Escrito por Xavier Albó (*)
Honduras compite, junto con Bolivia y Nicaragua, para ver cuál se acerca más a Haití en la cola de Latinoamérica. Tiene 1/10 del tamaño de Bolivia pero con 7 millones de habitantes de los que el 49% sigue en extrema pobreza. Un 53% de su población es rural, pobre y con gran desigualdad: menos de 300 familias siguen controlando el 70% de la tierra.
Depende mucho de Estados Unidos y sus gobernantes militares o civiles se han acoplado a esa dependencia. Primero fue la clásica “banana republic”. En la insurgencia guerrillera de los años 80, fue el centro de los “contras”, bajo la batuta de gringos nefastos como Oliver North y el embajador Negroponte. Ahí estaba su base aérea militar de Palmerola, la segunda mayor del continente fuera de USA. Hoy siguen ahí las tropas norteamericanas codo a codo con las hondureñas.
En ese contexto en enero 2006 Zelaya fue designado presidente constitucional por cuatro años, por un 50% frente a 46% del segundo, del gobernante partido Nacional, más conservador. Zelaya era líder del partido Liberal, algo más al centro, que anteriormente también fue gobierno. La pugna fue por tanto entre derechistas. Quizás por eso el 54% del electorado no votó.
Aquel Zelaya, terrateniente, maderero y con apariencia “vaquera” a lo Fox, tenía también algo del empresario Goni 93-97. Entre 1994 y 97 tuvo un buen desempeño como director del FHIS (como nuestro FIS en los 90). En 1998 asesoró la reconstrucción tras el huracán Mitch. El mismo día de su posesión aprobó una especie de Ley de Participación Popular y poco después subió el salario mínimo en un 39% hasta 291 dólares. Sin apartarse del libreto neoliberal, defendía el TCO a rajatabla.
El 2008 Zelaya dio un giro, a raíz de su búsqueda de soluciones al grave déficit local de petróleo. Llamó a varias puertas del sur y del norte y, a la hora de la verdad, fue Venezuela la que ofreció mejores condiciones y con mayor margen de maniobra. De ahí se fue acercando también al frente continental más independiente de Estados Unidos. En agosto 2008 ingresó en el ALBA; Evo estaba presente. En 2009 decidió abrir Palmerola para vuelos civiles, algo que antes Estados Unidos se brindaba a facilitar; pero ahora busca hacerlo con ayuda venezolana....
Para facilitar el proceso impulsó cambiar la Constitución vigente que, a decir de Arias (el ahora mediador), es “la peor sobre la faz de la tierra” (BBC 29-IX-09). Por eso desde fines de 2008 lanzó la idea de un referéndum sobre si sería oportuno un segundo referéndum (la “cuarta urna” para las elecciones de diciembre) sobre una posible Asamblea Constituyente: un previo para otro previo que recién abriera la puerta a un futuro cambio. En marzo 2009 decretó la primera consulta para el 28 de julio. Días antes el jefe del ejército se negó a distribuir el material alegando la oposición de la Corte. Más aún, la madrugada del 28 asaltó a Zelaya en su cama sin orden de detención alguna y lo botó del país, por cierto con una parada en la base militar de Palmerola.
Recién tras los hechos consumados se reúne el Congreso y Micheletti, presidente del mismo, hace leer una carta fraguada de Zelaya presentando su renuncia. La aceptan y, por esa vía delincuencial, nombran a Micheletti como nuevo Presidente del país dizque por “sucesión constitucional”. Ningún país del mundo lo reconoce. La OEA, la Unión Europea y la ONU condenan ese “golpe” y empiezan las presiones, suspensión de fondos, etc.
Surge el mediador Arias que, tras consultas con el gobierno norteamericano, propone el “acuerdo de San José”. Zelaya lo acepta, Micheletti no. Se va dilatando el asunto hasta que Zelaya retorna astuta y sorpresivamente y se afinca en la embajada del Brasil. El representante de Estados Unidos en la OEA califica de “irresponsable e idiota” ese retorno pero muchos lo ven como el incentivo para acelerar el diálogo y así parece que ya empieza a suceder, pese a que Micheletti ha desenvainado a full su carta represiva y dictatorial. ¿O será que las protestas de algunos países poderosos eran sólo retóricas pero estaban felices con la salida de Zelaya hasta que éste, con su hábil retorno les volteó el libreto?
Ese golpe fue un globo sonda. Que se desinfle de una vez tan perversa sonda y el diálogo no acabe en empate entre asaltante y víctima, porque alentaría nuevos golpes. La vía golpista debe quedar totalmente descartada.
(*) Xavier Albó es lingüista, antropólogo y jesuita
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