Esta semana leí el artículo de Sara Lobera (periodista mexicana) sobre el 8 de marzo, en él habla de su enojo por la inequidad, por la violencia y por todo el dolor por el que pasan miles de mujeres, entonces me sumé a ella en su reflexión sobre el hecho, irrefutable, de que no existe razón para el festejo, ¿cómo festejar un solo “día de la mujer” mientras, en este mismo instante, hay una que está siendo maltratada? Por lo tanto decidí no llamar a nadie, no felicitar a nadie.
Pero hoy me despertaron dos hermosas mujeres, juntas hacen un siglo y medio de vivencias, de coraje, de empujar la vida siempre hacia adelante, dos verdaderas sobrevivientes de este estilo de vida patriarcal que se resiste a morir. Ambas, con la picardía que las caracteriza me soltaron un ¡felicidades, festejémonos nostras ya que ellos no lo hacen! Me las imaginé divertidas sabiéndose transgresoras, festejando su desacuerdo con “ellos” y su amor por esos dos que las acompañaron toda la vida.
Entonces repensé mi postura y aun sabiendo que permaneceré indignada mientras exista una sola mujer que no pueda acceder a sus derechos, tengo la certeza de que también es posible el festejo, ¿cómo no agradecer a la vida la existencia de periodistas como la Lobera? ¿cómo no agradecer la existencia de estas dos anónimas veteranas de mil batallas? ¿cómo no felicitar a cada una de ellas y millones de otras mujeres que son capaces de recordarnos que debemos seguir en la pelea?
Así pues, ahí les va mi más profunda admiración por todas las mujeres que conozco, todas me ingspiraron por su dulzura y sus fortalezas, todas me mostraron que podemos hacer la diferencia. Esta es una de miles de razones que encuentro para decirles ¡felicidades! y gracias por acompañarme, por acompañarnos en este perseverante accionar por una vida digna, para que todas y todos vivamos bien.
Gabriela Arce
México, 8 de marzo de 2010
Pero hoy me despertaron dos hermosas mujeres, juntas hacen un siglo y medio de vivencias, de coraje, de empujar la vida siempre hacia adelante, dos verdaderas sobrevivientes de este estilo de vida patriarcal que se resiste a morir. Ambas, con la picardía que las caracteriza me soltaron un ¡felicidades, festejémonos nostras ya que ellos no lo hacen! Me las imaginé divertidas sabiéndose transgresoras, festejando su desacuerdo con “ellos” y su amor por esos dos que las acompañaron toda la vida.
Entonces repensé mi postura y aun sabiendo que permaneceré indignada mientras exista una sola mujer que no pueda acceder a sus derechos, tengo la certeza de que también es posible el festejo, ¿cómo no agradecer a la vida la existencia de periodistas como la Lobera? ¿cómo no agradecer la existencia de estas dos anónimas veteranas de mil batallas? ¿cómo no felicitar a cada una de ellas y millones de otras mujeres que son capaces de recordarnos que debemos seguir en la pelea?
Así pues, ahí les va mi más profunda admiración por todas las mujeres que conozco, todas me ingspiraron por su dulzura y sus fortalezas, todas me mostraron que podemos hacer la diferencia. Esta es una de miles de razones que encuentro para decirles ¡felicidades! y gracias por acompañarme, por acompañarnos en este perseverante accionar por una vida digna, para que todas y todos vivamos bien.
Gabriela Arce
México, 8 de marzo de 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario