayllu, desde nuestras casas, desde el café, desde el bar, desde la plaza, desde la oficina, desde nuestros corazones y digamos que no queremos más ni a los separatistas ni a los separadores. No nos quedemos callados. Digámosles que ya basta y arranquémoslos de nuestras vidas. Que se queden solos rumiando sus odios y sus rencores.
Estamos viviendo un momento histórico trascendental para el futuro de Bolivia. Hay que desterrar la violencia para abrirle camino al debate y a la reflexión. Ha llegado la hora de los intelectuales, pero también de los poetas, pues es necesario devolverle a Bolivia su alma grande, su “jiska ajayu” como dicen los aymaras, que ha sido espantada por los sustos que le ocasionan los muertos de uno y otro bando de los separatistas y de los separadores y también de los inocentes e ingenuos. Es necesario que haya gente que, por intermedio, de la palabra convoqué al alma de la nación para que los bolivianos volvamos a soñar en una patria grande y generosa, una patria para todos, indígenas, originarios y mestizos. Por eso es que me animé a participar en estas elecciones como candidato a la circunscripción 52 por Alianza Social, una organización que lleva a la Presidencia a René Joaquino, un hombre justo, honesto y buen administrador de la cosa pública y a la Vice presidencia a Charles Suárez, un hombre de Dios en el pleno sentido de lo que eso significa.
Los asambleístas elegidos el 6 de diciembre, junto a los candidatos a Presidente y Vicepresidente, tendrán que trabajar contra el tiempo para adecuar toda la legislación vigente (leyes y códigos) a los principios de la actual CPE. No será un trabajo fácil, va a requerir de gente que piense, que razone, que proponga, que reflexione, que debata ideas y que sepa defender principios. La batalla por las autonomías departamentales, por ejemplo, se dará en los hemiciclos de las Cámaras de Diputados y de Senadores de la Asamblea Plurinacional. De nada servirá lo que hemos conseguido hasta hoy con los cabildos, con los referendos y el Estatuto Autonómico aprobado por consulta popular si este no se ajusta y se incorpora al entramado legislativo, que se irá construyendo a partir de la instalación misma de la Asamblea. Por eso es que el Movimiento Al Socialismo ha preferido renovar sus listas de candidatos incorporando intelectuales, que ratificar a los tristemente célebres parlamentarios de choque. Evo Morales sabe que se vienen tiempos de debate y ha optado por ingresar a la batalla ideológica con algunos de sus mejores hombres y mujeres. Creo que la Asamblea Plurinacional necesita algo de poesía y que eso es lo que yo mejor intento hacer cotidianamente y, quien sabe, puedo aportar algo en los debates. No les prometo otra cosa porque sería mentirles y creo que ya están cansados de tanto engaño.
Sin eufemismos: Creo que Santa Cruz tiene muchos intelectuales valiosos, pero no los veo en las listas. Respeto sus decisiones, pero alguien tiene que alzar la voz y por eso voy de candidato. Lo hago por que quiero diferenciarme de aquellos que permitieron que mi pueblo, en plena Amazonía, y a orillas de un río, quedase siglos sumido en la miseria y el atraso mientras mis abuelos, Leonidas y Raquel, fundaban escuelas cuando Bolivia era una ilusión y el Estado era apenas un policía que no tenía ni para comer, porque su miserable sueldo no le llegaba nunca. Quiero diferenciarme de aquellos que excluyeron de la historia nacional a mi región y a sus héroes como Pedro Ignacio Muiba, mientras mi padre Antonio escribía la gesta libertaria de los moxeños sin ayuda de nadie. Quiero diferenciarme de aquellos que calumniaban a nuestras mujeres por que no podían creer que sean tan bellas, mientras mi madre Janola nos enseñaba a sus hijos que la única patria posible es de la del corazón y, cada 6 de agosto, me compraba zapatos Manaco para que los estrene en los desfiles cívicos. Quiero diferenciarme de los que firmaron los acuerdos cediendo el Acre mientras en el Beni nuestros antepasados seguían sintiendo orgullo de ser bolivianos. De esos que 1904 cedieron el Litoral por cuatro reales, mientras en Santa Cruz se firmaba un memorando exigiendo la integración nacional, en una capital donde se escribía bajo la luz de las velas y había que pedir autorización al Congreso Nacional para que el gobierno envíe una enfermera. Quiero diferenciarme de esos que, bajo el pretexto de una Guerra Federal, se quedaron con la sede de gobierno y asesinaron a Zarate Wilca, los mismos que mandaron asesinar a Andrés Ibáñez y Apaiguaiqui Tumpa. Quiero diferenciarme de esos que permiten que la gente sea golpeada en las Plazas de Santa Cruz, La Paz y Sucre. Todos ellos son responsables de la intolerancia que se adueña de nuestras mentes. De esos que espantan nuestras almas desde los palacios de las alturas, los valles o los llanos. Pero también de esos que desde las cámaras y los micrófonos incitan a la violencia. Quiero que quede claro que no comulgo con aquellos que desde Calacoto, el Country Club Las Palmas o la Plaza de la Capital de la República, predican la intolerancia. De esos que usan el discurso indigenista para discriminar a los otros que somos menos o más indios que ellos. Quiero diferenciarme de esos que creen que una Constitución Política del Estado es para iniciar la guerra, olvidándose que es, ante todo, un pacto por la paz. De esos que no aceptan su error histórico en el tema de los supuestos terroristas y de los otros que los usan para hacer escarnio de los justos. Sé que me van a despellejar vivo porque es una locura intentar ingresar al terreno de los políticos, pero la política es algo demasiado serio para dejarlo en su manos. La contienda será dura, pero si mi presencia sirve para reflexionar sobre lo mal que estamos, habrá valido la pena. En definitiva: quiero separarme de los separatistas pero también de los separadores. Porque creo que una Bolivia de indios, cholos y mestizos es aún posible.
Homero Carvalho Oliva
Boliviano
En el poema digo, entre otras cosas, que “Los separatistas hablan de dos naciones/ Los separadores hablan de varias naciones//Los separatistas sueñan con un nuevo país/ Los separadores sueñan con un antiguo país//Los separatistas fingen ser autonomistas/ Los separadores fingen ser socialistas. // Los separatistas son de extrema derecha/ Los separadores son de extrema izquierda//Los separatistas se creen blancos arios/ Los separadores se dicen indigenistas puros
Concluyo el poema afirmado que los países, cuando nacen, se sueñan a sí mismos como grandes naciones. En algún momento despiertan y construyen su sueño; parece que los bolivianos tuvimos un sueño muy prolongado que devino en pesadilla y nos hemos despertado desasosegados y confundidos. Es hora de serenarse y empezar a construir un país de verdad con defectos y virtudes, para que la sangre de nuestros muertos, de uno y otro lado, sea la savia que nutra el árbol de la nueva nación que nos merecemos.
Nosotros, que no somos ni separatistas ni separadores, que somos país, que somos pueblo, que somos la nación, que somos el fruto del mestizaje; que no nos enoja que nos digan camba e’mierda ni colla e’mierda ni chapaco e’mierda; ni nos humilla que nos digan indios, ni mulatos, ni cholos, nosotros que somos Bolivia, alcemos nuestras voces desde el chaco, desde la comunidad, desde el ayllu, desde nuestras casas, desde el café, desde el bar, desde la plaza, desde la oficina, desde nuestros corazones y digamos que no queremos más ni a los separatistas ni a los separadores. No nos quedemos callados. Digámosles que ya basta y arranquémoslos de nuestras vidas. Que se queden solos rumiando sus odios y sus rencores.
Estamos viviendo un momento histórico trascendental para el futuro de Bolivia. Hay que desterrar la violencia para abrirle camino al debate y a la reflexión. Ha llegado la hora de los intelectuales, pero también de los poetas, pues es necesario devolverle a Bolivia su alma grande, su “jiska ajayu” como dicen los aymaras, que ha sido espantada por los sustos que le ocasionan los muertos de uno y otro bando de los separatistas y de los separadores y también de los inocentes e ingenuos. Es necesario que haya gente que, por intermedio, de la palabra convoqué al alma de la nación para que los bolivianos volvamos a soñar en una patria grande y generosa, una patria para todos, indígenas, originarios y mestizos. Por eso es que me animé a participar en estas elecciones como candidato a la circunscripción 52 por Alianza Social, una organización que lleva a la Presidencia a René Joaquino, un hombre justo, honesto y buen administrador de la cosa pública y a la Vice presidencia a Charles Suárez, un hombre de Dios en el pleno sentido de lo que eso significa.
Los asambleístas elegidos el 6 de diciembre, junto a los candidatos a Presidente y Vicepresidente, tendrán que trabajar contra el tiempo para adecuar toda la legislación vigente (leyes y códigos) a los principios de la actual CPE. No será un trabajo fácil, va a requerir de gente que piense, que razone, que proponga, que reflexione, que debata ideas y que sepa defender principios. La batalla por las autonomías departamentales, por ejemplo, se dará en los hemiciclos de las Cámaras de Diputados y de Senadores de la Asamblea Plurinacional. De nada servirá lo que hemos conseguido hasta hoy con los cabildos, con los referendos y el Estatuto Autonómico aprobado por consulta popular si este no se ajusta y se incorpora al entramado legislativo, que se irá construyendo a partir de la instalación misma de la Asamblea. Por eso es que el Movimiento Al Socialismo ha preferido renovar sus listas de candidatos incorporando intelectuales, que ratificar a los tristemente célebres parlamentarios de choque. Evo Morales sabe que se vienen tiempos de debate y ha optado por ingresar a la batalla ideológica con algunos de sus mejores hombres y mujeres. Creo que la Asamblea Plurinacional necesita algo de poesía y que eso es lo que yo mejor intento hacer cotidianamente y, quien sabe, puedo aportar algo en los debates. No les prometo otra cosa porque sería mentirles y creo que ya están cansados de tanto engaño.
Sin eufemismos: Creo que Santa Cruz tiene muchos intelectuales valiosos, pero no los veo en las listas. Respeto sus decisiones, pero alguien tiene que alzar la voz y por eso voy de candidato. Lo hago por que quiero diferenciarme de aquellos que permitieron que mi pueblo, en plena Amazonía, y a orillas de un río, quedase siglos sumido en la miseria y el atraso mientras mis abuelos, Leonidas y Raquel, fundaban escuelas cuando Bolivia era una ilusión y el Estado era apenas un policía que no tenía ni para comer, porque su miserable sueldo no le llegaba nunca. Quiero diferenciarme de aquellos que excluyeron de la historia nacional a mi región y a sus héroes como Pedro Ignacio Muiba, mientras mi padre Antonio escribía la gesta libertaria de los moxeños sin ayuda de nadie. Quiero diferenciarme de aquellos que calumniaban a nuestras mujeres por que no podían creer que sean tan bellas, mientras mi madre Janola nos enseñaba a sus hijos que la única patria posible es de la del corazón y, cada 6 de agosto, me compraba zapatos Manaco para que los estrene en los desfiles cívicos. Quiero diferenciarme de los que firmaron los acuerdos cediendo el Acre mientras en el Beni nuestros antepasados seguían sintiendo orgullo de ser bolivianos. De esos que 1904 cedieron el Litoral por cuatro reales, mientras en Santa Cruz se firmaba un memorando exigiendo la integración nacional, en una capital donde se escribía bajo la luz de las velas y había que pedir autorización al Congreso Nacional para que el gobierno envíe una enfermera. Quiero diferenciarme de esos que, bajo el pretexto de una Guerra Federal, se quedaron con la sede de gobierno y asesinaron a Zarate Wilca, los mismos que mandaron asesinar a Andrés Ibáñez y Apaiguaiqui Tumpa. Quiero diferenciarme de esos que permiten que la gente sea golpeada en las Plazas de Santa Cruz, La Paz y Sucre. Todos ellos son responsables de la intolerancia que se adueña de nuestras mentes. De esos que espantan nuestras almas desde los palacios de las alturas, los valles o los llanos. Pero también de esos que desde las cámaras y los micrófonos incitan a la violencia. Quiero que quede claro que no comulgo con aquellos que desde Calacoto, el Country Club Las Palmas o la Plaza de la Capital de la República, predican la intolerancia. De esos que usan el discurso indigenista para discriminar a los otros que somos menos o más indios que ellos. Quiero diferenciarme de esos que creen que una Constitución Política del Estado es para iniciar la guerra, olvidándose que es, ante todo, un pacto por la paz. De esos que no aceptan su error histórico en el tema de los supuestos terroristas y de los otros que los usan para hacer escarnio de los justos. Sé que me van a despellejar vivo porque es una locura intentar ingresar al terreno de los políticos, pero la política es algo demasiado serio para dejarlo en su manos. La contienda será dura, pero si mi presencia sirve para reflexionar sobre lo mal que estamos, habrá valido la pena. En definitiva: quiero separarme de los separatistas pero también de los separadores. Porque creo que una Bolivia de indios, cholos y mestizos es aún posible.
Homero Carvalho Oliva
Boliviano
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