Por: Luis Fernando Vincenti
"El día después" es un
abstracto lleno de profundas interrogantes para todo el mundo. Se entremezcla
en esa nebulosa un puñado de incertidumbres: bien fundados temores, angustia,
tenues esperanzas.... Es un grito contenido cuyos tonos varían desde la
desesperación hasta el júbilo; desde la risa hasta el llanto.
Nos endiosamos, creímos que el
universo se hizo a nuestra imagen y semejanza. Nos inventamos dioses,
"padres nuestros", que nos regalaron el universo para nuestro abusivo
albedrío y apropiación discrecional. Hasta que vino un bichito microscópico,
invisible, y nos reventó en la cara nuestra fragilidad, arrinconó nuestra
soberbia y nos puso de rodillas ante nuestras propias miserias.
Miremos, solo como un ejemplo,
uno de los graves problemas contemporáneos: la sobrepoblación humana. Hace 200
años escasamente superábamos los 1.000 millones de habitantes. Hoy, apenas 200
años después, somos 7.000 millones de habitantes. La pregunta es: ¿existe en el
planeta (u otro accesible) con la cantidad suficiente de medios de subsistencia
básicos para la sobrevivencia de nuestra especie tales como agua, comida,
energía, abrigo, medicinas? Y si los hubiera (que no lo creo) ¿en qué manos
están?. ¿Quién los tiene?. ¿Son accesibles para los 7.000 millones, actuales, y
más aún. considerando que en 30 años esa población alcanzará los 10.000
millones?.
Ese es apenas uno de los inmensos
y diversos problemas que amenazan la
sobrevivencia de la especie.
Tengo fundados temores sobre el
alto grado de degeneración al que ha llegado el ser humano en los tiempos
corrientes. Hemos diseñado un modelo de sociedad que resulta insostenible en el
cortísimo tiempo.
Otro gran problema es la hiper
concentración de la riqueza global. El 1% de la población mundial se ha
apropiado, en el último siglo, del 80% de la riqueza de todo el planeta. El 20%
de la riqueza restante se distribuye entre el "restante" 99% de la
población. Y cada vez aumenta esa concentración de la riqueza. ¿Hasta cuándo?.
¿Es eso sostenible?.
Históricamente, el ser humano
jamás ayudó a la naturaleza. Por el contrario, es de muy lejos, con mucha
distancia respecto a cualquier otra especie, su mayor depredador.
El Homo Sapiens es el mayor
depredador de naturaleza que ha existido en la historia, y no veo ni una brizna
de intenciones de cambiar esa tragedia. Por el contrario, nuestro egoísmo y
endiosamiento están llevando a nuestra especie, y muchas otras que aún no
logramos depredar, a su propio holocausto.
Se agota el agua dulce. Ya Estados
tan importantes como California, padecen desde años su déficit, así como suena.
El agua, en el más importante Estado productor de alimentos y el más poblado de
EEUU, ya no alcanza. Su litoral está sembrado de pueblos fantasmas abandonados
por el irreversible agotamiento del agua dulce. Sus reservorios, sobre
explotados a caudales mayores que la capacidad de reposición de sus acuíferos,
fueron inundados por agua salada. Y algo semejante sucede en varios otros
lugares del mundo, Australia y Sudáfrica, entre ellos. ¿Cómo resolvemos eso?.
La sabiduría de la naturaleza no
es, lamentablemente, mayor que la estupidez humana.
Aunque nadie habla del tema, y
muchos miran al costado cuando se lo nombra, ese virus es mucho más letal que
el Covid19. Se llama "sociedad de consumo". Tiene siempre velas
prendidas en muchos altares, sus templos mayores son el sistema financiero
global y sus bolsas de valores.
Santa Cruz, 13 de abril de 2020.
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