Ciro Añez Núñez
Los actos de indisciplina escolar han sido siempre un fuerte dolor de cabeza para los directores de los colegios y su respectivo plantel docente.
Las malas acciones que los estudiantes llevan a cabo, se deben a múltiples factores, entre los cuales podríamos citar: 1) la imitación (debido al permanente apego a los programas televisivos nada educativos; las películas de cine con contenido promiscuo, frívolo, indisciplinado y de bromas tontas basadas únicamente en lo grosero y asqueroso carentes del buen sentido del humor; la música donde reina el doble sentido; la moda de los estereotipos del más rebelde y bravucón de la clase como signo de popularidad; el incentivo al egocentrismo, la vanidad y la envidia, etc.); 2) los dramas familiares a los cuales se encuentran inmersos algunos estudiantes fuera del aula; y, 3) los problemas producto del bullying donde algunos estudiantes adquieren la calidad de víctimas y otros son los agresores con el fin de aparentar popularidad, lo cual conlleva a serias secuelas en el desarrollo de la personalidad tanto para el agresor como para la víctima; entre otros factores complementarios.
Ante todo este conglomerado de causas, los efectos no tardan en manifestarse en la conducta social de los estudiantes, evidenciándose en varios colegios (tanto privados como fiscales) una serie de comportamientos que sobrepasan los límites y alcanzan contenidos delictivos, como ser la aparición de las pandillas o asociaciones delictuosas, las peleas callejeras, excursiones o fiestas donde abundan las bebidas alcohólicas y concluyen en lamentables actos de fornicación o violaciones sexuales a sus propias compañeras, bromas pesadas que acaban en muerte, etc.
Por otro lado, se han dado casos en que los bachilleres próximos a concluir el año escolar distorsionan su alegría y/o afloran los resentimientos que estuvieron reprimidos incurriendo en actos vandálicos, como ser: quemar el bote de basura del aula ante la presencia atónita del profesor como si esto fuera algo gracioso, pintarrajear las paredes del recinto educativo como un adelanto del carnaval, destruir los pupitres, ensuciar el colegio producto de la destrucción de textos y cuadernos, etc.
Ante esta situación, cabe preguntarnos: ¿cuál es la respuesta por parte de los padres de familia, profesores y principalmente de la autoridades del recinto educativo?. ¿Existe alguna sanción ejemplarizadora (Ej.- la anulación del acto de graduación con la simple entrega de libretas por secretaría) o por el contrario optan por volcar la hoja del año escolar como si esto nunca hubiera ocurrido, debido a la presión social que ejercen los padres de familias que quieren ver a sus hijos desfilar sin importar la indisciplina?. ¿Existe una grave crisis en la educación?...
Como vemos la indisciplina escolar muchas veces alcanza niveles alarmantes y en consecuencia ya no es una preocupación únicamente del centro educativo sino que involucra también a los padres de familia y a la sociedad, pues la moral cada vez es desvalorada sistemáticamente y no existe una asignatura enfocada a fortalecerla dentro del currículo educativo.
La palabra educación proviene del latín educere que significa “guiar, conducir”, oeducare que significa “formar, instruir”. La educación usualmente es definida como el proceso multidireccional mediante el cual se transmiten conocimientos, valores,costumbres y formas de actuar. La educación no sólo se produce a través de la palabra, pues está presente en todas nuestras acciones, sentimientos y actitudes.
Existen tres tipos de educación: la “formal”, la “no formal” y la “informal”. La educación formal hace referencia a los ámbitos de las escuelas, institutos, universidades, módulos, mientras que la no formal se refiere a los cursos, academias, e instituciones, que no se rigen por un particular currículo de estudios, y la educación informal es aquella que fundamentalmente se recibe en los ámbitos sociales, pues es la educación que se adquiere progresivamente a lo largo de toda la vida.
Todo estudiante escolar invierte doce (12) años de su vida destinados a recibir educación formal en el colegio.
Durante ese tiempo, el estudiante también es probable que reciba educación no formal e informal; sin embargo, la labor del docente con vocación en la educación formal es de vital importancia, pues un profesor es ante todo un ser humano; y por ende, es capaz de detectar los problemas o cambios de conductas de sus estudiantes, los cuales obviamente deben ser orientados con ayuda de otros profesionales en el área. De allí que varios colegios privados cuentan con psicopedagogos destinados a brindar dichos servicios, si bien algunos son controlados no por ello éstos problemas dejarán de existir.
Como podemos advertir, la profesión docente no solo consiste en instruir o mostrar los principales conocimientos de una disciplina (literatura, matemáticas, etc.), sino esencialmente en “educar”. Y para esto, es necesario la vocación y el compromiso no solo por parte de algunos profesores que imparten determinadas materias sino de todas las asignaturas además de las autoridades educativas, llámase directores, regentes, etc.
Un profesor o un Director sin vocación, no tiene más compromiso que los deberes señalados en normas formales que les obligan cumplir. Por esta razón, caen en el legalismo profesional y solo se enfrascan en cumplir un sistema educativo al que se les ha impuesto. Por lo tanto, resulta dudoso que un educador en estas condiciones pueda moverse por vías de libertad y felicidad y mucho menos pueda enseñarlas.
A veces pueden darse casos de Unidades Educativas que llevan un “buen nombre” gracias a la visión que tuvieron y forjaron sus fundadores, pero si la actual cabeza de la institución ejerce un liderazgo posicional carente de vocación y de liderazgo transformador, ésta se verá reflejada en la calidad de la educación de sus educandos, independientemente de estar al día con el sistema educativo formalista al cual se encuentra enzarzado.
Es hora de entender que educar es un concepto más fructífero que en la práctica llega más allá, pues no se limita en impartir ciertos conocimientos preestablecidos a los estudiantes, precisamente porque al ser una vocación, como diría Jesús Cordero, consiste en “trabajar en la formación del hombre, en colaborar en orden al seguimiento de la personalidad humana definida, a partir de la posibilidad abierta que inicialmente supone la naturaleza humana”.
Al momento de elegir un centro educativo no debemos olvidar el núcleo y el verdadero propósito que es la educación, evitando confundirlo como un recinto tradicional de enriquecimiento de relaciones humanas, de estar incluido en una determinada clase social u otros factores importantes pero al fin accesorios, pues la esencia está en contar con verdaderos guías del conocimiento, motivadores orientados al descubrimiento de talentos y el desarrollo de la personalidad y no conformarse con simples transmisores de información.
De allí que la profesión docente es una gran labor que lamentablemente es menospreciada y mal remunerada en nuestro país; cuando lo correcto y lo lógico debería estar orientada hacia una mayor inversión de tiempo y recursos para alcanzar el ethos de la educación.
Ethos es una palabra griega que puede ser traducida de diferentes maneras. Algunas posibilidades son 'punto de partida', 'aparecer', 'inclinación' y a partir de ahí,'personalidad'.
La profesora de la Universidad de Naibori (Kenya), Phd. Christine Wanjiru Gichure, siguiendo la teoría de Aristóteles señala que el término cualidad referido a la acción humana, tiene dos acepciones: 1) la “dispositio” o inclinación natural hacia la consecución de algo. Es la aptitud o la idoneidad que se tiene para algo (talento o don); y, 2) el hábito (hexis), referido a un estado de ser en el cuál se está en posesión. Esta cualidad se la adquiere por la repetición de actos que modifican el comportamiento de la persona con respecto a la acción. De allí que para Aristóteles, el término ethos era entendido como costumbre y remite a los usos o maneras reiteradas de realizar algo, tanto por parte del individuo como del grupo social.
Wanjiru, considera que la repetición de actos que comporta la costumbre es capaz de generar el ethos siempre que se trate de una obrar verdaderamente humano (obrar moral), de una costumbre no degradada por la rutina; por lo tanto, la naturaleza ética no significa únicamente la naturaleza inicialmente dada (recibida por dotación genética), sino que también es esta otra, que se adquiere por la particular conquista de cada persona. Se obtiene como consecuencia de un peculiar modo de dirigir la propia actividad, y se puede traducir correctamente por el término “carácter” contrapuesto al simple temperamento.
Donde hay naturaleza ética, el temperamento queda moldeado por ese carácter, porque configura interiormente a los sujetos que lo tienen, de tal modo que manifiesta en la manera de vivir y de obrar como una identidad. Es decir, afecta al ser y al actuar de la persona (condición constitutiva ética o moral del ser humano).
En el ámbito de la profesión el ethos comprende aquellas actitudes que caracterizan a una cultura o un grupo profesional. Por este motivo, Bernhard Haring, consideró elethos profesional como el ideal ético e invulnerable de una profesión.
En la educación, el ethos profesional no se limita a la actuación del profesor en el aula, sino que se extiende a mucho más, porque la relación del profesor con los demás es polifacética, difundida y extensa, tanto por la cantidad de personas con la que se relaciona, como en su alcance temporal.
En toda profesión tiene por característica principal el servicio a los demás; sin embargo, en la educación este requisito resulta ser fundamental, máxime si las relaciones del profesor implican círculos cada vez más amplios, como ser: los padres, los estudiantes, los colegas, las autoridades educativas; sumados a todas aquellas personas que tiene algo que ver con la materia de su estudio, publicaciones, etc. Por lo tanto, la influencia del profesor se extiende como por círculos concéntricos, tal como lo advierte la profesora universitaria de Naibori.
En ese sentido, amerita que la deontología de la educación asuma mayor importancia y se aplique en dos grandes ámbitos: 1) en las Facultades de la ciencia de la Educación, el Magisterio y Escuelas Normales, organizando programas de deontología como parte del curriculum. Así como a los profesores de colegios mediante cursos de perfeccionamiento pedagógico; y, 2) Al profesorado universitario en las diferentes Facultades de las ciencias.
En otras palabras, aquel postulado previsto en el art. 79 de la Constitución Política del Estado, el cual establece que la educación fomentará los valores éticos morales, no debe quedar en simples enunciados teóricos sino que amerita un trabajo arduo desde los padres de familia, profesores y autoridades educativas en general; para lo cual, debemos preguntarnos: ¿Estamos haciendo algo para lograr este propósito? o hemos perdido el norte de lo que debemos entender por educación y como padres preferimos delegar cómodamente parte de nuestra responsabilidad a los profesores.
Visitar: http://ciroanez7.blogspot.com/
Los actos de indisciplina escolar han sido siempre un fuerte dolor de cabeza para los directores de los colegios y su respectivo plantel docente.
Las malas acciones que los estudiantes llevan a cabo, se deben a múltiples factores, entre los cuales podríamos citar: 1) la imitación (debido al permanente apego a los programas televisivos nada educativos; las películas de cine con contenido promiscuo, frívolo, indisciplinado y de bromas tontas basadas únicamente en lo grosero y asqueroso carentes del buen sentido del humor; la música donde reina el doble sentido; la moda de los estereotipos del más rebelde y bravucón de la clase como signo de popularidad; el incentivo al egocentrismo, la vanidad y la envidia, etc.); 2) los dramas familiares a los cuales se encuentran inmersos algunos estudiantes fuera del aula; y, 3) los problemas producto del bullying donde algunos estudiantes adquieren la calidad de víctimas y otros son los agresores con el fin de aparentar popularidad, lo cual conlleva a serias secuelas en el desarrollo de la personalidad tanto para el agresor como para la víctima; entre otros factores complementarios.
Ante todo este conglomerado de causas, los efectos no tardan en manifestarse en la conducta social de los estudiantes, evidenciándose en varios colegios (tanto privados como fiscales) una serie de comportamientos que sobrepasan los límites y alcanzan contenidos delictivos, como ser la aparición de las pandillas o asociaciones delictuosas, las peleas callejeras, excursiones o fiestas donde abundan las bebidas alcohólicas y concluyen en lamentables actos de fornicación o violaciones sexuales a sus propias compañeras, bromas pesadas que acaban en muerte, etc.
Por otro lado, se han dado casos en que los bachilleres próximos a concluir el año escolar distorsionan su alegría y/o afloran los resentimientos que estuvieron reprimidos incurriendo en actos vandálicos, como ser: quemar el bote de basura del aula ante la presencia atónita del profesor como si esto fuera algo gracioso, pintarrajear las paredes del recinto educativo como un adelanto del carnaval, destruir los pupitres, ensuciar el colegio producto de la destrucción de textos y cuadernos, etc.
Ante esta situación, cabe preguntarnos: ¿cuál es la respuesta por parte de los padres de familia, profesores y principalmente de la autoridades del recinto educativo?. ¿Existe alguna sanción ejemplarizadora (Ej.- la anulación del acto de graduación con la simple entrega de libretas por secretaría) o por el contrario optan por volcar la hoja del año escolar como si esto nunca hubiera ocurrido, debido a la presión social que ejercen los padres de familias que quieren ver a sus hijos desfilar sin importar la indisciplina?. ¿Existe una grave crisis en la educación?...
Como vemos la indisciplina escolar muchas veces alcanza niveles alarmantes y en consecuencia ya no es una preocupación únicamente del centro educativo sino que involucra también a los padres de familia y a la sociedad, pues la moral cada vez es desvalorada sistemáticamente y no existe una asignatura enfocada a fortalecerla dentro del currículo educativo.
La palabra educación proviene del latín educere que significa “guiar, conducir”, oeducare que significa “formar, instruir”. La educación usualmente es definida como el proceso multidireccional mediante el cual se transmiten conocimientos, valores,costumbres y formas de actuar. La educación no sólo se produce a través de la palabra, pues está presente en todas nuestras acciones, sentimientos y actitudes.
Existen tres tipos de educación: la “formal”, la “no formal” y la “informal”. La educación formal hace referencia a los ámbitos de las escuelas, institutos, universidades, módulos, mientras que la no formal se refiere a los cursos, academias, e instituciones, que no se rigen por un particular currículo de estudios, y la educación informal es aquella que fundamentalmente se recibe en los ámbitos sociales, pues es la educación que se adquiere progresivamente a lo largo de toda la vida.
Todo estudiante escolar invierte doce (12) años de su vida destinados a recibir educación formal en el colegio.
Durante ese tiempo, el estudiante también es probable que reciba educación no formal e informal; sin embargo, la labor del docente con vocación en la educación formal es de vital importancia, pues un profesor es ante todo un ser humano; y por ende, es capaz de detectar los problemas o cambios de conductas de sus estudiantes, los cuales obviamente deben ser orientados con ayuda de otros profesionales en el área. De allí que varios colegios privados cuentan con psicopedagogos destinados a brindar dichos servicios, si bien algunos son controlados no por ello éstos problemas dejarán de existir.
Como podemos advertir, la profesión docente no solo consiste en instruir o mostrar los principales conocimientos de una disciplina (literatura, matemáticas, etc.), sino esencialmente en “educar”. Y para esto, es necesario la vocación y el compromiso no solo por parte de algunos profesores que imparten determinadas materias sino de todas las asignaturas además de las autoridades educativas, llámase directores, regentes, etc.
Un profesor o un Director sin vocación, no tiene más compromiso que los deberes señalados en normas formales que les obligan cumplir. Por esta razón, caen en el legalismo profesional y solo se enfrascan en cumplir un sistema educativo al que se les ha impuesto. Por lo tanto, resulta dudoso que un educador en estas condiciones pueda moverse por vías de libertad y felicidad y mucho menos pueda enseñarlas.
A veces pueden darse casos de Unidades Educativas que llevan un “buen nombre” gracias a la visión que tuvieron y forjaron sus fundadores, pero si la actual cabeza de la institución ejerce un liderazgo posicional carente de vocación y de liderazgo transformador, ésta se verá reflejada en la calidad de la educación de sus educandos, independientemente de estar al día con el sistema educativo formalista al cual se encuentra enzarzado.
Es hora de entender que educar es un concepto más fructífero que en la práctica llega más allá, pues no se limita en impartir ciertos conocimientos preestablecidos a los estudiantes, precisamente porque al ser una vocación, como diría Jesús Cordero, consiste en “trabajar en la formación del hombre, en colaborar en orden al seguimiento de la personalidad humana definida, a partir de la posibilidad abierta que inicialmente supone la naturaleza humana”.
Al momento de elegir un centro educativo no debemos olvidar el núcleo y el verdadero propósito que es la educación, evitando confundirlo como un recinto tradicional de enriquecimiento de relaciones humanas, de estar incluido en una determinada clase social u otros factores importantes pero al fin accesorios, pues la esencia está en contar con verdaderos guías del conocimiento, motivadores orientados al descubrimiento de talentos y el desarrollo de la personalidad y no conformarse con simples transmisores de información.
De allí que la profesión docente es una gran labor que lamentablemente es menospreciada y mal remunerada en nuestro país; cuando lo correcto y lo lógico debería estar orientada hacia una mayor inversión de tiempo y recursos para alcanzar el ethos de la educación.
Ethos es una palabra griega que puede ser traducida de diferentes maneras. Algunas posibilidades son 'punto de partida', 'aparecer', 'inclinación' y a partir de ahí,'personalidad'.
La profesora de la Universidad de Naibori (Kenya), Phd. Christine Wanjiru Gichure, siguiendo la teoría de Aristóteles señala que el término cualidad referido a la acción humana, tiene dos acepciones: 1) la “dispositio” o inclinación natural hacia la consecución de algo. Es la aptitud o la idoneidad que se tiene para algo (talento o don); y, 2) el hábito (hexis), referido a un estado de ser en el cuál se está en posesión. Esta cualidad se la adquiere por la repetición de actos que modifican el comportamiento de la persona con respecto a la acción. De allí que para Aristóteles, el término ethos era entendido como costumbre y remite a los usos o maneras reiteradas de realizar algo, tanto por parte del individuo como del grupo social.
Wanjiru, considera que la repetición de actos que comporta la costumbre es capaz de generar el ethos siempre que se trate de una obrar verdaderamente humano (obrar moral), de una costumbre no degradada por la rutina; por lo tanto, la naturaleza ética no significa únicamente la naturaleza inicialmente dada (recibida por dotación genética), sino que también es esta otra, que se adquiere por la particular conquista de cada persona. Se obtiene como consecuencia de un peculiar modo de dirigir la propia actividad, y se puede traducir correctamente por el término “carácter” contrapuesto al simple temperamento.
Donde hay naturaleza ética, el temperamento queda moldeado por ese carácter, porque configura interiormente a los sujetos que lo tienen, de tal modo que manifiesta en la manera de vivir y de obrar como una identidad. Es decir, afecta al ser y al actuar de la persona (condición constitutiva ética o moral del ser humano).
En el ámbito de la profesión el ethos comprende aquellas actitudes que caracterizan a una cultura o un grupo profesional. Por este motivo, Bernhard Haring, consideró elethos profesional como el ideal ético e invulnerable de una profesión.
En la educación, el ethos profesional no se limita a la actuación del profesor en el aula, sino que se extiende a mucho más, porque la relación del profesor con los demás es polifacética, difundida y extensa, tanto por la cantidad de personas con la que se relaciona, como en su alcance temporal.
En toda profesión tiene por característica principal el servicio a los demás; sin embargo, en la educación este requisito resulta ser fundamental, máxime si las relaciones del profesor implican círculos cada vez más amplios, como ser: los padres, los estudiantes, los colegas, las autoridades educativas; sumados a todas aquellas personas que tiene algo que ver con la materia de su estudio, publicaciones, etc. Por lo tanto, la influencia del profesor se extiende como por círculos concéntricos, tal como lo advierte la profesora universitaria de Naibori.
En ese sentido, amerita que la deontología de la educación asuma mayor importancia y se aplique en dos grandes ámbitos: 1) en las Facultades de la ciencia de la Educación, el Magisterio y Escuelas Normales, organizando programas de deontología como parte del curriculum. Así como a los profesores de colegios mediante cursos de perfeccionamiento pedagógico; y, 2) Al profesorado universitario en las diferentes Facultades de las ciencias.
En otras palabras, aquel postulado previsto en el art. 79 de la Constitución Política del Estado, el cual establece que la educación fomentará los valores éticos morales, no debe quedar en simples enunciados teóricos sino que amerita un trabajo arduo desde los padres de familia, profesores y autoridades educativas en general; para lo cual, debemos preguntarnos: ¿Estamos haciendo algo para lograr este propósito? o hemos perdido el norte de lo que debemos entender por educación y como padres preferimos delegar cómodamente parte de nuestra responsabilidad a los profesores.
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4 comentarios:
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