26 de agosto de 2011

La generación de la democracia

Max Murillo Mendoza
Los jóvenes nacidos a principios de los años 80 y 90 del anterior siglo, son parte de la generación de la democracia. Aquella que no conoció la dictadura ni el proceso de transición hacia la democracia. Esta generación, sin embargo, conoció y se empapó con lo que fue el neoliberalismo. Es decir el post-modernismo: la muerte de las ideologías, de izquierdas, y la creencia ciega de que todo es relativo. Ya no más a la ética: viva la estética y la joda. Los medios de comunicación, o incomunicación, se encargaron de difundir esa nueva ideología post-modernista, triunfalista, maniquea, superficial; pero atractiva y seductora para la nueva generación. Se degradaron temas de compromisos sociales, sino como simplemente lavado de consciencias cristianas y benévolas. Ser comprometido y preocupado por temas sociales era algo así como desequilibrado, o incluso resentido social. La vida era “bella”, no tenían sentido las preocupaciones sociales y estructurales. Y pues, toda la maquinaria ideológica de los medios de incomunicación, sobre todo la televisión, fortalecieron esta nueva manera de ver el mundo. Paquetes gringos importados y diseminados en estas sociedades desestructuradas y gelatinosas, sin identidad alguna socialmente.
Estos moldes frívolos y tontos y superficiales, lamentablemente han hecho carne en esta generación de la democracia. Ni siquiera se profundizó el rostro de lo triunfalista, de lo yupie en sentido de información e investigación científica, intelectual. Sólo la moda, la pinta, la cáscara, lo estético, sin fondo ni trasfondo. Esta frivolidad y superficialidad reemplazó a las preocupaciones estructurales de los jóvenes de las generaciones anteriores; aunque también fracasados como generación, al menos dejaron legados intelectuales y muertos, como herencia de su paso por la historia de este país. Nuestras universidades se han convertido en un laberinto de la soledad y la frivolidad extrema. No hay ciencia e intelectualidad, sino ideología y escolaridad de inercia academicista y mediocre. Las excepciones hacen la regla general. Eso es lo normal. Está establecido y sólo una nueva revolución universitaria, como la de 1.928, cambiará este desastre organizado a nombre de la ciencia y la investigación.
En estos tiempos de cambio en apariencia existen lagunas, o espacios, de esperanza. Los jóvenes poetas de los barrios pobres del Alto La Paz, los jóvenes por la democracia de Santa Cruz, en ese barrio interesante de 1 de Mayo. Los jóvenes antifascistas de Santa Cruz, los jóvenes alternativos por el arte y la música de Cochabamba, son por supuesto esperanzas de estas nuevas generaciones, que en general han sido contaminadas por la mierda importada llamada post-modernismo, que sigue haciendo daño profundo a las mentalidades de un país que quieren y desean mostrar como un país del primer mundo, es decir con las utopías de educación, salud, vivienda y trabajo resueltas. Cuando el 70% de nuestras poblaciones sobreviven cotidianamente en la pobreza y la miseria, estas ideologías frívolas se esfuerzas en retorcer la realidad para mostrar a un país triunfalista. A un país de oportunidades.
Los peligros van más allá en estas mentes “triunfalistas y exitosas”: drogas, alcoholismo, corrupción, facilismos políticos y oportunismos. Todo es relativo. Es decir, todo es posible como consigna Maquiavélica de que el fin justifica los medios. Y pues los sistemas educativos también se han quedado cortos y cómplices de este intento de domesticar a nuestras sociedades, con consignas foráneas y ajenas a nuestras realidades.
Hoy felizmente se toma consciencia, en todo el mundo, de que la frivolidad y el exitismo como ideología, ha hecho mucho daño a las sociedades sobre todo periféricas como la nuestra. Y ni siquiera procesos de Cambios, como el nuestro, son atractivos primarios para los jóvenes contaminados por el post-modernismo. Todo esto debería ponernos en alerta máxima, desde los procesos educativos y sociales, para contrarrestar esa arremetida ideológica de los medios de incomunicación, con hábitos y modos de comportamiento absolutamente ajenos a nuestras realidades y mentalidades.
Cochabamba, 25 de Agosto de 2011.

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