Escrito por Ismael Guzmán
El pasado 22 de agosto se firmó entre los gobiernos de Bolivia y Brasil el financiamiento que asegura la construcción de la carretera en los tramos Villa Tunari-San Ignacio de Mojos como una vía directa de vinculación entre el Beni y los valles y altiplano del país. Este proyecto tiene una antigüedad anterior a la vida republicana y su postergación fue muchas veces relacionada con las causas del atraso económico del Beni.
La construcción de ésta carretera es de mucha importancia para toda la amazonía boliviana y al parecer ha sobredimensionado las expectativas de buena parte de la población en el Beni, puesto que al igual que en otros tiempos, cuando se construyó la vía caminera hacia La Paz y posteriormente hacia Santa Cruz, se volvió a oír aquella clásica expresión de: “ahora sí que vendrá el desarrollo a la región”, cuando en realidad la construcción de una carretera sólo genera condiciones para tal aspiración, puesto que el desarrollo será el resultado de una construcción conjunta en base a estrategias productivas, políticas sociales y actitudes incluyentes y de tolerancia, tan vital para una sociedad caracterizada por su diversidad cultural como es el Beni, donde además de la población blanca-mestiza conviven otros dieciséis pueblos indígenas, con derechos constitucionalmente establecidos.
La expectativa en torno a la carretera es general, pero a quien beneficiará en mayor medida es indudablemente al sector ganadero de la región, puesto que facilitará significativamente el comercio de su producción en mercados tradicionales de los valles y el altiplano, debido sobretodo a la reducción del costo de transporte, pero además se reducirán los riesgos de operación que implica el mal estado de los caminos en época de lluvias.
Otros sectores que también se verán beneficiados con la construcción de esta carretera son el maderero, puesto que facilitará el transporte de este producto forestal y al mismo tiempo permitirá que los derivados de la madera, concretamente muebles, puedan también ingresar en condiciones de competitividad en los mercados de Cochabamba, La Paz y otras ciudades de los valles y el altiplano. Asimismo los sectores castañeros y del comercio experimentarán de manera tangible los beneficios de dicha obra vial.
En parte el sector indígena también se han creado expectativas respecto a las oportunidades que brinda la carretera, sin embargo, considerando que su actividad tradicional dirigida al mercado está concentrada mayormente en la agricultura, será probablemente el menos favorecido puesto que los productos tradicionales que cultiva este sector estarán expuestos de manera desventajosa a la competencia proveniente de otras regiones del país, donde se produce en mayor escala.
Entre los pocos productos que quedarán exentos del impacto negativo de la competencia figura el cacao, debido a que responde de mejor manera a las características del suelo amazónico y por tanto constituye un potencial a ser aprovechado. Actualmente en Mojos y otras zonas del Beni como Riberalta el cultivo del cacao forma parte, en condición de producto estratégico, de los sistemas agroforestales y ya empieza a visibilizarse una producción que es comercializada fuera de la región.
Según los datos estadísticos del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado, al momento el departamento del Beni cuenta con sistemas agroforestales en una superficie mayor a las 1600 hectáreas, siendo Riberalta y Mojos las zonas con mayores superficies cultivadas y las proyecciones de crecimiento son optimistas. De otro lado existe un potencial grande de producción de cacao en estado silvestre, el cual empieza a ser aprovechado bajo sistemas de manejo; se estima que en el Beni existen más de 8000 hectáreas de cacao silvestre, siendo Baures y Mojos las zonas con mayor superficie. Este potencial productivo para el sector indígena, quizá posteriormente sumado la cría de peces y de ovejas de pelo, será el que efectivamente se beneficiará con la mencionada carretera.
Pero también otra parte de la dirigencia indígena de la región se muestra preocupada por los riesgos que implica la construcción de la carretera para la seguridad de su territorio, este es el caso del TIPNIS por ejemplo. Pese a que se trata de un territorio titulado, la experiencia de estos últimos años les hace temer la inminente penetración masiva de campesinos de la zona del Chapare o de otras zonas de los valles a asentarse en sus tierras, o el robo de recursos forestales maderables por parte de agentes externos vinculados al comercio ilegal de la madera.
Esta preocupación es un claro indicador de las limitaciones de los mecanismos de control del territorio en un escenario donde se facilita las posibilidades de circulación a través de la carretera. A esto se suma la protesta de la organización debido a que el proyecto de construcción de la carretera no ha cumplido con el mecanismo constitucional de consulta previa, generando tensiones de la organización con el Gobierno al respecto.
Ante esta situación la organización se debate entre la inminencia del inicio de las obras de construcción de la carretera y el derecho a formar parte de las decisiones, puesto que esta obra les afecta de manera directa. Una de las opciones que están manejando es la demanda para que el gobierno implemente un proyecto de desarrollo integral para las familias que habitan el territorio, en la que además desde el Estado se contemple la definición de mecanismos normativos e institucionales para lograr ejercer un control efectivo y de ese modo garantizar el derecho propietario del TIPNIS y hacer respetar su condición de área protegida, lo que beneficiará también a otros territorios afectados como el Territorio Indígena Multiétnico y el Territorio Indígena Mojeño Ignaciano.
(*) Ismael Guzmán es sociólogo de CIPCA Beni
7 de septiembre de 2009
A propósito de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de mojos
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