Max Murillo Mendoza Los medios de incomunicación, sobre todo el de la televisión y los matutinos en manos de blancoides, hicieron enormes esfuerzos por confundir a la población mestiza de las ciudades, realizando un trabajo ideológico a favor de los mercenarios croatas y húngaros, contratados por los empresarios extranjeros de Santa Cruz. Además, mezclaron deliberadamente y políticamente con el supuesto tema de “persecución a la oposición democrática” de Bolivia. Dicho sea de paso esa “oposición” es extranjera, es decir de las colonias extranjeras asentadas en Bolivia. No existe una oposición digamos boliviana, es decir al menos mestiza. Este caso no es un tema cualquiera, o un tema político como quieren y se esfuerzan por hacer aparecer así en la prensa colonialista de Bolivia. Es un tema recurrente en las mentalidades coloniales de Bolivia. A lo largo de los anteriores siglos siguieron, aunque de manera torpe y sin proyectos claros, su sueño de trans-plantar poblaciones blancas a Bolivia, ya que nuestras culturas eran un obstáculo al desarrollo y al progreso. Intentaron también eliminarnos físicamente, al calor de las modas darwinianas hacia finales del siglo XIX. Pero no pudieron, a pesar de tantas matanzas y masacres que su historia criolla no la registra, por lo que nuestras culturas sobrevivieron a esas penurias y odios raciales y culturales. El último proyecto del sueño blancoide de estas colonias fue expresado en el gobierno de Banzer (1.971 – 1.977), cuando planteo la entrega de nuestras tierras en el oriente boliviano a colonos rodesianos (colonialistas holandeses), expulsados entonces del África del sur por sus posturas racistas y guerreras. No se concretó dicho proyecto por disputas internas y oposición de nuestras poblaciones indígenas, a pesar de la dictadura y la brutalidad del banzerismo. Pues, como vemos, este tema colonial no es un tema pasado, ni un tema cualquiera como quieren que se entienda las colonias en Bolivia. Es un hecho histórico y una constante que se ha mantenido a lo largo del tiempo. Actualmente, estos grupos coloniales, están más desenmascarados. Tienen sus propios partidos políticos en la derecha y la ultraderecha, simulando ser “bolivianos”; pero sabemos que son extranjeros. Tienen sus propios medios de incomunicación. Las finanzas la manejan ellos. Las cámaras de comercio también están en sus manos. No tenemos burguesía quechua o aymara, por así decirlo, toda la llamada “burguesía boliviana”, en realidad es extranjera. Hasta su iglesia católica expresa esa realidad: los poderosos, es decir los que mandan son extranjeros. No hay iglesia boliviana. Es decir, este entramado complejo del mundo colonial sigue vigente, no se ha modificado substancialmente. Son estas mentalidades, aliados a los vasallos de las clases a medias (sin identidad alguna con este país) y mestizos, que intentaron otra aventura más con este grupo del húngaro Eduardo Rosza. Mentalidades anti indígenas, anti campesinas y definitivamente anti bolivianas. Intentaron a lo grande: generar una guerra de secesión, porque consideran que nuestras culturas no son aptas para el desarrollo y el progreso, que no pueden convivir con culturas “atrasadas e incivilizadas”, es decir, no blancas racialmente. Su complejo de superioridad les hizo suponer que su “guerra balcánica” en Bolivia les daría la razón a su destino civilizatorio y occidental. Toda esta mentalidad del rechazo a lo nuestro sigue vigente, y tan vigente cotidianamente: en el sistema educativo, en el trato cotidiano, en las relaciones humanas, en las instituciones, en las definiciones políticas, en la familia misma. Toda la lógica de funcionamiento de nuestra sociedad está a favor de estas colonias extranjeras, consciente e inconscientemente. Por eso el poder que tienen los grupos coloniales, todo el funcionamiento está a favor de ellos, nada a favor de nuestras culturas, absolutamente nada. Por eso planteo una agresividad de lo nuestro frente a todo este muro mental, social, económico, político e ideológico (de izquierda o derecha) de lo que es el colonialismo. Sólo nuestro esfuerzo tendrá resultados claros: de nuestros propios partidos políticos, de nuestras banderas propias, de nuestros espacios propios y genuinos. Sólo nuestro nacionalismo quechua, o aymara, o tupiguaraní, nos sacará de esta trampa mortal del colonialismo. Esta disputa es a muerte, y los actuales gobernantes no entienden y no entenderán que nos jugamos la vida, y no posturitas políticas o ideológicas, que son barnices de pinta for export. Recuperar lo nuestro, contra esos muros mentales anti indígenas y anti bolivianos, es la consigna más importante de nuestra generación, contra la modernidad y el desarrollismo blancoide y sin futuro posible, contra su destrucción congénita y enfermiza. Nosotros, siempre hemos sido la respuesta, porque este espacio es nuestro desde siempre. Cochabamba, 12 de Abril de 2011.
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