Max Murillo Mendoza
La cuestión de este rollo está en la discusión del modelo de desarrollo vigente, y bien vigente, incluso aceptado por los supuestos gobiernos progresistas y “alternativos al capitalismo salvaje”. Es decir este modelo que privilegia el tener sobre el ser, la acumulación de riqueza personal, sobre lo social y grupal. Y la destrucción de selvas, ríos y mares para seguir alargando y ensanchando las exigencias humanas de alimentación y hábitat. Es decir, el crecimiento infinito de la riqueza y la acumulación, para seguir mejorando las estadísticas de “calidad de vida”, sobre todo del llamado primer mundo. Si esta irracionalidad del crecimiento infinito, tras de sí el modelo vigente, no entra en consideración en las discusiones actuales, pues hagamos los encuentros que hagamos nada cambiará para frenar las catastróficas y devastadoras consecuencias del llamado cambio climático.
En Bolivia inauguramos la Conferencia Mundial de los Pueblos Sobre el Cambio Climático, y los Derechos de la Madre Tierra. Una respuesta inmediata al fracaso de Copenhague, donde se volvieron a imponer los intereses de las grandes corporaciones, y sus suculentos negocios, sobre las exigencias de pueblos, de países enteros que empiezan a sufrir los efectos del cambio climático. Hasta hoy se acreditaban representantes de organizaciones sociales, grupos alternativos, movimientos anti-capitalistas, de gobiernos, de mujeres, indígenas, científicos, intelectuales y grupos de base de 129 países. Aproximadamente 20.000 personas visitantes de todo el globo, con la esperanza de iniciar acciones concretas que realmente le pongan freno a esta desmedida e irracional manera de destruir la madre tierra, en nombre del progreso y desarrollo humano.
Desde Bolivia, que ni siquiera llegamos al 0,03 % de “nuestro aporte a la contaminación mundial”; pero somos de los países más vulnerables del mundo, se intentará señalar el camino a recorrer. Tenemos las esperanzas de que así sea. Nosotros demostramos al mundo que organizándonos y confiando en nuestras propias fuerzas y fortalezas podemos avanzar. Aún siendo las fuerzas contrarias poderosas y peligrosas. Que sin esa garantía de la organización, y la fortaleza de los grupos de base, no es tan posible ni garantizado plantear alternativas de desarrollo contrarias al modelo vigente. Eso ha quedado demostrado en Copenhague. Pero también es cierto que no es suficiente tener organizaciones fuertes, se requiere una configuración social sostenible, donde científicos, intelectuales, profesionales, dirigentes sindicales, dirigentes de organizaciones originarias, de barrios, pueblos y ciudades, puedan consensuar, intercambiar información y actuar coherentemente, no sólo en un país concreto, sino de manera global, de manera mundial.
Compañeros del mundo sean bien venidos. Pero asumamos que los retos y los desafíos son enormes. El sistema y la agresividad imperial empiezan a recuperarse, aprovechan para ello el chantaje de la crisis mundial, la desocupación global, la deshumanización del trabajo, que en muchas sociedades afectan en su moral y su autoestima, lo que conduce a la desesperación social y la desmovilización de su población, entrando incluso en pánico por la pérdida de sus mínimas conquistas sociales (salud, educación, vivienda). Y la solución a esta crisis pasa efectivamente por la recuperación de la “productividad” de las empresas. Es decir, por seguir explotando las riquezas de la naturaleza, por seguir avanzando sobre ella. La movilización de los grupos del norte, de sus sociedades privilegiadas pero afectadas por el virus de la desmovilización y la inercia, puede también aportar con la presión hacia sus países, hacia sus empresas para conseguir claridad y transparencia económica, en sus inversiones que realizan por estos lados del mundo, sin respetar precisamente medidas ambientales, ni consideraciones del hábitat de culturas milenarias, que han vivido, a pesar de todo, siempre en armonía con la naturaleza y el medio ambiente. Globalicemos nuestros esfuerzos y consensuemos soluciones globales, eso sí: sin dar concesiones al capitalismo salvaje.
Cochabamba, 19 de Abril de 2010.
La cuestión de este rollo está en la discusión del modelo de desarrollo vigente, y bien vigente, incluso aceptado por los supuestos gobiernos progresistas y “alternativos al capitalismo salvaje”. Es decir este modelo que privilegia el tener sobre el ser, la acumulación de riqueza personal, sobre lo social y grupal. Y la destrucción de selvas, ríos y mares para seguir alargando y ensanchando las exigencias humanas de alimentación y hábitat. Es decir, el crecimiento infinito de la riqueza y la acumulación, para seguir mejorando las estadísticas de “calidad de vida”, sobre todo del llamado primer mundo. Si esta irracionalidad del crecimiento infinito, tras de sí el modelo vigente, no entra en consideración en las discusiones actuales, pues hagamos los encuentros que hagamos nada cambiará para frenar las catastróficas y devastadoras consecuencias del llamado cambio climático.
En Bolivia inauguramos la Conferencia Mundial de los Pueblos Sobre el Cambio Climático, y los Derechos de la Madre Tierra. Una respuesta inmediata al fracaso de Copenhague, donde se volvieron a imponer los intereses de las grandes corporaciones, y sus suculentos negocios, sobre las exigencias de pueblos, de países enteros que empiezan a sufrir los efectos del cambio climático. Hasta hoy se acreditaban representantes de organizaciones sociales, grupos alternativos, movimientos anti-capitalistas, de gobiernos, de mujeres, indígenas, científicos, intelectuales y grupos de base de 129 países. Aproximadamente 20.000 personas visitantes de todo el globo, con la esperanza de iniciar acciones concretas que realmente le pongan freno a esta desmedida e irracional manera de destruir la madre tierra, en nombre del progreso y desarrollo humano.
Desde Bolivia, que ni siquiera llegamos al 0,03 % de “nuestro aporte a la contaminación mundial”; pero somos de los países más vulnerables del mundo, se intentará señalar el camino a recorrer. Tenemos las esperanzas de que así sea. Nosotros demostramos al mundo que organizándonos y confiando en nuestras propias fuerzas y fortalezas podemos avanzar. Aún siendo las fuerzas contrarias poderosas y peligrosas. Que sin esa garantía de la organización, y la fortaleza de los grupos de base, no es tan posible ni garantizado plantear alternativas de desarrollo contrarias al modelo vigente. Eso ha quedado demostrado en Copenhague. Pero también es cierto que no es suficiente tener organizaciones fuertes, se requiere una configuración social sostenible, donde científicos, intelectuales, profesionales, dirigentes sindicales, dirigentes de organizaciones originarias, de barrios, pueblos y ciudades, puedan consensuar, intercambiar información y actuar coherentemente, no sólo en un país concreto, sino de manera global, de manera mundial.
Compañeros del mundo sean bien venidos. Pero asumamos que los retos y los desafíos son enormes. El sistema y la agresividad imperial empiezan a recuperarse, aprovechan para ello el chantaje de la crisis mundial, la desocupación global, la deshumanización del trabajo, que en muchas sociedades afectan en su moral y su autoestima, lo que conduce a la desesperación social y la desmovilización de su población, entrando incluso en pánico por la pérdida de sus mínimas conquistas sociales (salud, educación, vivienda). Y la solución a esta crisis pasa efectivamente por la recuperación de la “productividad” de las empresas. Es decir, por seguir explotando las riquezas de la naturaleza, por seguir avanzando sobre ella. La movilización de los grupos del norte, de sus sociedades privilegiadas pero afectadas por el virus de la desmovilización y la inercia, puede también aportar con la presión hacia sus países, hacia sus empresas para conseguir claridad y transparencia económica, en sus inversiones que realizan por estos lados del mundo, sin respetar precisamente medidas ambientales, ni consideraciones del hábitat de culturas milenarias, que han vivido, a pesar de todo, siempre en armonía con la naturaleza y el medio ambiente. Globalicemos nuestros esfuerzos y consensuemos soluciones globales, eso sí: sin dar concesiones al capitalismo salvaje.
Cochabamba, 19 de Abril de 2010.
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